Por: Gastón Marote/ NA
Patrick Wayne Kearney, conocido como «el asesino de la autopista» fue un asesino serial que mató a 21 hombres y niños, más allá que él confesó un total de 35 crímenes, entre 1962 y 1977, y que se caracterizó por ser zoofílico, necrófago y pederasta.
Nacido el 24 de septiembre de 1939 en el este de Los Ángeles, California, era el mayor de tres hijos de una familia de clase media y en la escuela era blanco de compañeros matones que lo golpeaban con frecuencia y le decían «maricón»,
En su adolescencia, se volvió retraído y albergaba fantasías sobre matar enemigos personales, lo que a menudo terminaba en que Kearney los desollara vivos.
También descubrió fantasías sexuales que giraban en torno a la dominación y comenzó a involucrarse en la bestialidad, algo a lo que se entregaría hasta su arresto, con el perro de la familia cuando tenía 13 años.
Kearney se perfeccionó como artista homosexual y buscó socios en San Diego y Tijuana, en México, donde aprovechó su fluidez con el idioma español y su interés en la cultura latinoamericana para socios potenciales.
Este homicida confesó haber matado a su primera víctima, una persona que hacía autostop a la cual recogió y asesinó en Orange, California en 1962. Asesinó a varias personas más y en 1967 empezó una relación de amantes con un hombre más joven llamado David Hill.
Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo la pareja discutía cada vez más y Kearney se iba a dar largos paseos en su camioneta, momento en el que aprovechaba para levantar a jóvenes autostopistas que salían de bares para gays y los mataba, para luego violarlos y deshacerse de sus restos.
El asesino serial relató tiempo después cómo mató a su primera víctima: fue en 1962, tenía 19 años, aunque no sabía su nombre. Lo había convencido de dar un paseo en su motocicleta con él a un área apartada en las afueras de Indio, California. Cuando llegaron, Kearney le disparó al joven en la cabeza y agredió sexualmente el cadáver, del cual nunca más se supo nada.
A otra de las personas que mató, este sujeto confesó haberle disparado en la cabeza, la arrastró hasta el baño de su casa, donde lo sodomizó, luego lo desolló y después lo desmembró en la bañera con un cuchillo.
Por último, Kearney extrajo la bala de la cabeza de la víctima para asegurarse de que no se rastreara el asesinato hasta él, mientras que después enterró el cuerpo desmembrado detrás de su garaje.
Con el correr del tiempo, el asesino serial perfeccionó su modus operandi, lo que le permitió llevar a cabo sus crímenes de manera mucho más eficiente y frecuente.
Después de frenar un tiempo para no llamar la atención de la Policía, a partir de 1974, se estima que Kearney cometió homicidios casi mensualmente.
Tras abusar sexualmente de los cadáveres, este sujeto mutilaba y desmembraba los restos con una sierra para metales antes de desecharlos en varios lugares, como cañones, vertederos y a lo largo de las autopistas, generalmente en bolsas de basura industriales.
En algunos casos, se deshizo de los cuerpos en el desierto, donde podrían ser consumidos por animales carroñeros, al tiempo que a veces drenaba la sangre de la víctima para eliminar el olor.
También en ocasiones las partes del cuerpo antes de desecharlas para minimizar la presencia de sangre seca y eliminar la evidencia de huellas dactilares, mientras que en algunos casos golpeaba a sus víctimas después de muertas.
Entre las víctimas más jóvenes aparecieron Ronald Dean Smith, de 5 años, cuyo cuerpo apareció el 12 de octubre de 1974, tras desaparecer el 24 de agosto del mismo año; Merle «Hondo» Chance, de 8, quien desapareció el 6 de abril de 1977 y fue descubierto el cuerpo el 26 de mayo de 1977.
Además, el 16 de junio de 1976, Kearney mató a Michael Craig McGhee, de 13 años, quien tenía un largo historial delictivo.
Kearney se había hecho amigo del niño y lo invitó a asistir a un viaje de campamento, pero como lo percibió como una amenaza potencial le disparó sin previo aviso después de que McGhee se jactara abiertamente de sus hazañas criminales y preguntara sobre la presencia y ubicación de las alarmas antirrobo en la casa del homicida.
El crimen de John Otis LaMay, de 17 años, ocurrido el domingo 13 de marzo de 1977, alrededor de las 17:30 fue el que lo llevó a prisión.
LaMay le había dicho a un vecino que iría a Redondo Beach para reunirse un hombre llamado Dave, a quien había conocido en un gimnasio local. De hecho, se trataba de David Hill, quien le había dado a LaMay la dirección de la casa del criminal.
La pareja del asesino serial no estaba cuando el adolescente llegó, por lo que Kearney lo invitó a ver la televisión hasta que Hill regresara.
Sin provocación, el homicida tomó impulsivamente su pistola y le disparó a LaMay en la nuca, luego desmembró el cadáver y arrojó los restos al desierto.
Los restos del adolescente fueron hallados el 18 de marzo de 1977 y en esta ocasión a los investigadores se les hizo fácil porque la víctima había sido vista en compañía de Kearney y Hill. Los dos huyeron a El Paso, Texas, luego de que el homicida renunciara a su trabajo.
Las familias de los fugitivos persuadieron a la pareja para que se entregara: Hill, de 36 años en ese momento, finalmente fue absuelto de cualquier participación en los crímenes y fue liberado.
Por su parte, Kearney hizo una confesión completa, admitiendo inicialmente un total de 28 asesinatos y posteriormente siete más y se declaró culpable como para evitar la pena de muerte.
El homicida fue acusado de 21 asesinatos -en otros siete crímenes no había evidencia física muy firme para acusarlo- y le dieron la misma cantidad de cadenas perpetuas.
Desde este año, Kearney está encarcelado en la prisión estatal de Mule Creeken, en California.