Entre el 90 y el 99% de la deforestación en los trópicos se debe directa o indirectamente a la agricultura, aunque sólo entre la mitad y los dos tercios de las superficies “reconvertidas” se utiliza después en la expansión de la producción agrícola activa en las tierras deforestadas, según una investigación publicada en la revista >Science>. El estudio es una colaboración entre muchos de los principales expertos en deforestación del mundo y proporciona una nueva síntesis de las conexiones entre la deforestación y la agricultura, y lo que esto significa para los esfuerzos actuales para reducir la pérdida de bosques. Y refleja, lejos del trópico, lo que organizaciones ambientalistas, funcionarios y dirigentes, y ámbitos académicos denuncian en el Alto Delta: un desmonte por fuego para cambiar el uso de la tierra, reemplazando montes nativos y selva de galería del Humedal por superficies de pastizales para ganadería, y acaso nuevos intentos de cultivos extensivos, ya que se hace tiempo se detectó maquinaria agrícola en las islas.
El nuevo estudio internacional muestra que la cantidad de deforestación tropical impulsada por la agricultura es superior al 80%, consignaron las agencias de noticias >DPA> y >Europa Press>.
El informe se conoce tras la Declaración de Glasgow sobre los Bosques en la COP26 y antes de la Conferencia de Naciones Unidas sobre la Biodiversidad (COP15) que se celebrará a fines de 2022, y puede ayudar a garantizar que los esfuerzos para hacer frente a la deforestación se guíen y evalúen mediante una base de pruebas adecuada, y corroborada con trabajo de campo.
“Nuestro estudio deja claro que entre el 90 y el 99% de toda la deforestación en los trópicos está impulsada directa o indirectamente por la agricultura”, afirma en un comunicado Florence Pendrill, autora principal del estudio de la Universidad Tecnológica de Chalmers (Suecia).
Agrega que lo novedoso de la investigación es que de ella surge “que una parte comparativamente menor de la deforestación, entre el 45 y el 65 por ciento, resulta en la expansión de la producción agrícola real en las tierras deforestadas”.
“Este hallazgo –destaca Pendrill– es de gran importancia para diseñar medidas eficaces para reducir la deforestación y promover el desarrollo rural sostenible”.
El hecho de que la agricultura sea el principal motor de la deforestación tropical no es nuevo. Sin embargo, las estimaciones anteriores sobre la cantidad de bosques que se han convertido en tierras agrícolas en los trópicos variaban mucho: de 4,3 a 9,6 millones de hectáreas al año entre 2011 y 2015.
Las conclusiones del estudio reducen este rango a entre 6,4 y 8,8 millones de hectáreas al año y ayudan a explicar la incertidumbre de las cifras.
“Una gran pieza del rompecabezas es cuánta deforestación es «para nada» –señala el profesor Patrick Meyfroidt, de la Universidad Católica de Lovaina y el Fondo Nacional de Investigación Científica de Bélgica. “Si bien la agricultura es el principal factor de deforestación, los bosques y otros ecosistemas se talan a menudo para especular con tierras”, sostuvo y refirió a proyectos abandonados o mal concebidos que no llegaron a concretarse por “tierras que resultaron inadecuadas para el cultivo, y también debido a incendios que se propagan a los bosques vecinos a las zonas taladas”.
“Comprender la importancia de estos factores es fundamental para los responsables políticos”, refirieron ONG europeas que impulsan la legislación del sello “Libre de Deforestación” para productos básicos de consumo masivo.
El estudio también pone en relieve que apenas unos pocos cultivos son “responsables” de la mayor parte de la deforestación: más de la mitad son pastos, soja y palmeras de origen africano, de las que se extrae el aceite de palma.
“Las iniciativas sectoriales para combatir la deforestación pueden ser muy valiosas, y las nuevas medidas para prohibir las importaciones de productos básicos vinculados a la deforestación en los mercados de consumo, como las que se están negociando en la UE, el Reino Unido y Estados Unidos, representan un gran paso adelante respecto a los esfuerzos, en gran medida voluntarios, para combatir la deforestación hasta la fecha”, apuntó el investigador Toby Gardner, del Instituto de Medio Ambiente de Estocolmo (Suecia), y director de Trase, iniciativa de transparencia de las cadenas productos agrícolas comercializados a nivel mundial. “Las medidas relativas a la cadena de suministro y a la demanda deben diseñarse de forma que también aborden las formas subyacentes e indirectas en que la agricultura está vinculada a la deforestación. Deben impulsar mejoras en el desarrollo rural sostenible, de lo contrario podemos esperar que las tasas de deforestación sigan siendo sumamente altas”, advirtió.
La Declaración de Glasgow sobre los Bosques reconoció la importancia de abordar conjuntamente las crisis del cambio climático y de la biodiversidad y fijó un nueva escala de metas para menguar la deforestación e impulsar la agricultura sostenible.
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