Desde Foucault a Derrida, el tema de la locura atraviesa todas las disciplinas de las ciencias y sigue despertando, al día de hoy, múltiples abordajes y debates. Para sumar elementos y tratar de formular nuevas preguntas, los artistas Luis Vignoli y Alita Villanova, ambos de profesión arquitectos, exponen en la galería de la Alianza Francesa (San Luis 846) un diálogo de sus producciones artísticas en la muestra Usuarios Colaterales, que estará vigente hasta el 28 de agosto de lunes a viernes de 8 a 20.
En ese marco, esta tarde a las 19 se realizará un encuentro-debate que, partiendo de dialogar sobre arte y locura, se propone analizar el tema del lenguaje junto a integrantes de Luces Calientes, un programa de Cablehogar que se hace dentro de un taller del Centro de Salud Mental Agudo Ávila. Pero, además, con la participación de Fabiana Ímola, quien lidera un taller en la Colonia Psiquiatrita Oliveros; psicólogos, periodistas, gente de la literatura, de la ciencia y la salud mental.
Interesado en independizar la obra de su autor o de lo que la generó, Vignoli dijo que el debate se propone “romper con el ego del artista”. Y, en diálogo con El Ciudadano, sostuvo: “Es un misterio lo que ocurrirá mañana (por hoy)”.
Al mismo tiempo contó: “Uno piensa en la locura, no por la locura en sí o lo que pueda significar, sino por la posibilidad del artista de romper barreras de lenguaje que le permitan recurrir a una expresión artística –ya sea pintura o fotografía– donde aparezca la disciplina. Lo que estoy buscando es hacerme la pregunta del loco: el loco que no miente, que no oculta, que no tiene la barrera de la formalidad social, protocolar de la sociedad. Ahí está ese límite no preciso que se puede romper para permitirnos decir cosas que de otro modo no podríamos”.
Fotógrafo y arquitecto, Vignoli tiene una búsqueda que transita por el lenguaje. Afirma tener “una especie de crisis” con la fotografía a partir de la aparición de lo digital y, en ese contexto, señaló: “Mi búsqueda empieza a romper con la técnica para preguntarse si la disciplina puede generar un lenguaje desde otro lugar”, contó.
Usuarios Colaterales presenta imágenes de Luis Vignoli y pinturas de Alita Villanova. El primero describió sus trabajos como “fotografía de edificios que, con el paso del tiempo, se vuelven obsoletos, pero que fueron creados con un objetivo”, y sobre lo que le sedujo de las pinturas de su compañera dijo que “tenían familiaridad con mis fotos”.
“Ocupamos la intemperie, poblamos la contradicción, la multiplicamos, la ponemos en evidencia, resaltamos los rincones del abandono y del despojo, aquellos donde la ciudad parece estar dormida, silenciada, postergada”, se dice en el texto curatorial de la muestra.
Consultado por lo que entiende por “usuarios”, el artista dijo que lo piensa como un eufemismo pero “es una nueva forma de desterrar la violencia del vocabulario a la hora de hablar de los locos. El artista al momento de expresar algo hará un quiebre con la formalidad de lo políticamente correcto y lo expresará en un lenguaje que es su obra. Al romper con lo establecido, empieza a trabajar con lo «no convencional», lo que, a veces, se llama «locura»”.
—¿El diálogo entre arte y locura aparece en las obras desde su génesis?
—En mis fotos hay una serie que arranca por lo arquitectónico. Por un lado los pabellones clausurados de la Colonia Psiquíatrica de Oliveros que quedaron obsoletos al cambiar el paradigma de salud mental; y algunos edificios del ex Batallón 121. Ambos son edificios concebidos con el paradigma de poder de otro momento. El estado derruido en el que están se muestra como una especie de supervivencia desde donde aparece la lectura que hago de la pintura de Alita quien trabajó, como arquitecta, en relevamientos de los Centros Clandestinos de Detención. En algún punto, eso empieza a atravesar su obra pictórica.