Por José Odisio
Foto: Juan José García
El peor inicio para Newell’s. Un partido para que toda la emoción provocada por la llegada de Keylor Navas desaparezca rápida. La Lepra tuvo un partido decepcionante frente a Independiente Rivadavia y la derrota 1 a 0 fue un golpazo que pocos imaginaban. Un volver al pasado reciente que nadie quiere en el Parque. Pero desterrar ese tenebroso 2024 parece que no será sencillo.
La muestra de bielsismo de Soso se vio a cuentagotas. La idea de triangular en sectores ofensivos pareció ambiciosa a partir de la imprecisión observada. El sistema requiere de mucho trabajo, cierta automatización de los jugadores y precisión. Y claramente eso no está aceitado.
Con Silvetti encerrado como falso nueve, pasó poco con Panchito González y hubo pinceladas de Maroni. Aunque sí hubo algo del plan del DT que Newell’s hizo: rematar desde afuera. Cardozo desviado, Tabares exigiendo al arquero rival y Maroni sobre el travesaño fueron terminaciones de jugadas con intento de gol. Y mostraron cierta supremacía en dominio de balón y territorio de parte de Newell’s.
Pero como tantas veces sucede, tener la pelota no garantiza ganar. La estabilidad defensiva que mostraba Newell’s en un primer tiempo dominador, con un trabajo prolijo de Salcedo y Sosa con colaboración de Cardozo y Regiardo lograron contener a Sebastián Villa. El mayor peligro del rival estaba controlado.
La única preocupación pasaba por la marcación en la pelota parada que se vio en los córners que ejecutaron los mendocinos.
Nada hacía presagiar irse al vestuario en desventaja. Pero hubo una sucesión de pequeños errores o distracciones y a los 42 minutos la visita anotó. Primero Tabares quiso salir jugando con poco espacio tras robar una pelota y concedió un córner. Tras el centro nadie pudo despejar y la pelota derivó en Gómez, quien metió un par de amagues y sacó un centro para el cabezazo solitario de Peinipil, con la Defensa leprosa muy metida en el área chica y un Reinatti que no se animó a salir a cortar un envío que cayó en su zona de control.
De pronto, el entusiasmo de la gente flaqueó, y sobrevolaron los fantasmas de un 2024 que nadie quiere recordar.
Newell’s salió al complemento obligado. Y Soso cambió los dos laterales. Panchito pasó a jugar de tres bis, Juanchón entró de nueve para liberar a Silvetti y el pibe Tirado volvió al ruedo tras mucho tiempo.
Y el impulso pudo poner el partido igualado. Primero falló Panchito en la puerta del área al rematar al cuerpo del arquero. Y luego vino un penal tras agarrón a Salcedo. Pero Banega pateó a la zona donde más se tiran los arqueros y el festejo pasó a ser reprobación de los hinchas.
Desde ahí fue todo cuesta arriba. Newell’s atacó a los empujones y el partido se llenó de desbordes de Chiaverano y Silvetti para lucir a los zagueros rivales y evidenciar la falta de un nueve de mayor jerarquía.
Para colmo, en la jugada más clara, Juanchón metió una media vuelta en el palo, y en el rebote, Maroni pareció apuntar al mismo lugar. La suerte estaba echada.
Newell’s fue un ‘deja vu’ de un 2024 que nadie quiere recordar. Será necesario cambiar la imagen rápido porque la paciencia se agotó hace rato.