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Pensar las noticias en clave no binaria

La activista travesti Lara María Bertolini llegó el último martes a Rosario para debatir sobre cómo pensar las noticias en clave no binaria, en un panel que compartió con le poete, periodiste y activiste lesbiana no binarie feminista Gabby De Cicco, y el periodista Martín Paoltroni

La activista travesti Lara María Bertolini llegó el último martes a Rosario para debatir sobre cómo pensar las noticias en clave no binaria, en un panel que compartió con le poete, periodiste y activiste lesbiana no binarie feminista Gabby De Cicco, y el periodista Martín Paoltroni, de la mesa debate “Le Ciudadane”, organizada por El Ciudadano. Según dijo, el hecho de que la sociedad se estructure sobre la base del binomio femenino-masculino invisibiliza las multiplicidades identitarias que la constituyen. “Los medios no necesitan afianzar la temática de género sino justamente la identitaria”, consideró Bertolini.

La agenda de género y diversidad sexual entró como nunca antes a los medios. Pero, ¿hubo un cambio real en la forma de contar? ¿Qué se pone en juego a la hora de hacerlo? ¿Qué lugar tienen en los medios las disidencias sexuales? ¿Qué pasa con el lenguaje inclusivo en las noticias? ¿La palabra “todos” dejó de ser representativa? Esos fueron los disparadores de la mesa moderada por el periodista de El Ciudadano Agustín Aranda que se desarrolló en el Mercado de Frutos Culturales con motivo de las actividades por el aniversario del suplemento “La Cazadora”, publicado en este diario en 1999.

“En Argentina hay un cambio gradual en los medios de comunicación, pero el gran problema que muestra la realidad es que así como las pulgas van a comer de los perros y duermen en la madera, el desconocimiento identitario se alimenta en la cultura de la sociedad y va a hacer nido en el Estado. Si el Estado no cambia la forma binaria de reconocer las identidades va a seguir pasando lo mismo”. Bertolini plantea la metáfora para hablar del modo en que los medios de comunicación construyen la realidad.

Toma como ejemplo, además, el fallo por el asesinato de la dirigente y militante por los derechos LGTBI+ Diana Sacayán, cometido en 2015. El año pasado la Justicia condenó a Gabriel Marino a prisión perpetua al considerar que se había tratado de un “crimen de odio” motivado por el “prejuicio a la identidad de género travesti”. Es decir, un travesticidio. Y ese neologismo es de suma importancia. “Una noticia mal dada puede influir en un fallo. Si en este caso hubiera regido el binomio femenino-masculino hubiera quedado invisibilizadada la identidad travesti”, que en definitiva fue lo que motivó el crimen y llevó a la condena a perpetua, consideró Bertolini, quien señaló que la revolución en la redacción periodística necesariamente tiene que mostrar la multiplicidad de identidades.

Romper el binomio

La historia personal de Lara Bertolini –activista travesti, trabajadora judicial en la Procuración General de la Nación y estudiante de derecho en la Universidad Nacional de Avellaneda– también está marcada por la lucha de trascender al binomio femenino-masculino. En 2016, luego de realizar el trámite que prevé la ley 26.743 (de Identidad de Género), Lara consiguió que su partida de nacimiento y su DNI fueran rectificados y donde decía que su género era “masculino” pasó a decir “femenino”. “La ley sale en 2012 y en 2016 yo la abracé porque para las travestis solamente existía la posibilidad de ser reconocidas por lo más cercano para defendernos de la violencia, en mi caso el género femenino”, agregó.

“Un tiempo después me uní a la Colectiva Lohana Berkins. Ahí me puse en contacto con referentes como Susy Shock, Violeta Alegre o Marlene Wayar y empecé a pensar en otros términos y a entender que mi identidad no era la de mujer sino una identidad travesti”, recodó Bertolini.

A la par de esta nueva forma de entenderse como parte de un colectivo con identidad propia, se desenvolvía el juicio por el travesticidio de Diana. El fallo fue determinante: “Ese juicio me dio la posibilidad de pensar en esa llave mágica que dio Diana, que si ella fue reconocida como travesti asesinada, ¿por qué yo no podía reclamarle al Estado mi feminidad travesti en vida?

Bertolini recorrió la vía judicial para conseguirlo. El trámite recayó en el Juzgado Civil N°7 de la Nación. En marzo pasado, la jueza a cargo, Myriam Cataldi, falló en su favor y ordenó al Registro Civil que volviera a rectificar su género en la partida de nacimiento y al Renaper que confeccione un nuevo DNI siguiendo ese mismo lineamiento. El fallo fue histórico, porque además ordenó al Registro Civil que, en lo sucesivo, este tipo de requerimientos se realicen por vía administrativa y no judicial.

Pero la orden judicial no fue ejecutada porque desde el Renaper apelaron la resolución. ¿El motivo? El mismo binarismo que la jueza Cataldi rechazó en su fallo de 12 páginas al entender que, luego de recorrer jurisprudencia nacional e internacional, las categorías de género y sexo son necesariamente móviles y que deben evolucionar en la medida en que “es necesario deconstruir las categorías sociales y políticas que binarizan” tanto al sexo como al género, para ajustarse “a la vivencia interna e individual de las personas”.

El principal argumento que utilizó el Renaper es que el sistema legislativo argentino está basado en el binomio femenino-masculino, algo que resumieron en “una cuestión puramente registral: la Administración Pública no podrá cumplir con el deseo de cada persona que pretenda una registración del sexo biológico por una que no exista naturalmente”, consideraron desde el Renaper en la apelación.

“La jueza ordena abrir campos identitarios de identidad de género, tantos como personas, pero el Estado se resiste porque los órganos administrativos no tienen actualizado el entendimiento. Sostienen y reafirman lo binario como control normativo por excelencia”, consideró Bertolini. “Yo no quiero un Estado que resuelva la falta de derechos por el cercenamiento mismo de derechos sólo por sostener el registro anacrónico del sexo”, dijo.

“Que un Estado se resista al derecho de identidad es un delito de lesa humanidad, es promover la invisibilización de las personas trans utilizando los mismos mecanismos que los Estados utilizan desde 1530, que es cuando aparecieron las personas trans en la historia”, dijo la activista, y concluyó: “Nos pueden matar e invisibilizar, pero vamos a seguir naciendo. Necesitamos un cambio de paradigma”.

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