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Pediatría rural, una práctica fundamental

Por: Gina Verona Muzzio. A través de la creación de una ONG y junto a un gran equipo de trabajo, el médico y docente en pediatría rural Gustavo Farruggia trabaja desde hace diez años en el Impenetrable Monte Chaqueño. Allí, brinda atención médica a comunidades rurales excluidas.
Fotos: gentileza "La Higuera".

“En las comunidades rurales, en especial en las que están más aisladas, las que tienen los peores indicadores de salud, las peores condiciones de vida, casi no hay médicos, menos aún especialistas”, expresó el doctor Gustavo Farruggia, médico pediatra de 43 años, docente, rosarino que desde hace diez años trabaja en el Impenetrable chaqueño brindando atención a comunidades rurales excluidas, fundador de la ONG de acción médica humanitaria “La Higuera” e incansable militante por la instrumentalización de la medicina rural como práctica académica obligatoria.

Farruggia abrazó la posibilidad de desarrollarse como médico pediatra en zonas rurales mientras aún estaba en Rosario, comenzando sus residencias. “La idea surge hace un montón de tiempo, cuando yo estaba en la residencia y pensé que los que nos dedicamos a estudiar medicina, que tuvimos acceso a la facultad y pudimos especializarnos, podíamos instrumentar un lugar de formación que no estuviese en un espacio urbano, sino en el medio del monte, donde la situación es completamente distinta”, recordó el médico. Y agregó: “En estos lugares, como no hay médicos, hay una demanda asistencial muy grande que te apabulla. Y uno se desgasta, por eso la lucha tiene que ver con instrumentar la práctica, fundamentalmente en la parte pediátrica porque en las comunidades rurales suele haber muchos chicos”.

La metodología de trabajo en zonas rurales o aisladas también difiere mucho de la de las zonas urbanas. En las ciudades, es costumbre que la gente visite al médico y haga consultas, pero en el campo o en el medio del monte es muy raro que alguien visite a un médico a menos que sea una situación extrema, una emergencia. Por lo tanto, son los profesionales de la salud los que se trasladan para acercar atención a la comunidad. Esto implica que los médicos se involucren en sus tareas y con sus pacientes de una manera muy distinta.

“La única manera de sostener el trabajo en las zonas rurales y parajes aislados del país es estando allí”, explica Farruggia. La ONG que fundó junto a un gran equipo de trabajo ayuda a que esto se logre. La Higuera es una institución autónoma, dedicada a asistir a los niños de comunidades rurales aisladas, en forma complementaria con el sistema de salud de la provincia correspondiente, con una dinámica de sustentabilidad y permanencia en la zona seleccionada.

Como toda organización no gubernamental, La Higuera se financia con el aporte de empresas, instituciones y padrinos. Los trabajadores son voluntarios. “Con el trabajo de la ONG y estos aportes nos pudimos comprar colectivos, camionetas y las hectáreas para construir la Casa de la Pediatría Rural”. El predio en que ésta se construye está estratégicamente ubicado en el medio del Impenetrable Monte Chaqueño, en el Paraje Las Hacheras. Esta casa contará con un espacio de alojamiento para profesionales, pasantes y voluntarios, será un centro de referencia asistencial para la población de los diferentes parajes y en una última etapa tendrá una cooperativa para microemprendimientos productivos y de educación rural agrotécnica.

Gustavo Farruggia aclara que el trabajo que se realiza a través de La Higuera y el que se busca alcanzar con la Casa de la Pediatría Rural no se desarrolla por fuera del sistema de salud de Chaco. “Nosotros no hacemos un trabajo paralelo, sino que trabajamos en los puestos sanitarios del Ministerio de Salud, pero con un sistema de formación continua para residentes en pediatría o para médicos generales”, detalló.

Por el momento, los médicos que trabajan en el Impenetrable Chaqueño, o en lugares en los que la situación es similar, se acercan de forma voluntaria. “Pero –explica Farruggia- la idea trascendental acá es que las carreras de posgrado, las universidades manden los residentes. Es decir, que como en la actualidad van rotando en terapia, en neonatología… Bueno, que entre esas especialidades les toque también pediatría rural, que esté incluida. Y es un desafío grande. Pero ahora el desafío ya no es tanto para nosotros, porque llegamos a un punto en que más de lo que demostramos no podemos hacer. Ahora vienen articulaciones con los ministerios y con las universidades, para que realmente la tomen como una metodología de trabajo”.

“Desde La Higuera pensamos que si bien un cambio puede empezar con una ONG, ninguno se puede sostener desde ésta, sino que se necesitan políticas de Estado. Entonces estamos en este momento en que si esto no es sostenido por un marco institucional, sino se sostiene con políticas de Estado es inviable”, resume el especialista en pediatría rural.

Farruggia aclara que no es una cuestión económica, sino que se trata de un compromiso político para que la práctica funcione y se institucionalice. Además, cuenta que es momento de definiciones políticas al respecto, que se han tenido acercamientos con el Ministerio de Salud de la Nación y con organismos dentro de la UNR. Pero que los tiempos de las instituciones del Estado y las universidades son larguísimos, y que eso embroma todo esto. “Hay cosas que se necesitan en el momento y vos te encontrás con que hablás un día con un funcionario, otro día con otro funcionario, un día con un ministro, otro día con otro ministro… y lamentablemente es así. Pero es la etapa en la que estamos”.

Por eso, lo que se busca es que esté instrumentada la pediatría rural, que sea una práctica más, que el Ministerio de Salud de la Nación tenga convenios con las provincias, que esté institucionalizado. “Nosotros estamos en Chaco pero esto hay que replicarlo en otros lugares. Esto implicaría que el Ministerio de Salud financie a los médicos que estamos acá, al sistema”, indica Farruggia. Y completa: “Además, debe haber continuidad, una planificación educativa, algo transversal”.

Respecto al sistema de residencias y su importancia, Gustavo explica que “hay que tener en claro que es dificultoso encontrar un médico que se quiera ir a vivir a estos lugares porque hay un cambio cultural muy fuerte, historias personales difíciles”, pero manteniendo un sistema con gente formada, que prácticamente ya son pediatras, esto se va a poder mantener, tanto en Chaco como en Formosa o Misiones. “En un país que genera tanta cantidad de médicos pediatras, es inadmisible que no tengamos gente en estos espacios”, explica.

Farruggia define como objetivos a corto plazo: “Que esté instrumentada la carrera de pediatría rural y que haya recursos económicos, ya que nosotros necesitamos para financiarnos doscientos mil pesos al año. Para vehículos, para mantenimiento, vivienda y seguro, entre otras cosas”. En lo trascendental, agrega el profesional, “es necesario que la universidad y el Estado tomen esto como propio, que lo institucionalicen. Sino esto se termina acá”.

“Hay mucha gente que desconoce la pediatría rural, la medicina rural como rama. A mí me molesta que esté visto como algo altruista, porque en realidad creo que es una obligación que tenemos. No es un acto solidario, es un deber que tenemos los que pudimos acceder a la universidad. Más porque son comunidades aisladas, sin recursos”, concluye Farruggia.

Enfermedad de Chagas, un mal silencioso

Gustavo Farruggia definió al Mal de Chagas como uno de los principales males que aqueja a las comunidades con las que trabaja. Enfermedad que es evitable con políticas de prevención y educación. Según indica la Organización Mundial de la Salud (OMS), “la enfermedad de Chagas, también llamada tripanosomiasis americana, es una enfermedad potencialmente mortal causada por el parásito protozoo Trypanosoma cruzi. Se encuentra sobre todo en América Latina, donde se transmite a los seres humanos principalmente por las heces de insectos triatomíneos conocidos como vinchucas, chinches o con otros nombres, según la zona geográfica”.

“El Mal de Chagas es una enfermedad silenciosa, cuyos síntomas no se ven de inmediato. Es una enfermedad que está relacionada a las condiciones de vida. Las únicas formas de transmitirse son: por vía vectorial, por sangre o por vía transplacentaria”, explicó el médico.

Farruggia consideró que por el tipo de enfermedad, y por los lugares en los que es más común, son necesarias mejores políticas de Estado y mayor difusión en los medios. Además de la prevención y los tratamientos, es necesario un cambio cultural para que la enfermedad se reduzca.

“No creemos que el cambio se pueda lograr desde La Higuera, creemos que el cambio se hace con políticas de Estado y a largo plazo. Y haciendo que en la universidad tengamos médicos que estén destinados o dedicados a comunidades rurales”, reflexionó, y agregó: “Hoy en día se forman entre tres mil y cuatro mil médicos en todo el país, de los cuales en los grandes centros urbanos hay uno cada 250 personas. En el Chaco hay un médico cada 20 mil, y la mayoría no están formados”.

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