Jorge Kohen**
En el momento más crítico de la pandemia, después del fracaso de las medidas anunciadas 14 días atrás, el gobernador de la provincia de Santa Fe Omar Perotti y el intendente de Rosario Pablo Javkin decidieron, a contramano de lo que los datos epidemiológicos y la situación de sistema de salud aconsejan, apretar el botón “verde”.
En lugar de pasar a una etapa de aislamiento social preventivo intermitente estricto por 21dias, liberaron prácticamente todas las actividades; exceptuando espectáculos públicos, trabajo en oficinas públicas y, por supuesto, la actividad educativa en todos los niveles.
El día del anuncio se registró un nuevo record de casos en Rosario: 856 y también en la provincia: 1967 casos; lo cual lleva a la cifra de 16.183 casos en Rosario y 32.100 infectados a escala provincial. Con un total de 92 por ciento de camas ocupadas en el sector público se decide abrir todas las actividades que aun funcionaban con limitaciones.
Irresponsabilidad e impotencia
La afirmación parte de funcionarios públicos: “Hay que acostumbrarse a vivir con el virus”, es de una gran irresponsabilidad y una confesión de impotencia ante la imposibilidad de contener y encauzar el desarrollo de la pandemia.
La subestimación de la enfermedad cuando se realiza desde funcionarios públicos con alta responsabilidad sanitaria estimula a que la población no cumpla con los escasos elementos que tenemos para prevenir los contagios que son el distanciamiento social, no circular sin necesidad, el uso del barbijo y el lavado frecuente de manos.
“Acostumbrase a vivir con el virus” es aceptar la inevitabilidad del contagio y aceptar que de cada 32 personas que se contagie, una morirá. Lo que viene denunciando públicamente el investigador del Conicet, Ernesto Kaufman, se está cumpliendo dramáticamente.
En Rosario, en particular, y en la provincia de Santa Fe, en general, la pandemia se encuentra en una situación de descontrol casi absoluto y, con las medidas que se anunciaron el 24 de septiembre, la evolución de la epidemia ha quedado librada a la absoluta responsabilidad individual en el cuidado y a la evolución “natural” que tenga la epidemia de covid-19.
Los más infectados: los trabajadores
Es comprensible el cansancio y el hartazgo de la población ante las únicas medidas para combatir al covid-19 y la necesidad de trabajar. Pero dos factores impiden satisfacer el deseo de la población: el alto nivel de circulación viral y la aguda crisis económica, que era preexistente, y se ha visto agravada por la pandemia. Lo hemos dicho en otras oportunidades no hay reactivación económica con trabajadores infectados e infectándose.
El último informe de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo muestra que son los trabajadores el grupo social que cuenta con más infectados.
Los datos al 1 de septiembre señalan que de 601.713 argentinos infectados, 11.925 son trabajadores esenciales. Si le agregamos a los no esenciales que están trabajando y no tienen cobertura de covid-19 por su ART y los precarizados e informales, dos tercios de los infectados son trabajadores.
También es interesante observar como a partir de junio los trabajadores de los establecimientos fabriles, comercio y otras actividades superan a los trabajadores del sector salud y a las fuerzas de seguridad.
Combatir la infodemia
Es una ilusión de los comerciantes que con la apertura de sus locales volverán los niveles de consumo anteriores a la pandemia. Esa normalidad consumista no existe porque la pandemia agravó la crisis y ante la enfermedad y la muerte, la prioridad para la mayoría de los ciudadanos y ciudadanas es sobrevivir.
Para encausar esta crisis sanitaria, cuyas perspectivas son de agravamiento y no de resolución, debemos cortar de manera total la circulación del virus y esto sólo se logra si durante un periodo completo de la evolución de la enfermedad, es decir 21 días, no haya circulación de personas en las calles.
Una vez terminado ese plazo, se puede adoptar la estrategia de las “burbujas sanitarias”, como lo hizo Nueva Zelanda, que le dio resultado positivo. Junto a estas medidas es necesaria una política estricta de control de la circulación en el territorio santafesino.
En este contexto, es fundamental combatir la “infodemia” que acompaña al covid-19 y es tan nociva como el mismo virus, comenzando por desestimar la idea de acostumbrarse a convivir con la enfermedad y la muerte y alentar a la población a que es necesario llegar saludables hasta que tengamos la vacuna, la cual está en un horizonte cercano.
Multiplicar la solidaridad
Una cuestión fundamental es la de proteger, cuidar y sostener a los trabajadores de la salud y los considerados esenciales, comenzando por un salario digno, estabilidad laboral, permitir el descanso necesario y evitar el multiempleo.
El Estado nacional está asistiendo con dinero en efectivo a 22 millones de argentinos e implementó 14 planes económicos y sociales para sostener al sistema productivo.
La provincia de Santa Fe debe suspender el cobro de la luz, gas, aguas provinciales, impuestos municipales y provinciales a los comerciantes y quienes tienen emprendimientos que no pueden sostener por las medidas para controlar la pandemia.
Así, apoyar e impulsar de manera decidida la ley del aporte solidario a las grandes fortunas personales como mecanismo de financiamiento de las políticas económicas y sociales que amortigüen los efectos de la crisis producto de la pandemia, es un paso clave. Multiplicar la solidaridad individual y colectiva, es el camino para contener la epidemia y comenzar a rehumanizarnos.
** Docente Investigador (UNR) / Asociación Latino Americana Medicina Social (Alames)