Emblema de la cultura rosarina de proyección nacional e internacional, una vez más a lo largo de sus más de cincuenta años de producción artística, el grupo Arteón ve peligrar su histórico y recuperado espacio de Sarmiento 778 a manos de la especulación inmobiliaria por la inminente venta de la Galería del Patio en cuyos altos se encuentra la histórica sala.
Espacio Incaa Rosario desde hace algunos años, declarado de Interés Municipal y reabierto en 2009 para el teatro y el cine rosarinos más allá de la producción propia de legendario Arteón, el espacio, que oportunamente fue equipado con toda la tecnología necesaria para funcionar con los requerimientos del presente, se encuentra cerrado desde el comienzo de la cuarentena del 20 de marzo del año pasado.
En los últimos meses, y frente al cierre de muchos locales comerciales en el corazón del centro rosarino, los propietarios del inmueble se mostraron reacios a renovar el contrato de alquiler que habilita el funcionamiento de la sala, más allá de los locales comerciales que habitan ese mismo edificio y que en caso de venderse, nada garantiza que nuevos propietarios sostengan su uso tal como funciona en el presente, porque incluso podría ser demolido.
De todos modos, la histórica Ley Nacional Nº 14.800 sostiene que en caso de demoliciones de salas teatrales, el propietario tendrá la obligación de construir en el nuevo edificio otra sala con las mismas características de la existente, más allá de que se conocen casos que, a partir de ciertos artilugios legales, lograron esquivar la ley creada a mediados de los años 50.
“Estamos a la espera y en cierto modo en alerta; si bien por el momento no tenemos nada concreto es algo que se nos puede venir encima de pronto y cuanto menos lo esperemos”, dijo a El Ciudadano el histórico creador del grupo Arteón, Néstor Zapata.
“Nosotros cerramos la sala por disposiciones de la normativa vigente en marzo del año pasado y con muy breves períodos de aperturas y cierres, finalmente no se volvió a abrir. Y notamos que había una actitud de los propietarios de la sala, los hermanos Valenti, que nos daban la continuidad de hecho pero que no nos renovaban el contrato. Habíamos optado por una nueva renovación de cinco años a través de cartas que nunca fueron contestadas. Y si bien estábamos por abrir en cualquier momento, aparece ahora la intención de ellos de que nos vayamos de allí, que no estemos más”, destacó preocupado Zapata.
“Hemos planteado que no es posible, que cuál sería el motivo y el por qué –continuó–; en ese sentido, los propietarios nos plantean que quieren vender el edificio, que necesitan venderlo o ya estaría vendido y concretamente nos están pidiendo que nos vayamos. Mi planteo fue el del diálogo, actualizar el alquiler de ser necesario debido a estos meses que pasaron sin actividad, encontrar alguna manera de resarcimiento económico en medio de esta situación que está claro que nos afecta a todos: a ellos como propietarios y a nosotros como inquilinos pero sobre todo como trabajadores de la cultura. Hay que tener en claro que no dejamos de trabajar porque no teníamos ganas de hacerlo, sino porque la salas debieron estar cerradas por la pandemia”.
El destacado director hizo hincapié en las dificultades que debieron afrontar en todos estos meses con la sala cerrada y sin ingresos, pagando incluso impuestos y servicios entre otros gastos y teniendo aún una serie de pagos pendientes con empleados. “Queremos reabrir, queremos trabajar, pero necesitamos que nos autorice un contrato, alguna forma legal que nos autorice a seguir adelante. También planteamos que antes de vender se pongan al tanto de la legislación vigente, porque hay una ley nacional que demanda concretamente a las empresas constructoras que tiren abajo un teatro que en el edificio que hagan deberán construir una nueva sala de teatro de las mismas características de la existente. Por lo tanto, quien compre, en caso de que decida tirar abajo la sala tal como está, tendrá que construir un nuevo teatro”.
Ficción y realidad
Paradójicamente, el creador, que ha sabido de persecuciones y reinvenciones a lo largo de casi seis décadas, con el recordado incendio intencional de la sala a comienzos de los años 70, prepara por estos días un telefilm que se llamará Los fantasmas del Arteón, que surge de un sueño en pandemia: una vez más hay un intento de cerrar la sala y demolerla, pero los fantasmas de los personajes que pasaron por todas las obras que allí se presentaron se resisten a que eso suceda, lo que se revela como toda una paradoja de sentido en este momento.
“Arteón es nuestra casa, nuestro lugar; no entendemos que alguien nos eche de allí. Y no es el hecho material, es el hecho de la historia que está impregnada en esas paredes, en ese escenario, en esas butacas, en cada uno de los rincones. Desarmar todo y venderlo no tiene un precio material, el precio es totalmente espiritual. Cuando pensé en hacer Los fantasmas del Arteón pensé en algo similar; parece que la vida me lo cobró. De algún modo pensé en esa historia, en esa sala de un viejo teatro que querían demoler para hacer una playa de estacionamiento o algo que deje más dinero, y que ahora estamos viviendo”, expresó el director.
Y cerró: “Esto que yo cuento en la ficción me está pasando en la vida real; una ironía del destino que por cierto es muy cruel. Por eso es que nosotros vamos a luchar con todas nuestras fuerzas, con todo lo que nos dé el cuero para que el Arteón no se cierre. Y no lo hacemos por nosotros que ya estamos viejos, sino por todos esos jóvenes que nos están mirando, para los que somos referentes, y esperan una respuesta de nosotros. Entendemos que en la Argentina de hoy no puede ser tan fácil cerrar un teatro histórico como éste. Por eso pedimos apoyo a toda la comunidad para que se declare como un lugar histórico, necesitamos el apoyo de los tres niveles de gobierno y de todos los colectivos de artistas del país”.
Néstor Zapata cuenta su historia a través de un documental de Radio Nacional Rosario