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Perdió casi todo, y espera

Por: Graciana Petrone.- Daniel Ali trabajó años para juntar dinero y tener su propio gimnasio. Pero con la explosión del 6 de agosto, también estalló su sueño. Hoy, aguarda ayuda para que su local vuelva a abrir.

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Daniel Ali hace cuatro años abrió un gimnasio ubicado a pocos metros del edificio de Salta 2141 que explotó la mañana del martes 6 de agosto. Las pérdidas materiales que le provocó el siniestro, asegura, rondan los 200 mil pesos y, según contó, el aporte que recibió hasta ahora son los 20 mil que entregó el municipio para hacer frente al alquiler o a un posible nuevo contrato en otro lugar. Lo cierto es que no podrá abrir ni en el espacio en el que funcionzaba antes del desastre ni en ningún otro sitio. “Hoy nadie me da respuestas, ningún funcionario se acercó, el único que me ayudó fue Alberto Llorente que no me cobra la cuota de Newell’s hasta fin de 2014”, contó el comerciante entre lágrimas.

El local de Ali se llamaba Bodyfit, y estaba ubicado en Salta 2116, era más bien pequeño, aunque con los equipos necesarios para responder a las demandas de las clientas que iban casi todos los días a hacer ejercicio. Las fotos de su perfil en Facebook muestran un espacio elegante y cuidado. “No era un monstruo de esos como la cadena de Eurogym, el mío fue un emprendimiento familiar hecho con el esfuerzo de toda la vida”, dijo.

Durante su charla con El Ciudadano Daniel no dejó de llorar. El Turco –como le dicen sus amigos–, se conmovió el día de la explosión. “Hubo un antes y un después en mi vida y en la de todos”, dijo el hombre, y lamentó que “el destino me jugó una mala pasada, me sacó todo lo que tenía”.

Según contó, trabajó durante más de una década como repositor en un supermercado mayorista “para ahorrar plata y tener negocio propio”. El 20 de septiembre, día de los novios, cumplió el primer aniversario de casado después de estar 12 años en pareja, pero dada la situación por la que atraviesa, no hubo festejos. Por el contrario, hace unas semanas que el matrimonio empezó terapia por la angustia que sienten. “Hoy no tenemos nada, sólo deudas y la incertidumbre de no saber cómo vamos a hacer para salir adelante”, confesó.

El comerciante aseguró que nadie se acercó ni de la Municipalidad ni de la provincia para evaluar su situación, pero que hizo el trámite para obtener el crédito de 50 mil pesos con tasa subsidiada que ofrecen a los damnificados desde el Ejecutivo local. “Porque no queremos que nos regalen nada, lo que queremos es poder pagarlo con trabajo”, enfatizó. Igual explicó que aún no está firme el préstamo ya que entre los requisitos para obtenerlo está el de definir cómo se va a usar el dinero. “En las condiciones que quedaron los aparatos no puedo poner en marcha el negocio. Arreglar sólo las dos cintas fijas me sale 60 mil pesos”, dijo, sin contener las lágrimas.

Uno de los momentos más angustiantes de la conversación fue cuando Daniel contó cómo vivió el estallido esa mañana: unos minutos antes de la catástrofe, el comerciante caminaba por calle Catamarca como lo hacía todos los días para abrir el negocio. Aunque en esa ocasión, dijo que “antes de llegar a Balcarce empecé a sentir un olor a gas terrible, un zumbido como de un avión que se iba haciendo cada vez más fuerte y después, me aturdió la onda expansiva y vino la explosión”.

Otra sorpresa que se llevó Daniel fue, de acuerdo a su relato, que cuando quiso alquilar en otro lugar para intentar abrir un espacio de entrenamiento físico con los pocos aparatos que le quedaron en pie, la inmobiliaria no le reconoció el 15 por ciento de descuento en el contrato, el cual el municipio pactó con la cámara que nuclea al sector correspondiente. “Fueron todos los esfuerzos de mi vida que se fueron con la explosión, todos mis ahorros, mi esfuerzo, mi lucha, lo único que pido es que si la intendenta o algún funcionario lee esta nota que cumplan con lo que dijeron”, finalizó.

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