Daría la impresión en que las y los militantes peronistas no son bien recibidos como tales en los manifiestos ni en las movilizaciones sobre temas ambientales. Y pareciera hasta que ambientalistas y ecologistas fueran mirados con desconfianza, y hasta con recelo, por parte de la militancia del Movimiento. Claudio Vizia, antropólogo social y magister en sistemas ambientales humanos, dos carreras que cursó en la Universidad Nacional de Rosario –“la Universidad Pública”, resalta– confiesa que cree que así es, pero remarca que tal cosa carece por completo de lógica: él es el autor del libro “Perón Verde”, una exhaustiva investigación sobre los principios ambientales –además de los sociales– establecidos por Juan Domingo Perón, y concluyó que el legendario general tres veces presidente de la Argentina no sólo fue un pionero sino un visionario del ambientalismo global. Vizia recuerda que el fundador del justicialismo emitió su “Mensaje Ambiental a los Pueblos y Gobiernos del Mundo”, una pieza fundamental sobre la inclusión de la ecología en un proyecto político, y lo hizo hace nada más y nada menos que medio siglo: lo lanzó desde su exilio en Madrid el 21 de febrero de 1972, cuando estaba proscripto por la dictadura, y llevaba 17 años de una feroz persecución que le impedía retornar a la Argentina. Faltaba sólo un año para que ese exilio se quebrara por la lucha de las y los peronistas, y para que Perón fuera elegido nuevamente, y por tercera vez, presidente de la Nación, con el 61,86% de los votos, el domingo 23 de septiembre de 1973. Asumió el 12 de octubre de ese año, desalojando al dictador Alejandro Agustín Lanusse, y una de las primeras medidas que tomó fue crear, por primera vez en el país, un área ambiental, la Secretaria de Recursos Naturales y Ambiente Humano, poniéndola al mando de una mujer: la doctora en química Yolanda Ortiz. “Y con rango ministerial”, resalta Vizia.
El autor de Perón Verde, una sorpresa entre toda la obra literaria vinculada al peronismo, mira hacia el techo cuando se le menciona a un titular casi reciente de la cartera: el rabino-árbol Sergio Bergman, ministro durante la gestión de Mauricio Macri. Y distingue un elemento clave: Ambiente es hoy una cartera propia, pero Perón había puesto el área dentro del Ministerio de Economía, proyectando así un vínculo estratégico que luego se rompería, acaso por análogos lobbies –o los mismos– que en las últimas décadas vienen bloqueando en el Congreso nacional la ley de Humedales. Así, Vizia desempolva, reconstruye y exhibe un eslabón olvidado de la doctrina peronista, gestado por su propio fundador, que permaneció oculto –u ocultado– prácticamente en las cuatro décadas que siguieron a la recuperación de la democracia en 1983. Hasta ahora.
—¿Cómo le surgió la idea de investigar al peronismo desde el ambientalismo?
—Quiero aclarar que también soy jubilado municipal, que me desempeñé como delegado gremial por uns cuántos años y que ahora sigo colaborando tanto con el Centro de Jubilados como con la comisión directiva de mi sindicato. Y antes había trabajado en el área ambiental de mi repartición, el Servicio Público de la Vivienda, desarrollando los componentes ambientales de los programas de hábitat y de mejoramiento de la vivienda. Y yo escuchaba un programa de radio, La Cofradía de la Luz Solar, el primer programa radial de rock, y allí me enteré del Mensaje Ambiental de Perón. Tiempo después, en una nota periodística en Infobae, hacen un artículo muy elogioso con motivo del 40 aniversario del Mensaje. Y yo me pregunté cómo, siendo ambientalista y siendo peronista, desconocía totalmente esto: tenía una vaga idea de que Perón había hablado de estas cuestiones, pero no fue tomado en serio. Tal es así, que muchos lo consideraban una especie de “distracción”, algo que hacía Perón como para no hablar de la violencia política que caracterizaba al Movimiento en ese momento, en los setenta. Pero me puse a investigar de a poco la cuestión, a buscar bibliografía… Y para mi sorpresa encontré que no había. No existía ninguna obra dedicada al tema, siendo que el peronismo tiene intelectuales muy destacados, y también ambientalistas muy destacados.
—¿Y ahí abordó con mayor convicción al tema?
—Por esa época se publicó un libro desde el ecologismo, desde el ambientalismo, pero no remontándose y trabajando la cuestión doctrinaria y los antecedentes de Perón. Y hubo otro, de este Homero Babiloni, otro intelectual que es rector de una maestría ambiental en la Universidad Arturo Jauretche, y tampoco escribió sobre el tema. Trabajo en libros de ecología, pero no no sobre esto, y las publicaciones que había mencionaban el tema en forma marginal, como por ejemplo el libro “Perón versus Kissinger”, que escribió Paulo Ares, que también menciona la cuestión pero fundamentalmente alrededor del problema del control de la natalidad. Entonces lo primero que traté de hacer es encuadrar cómo se inscribe el ambientalismo de Perón dentro de lo que es el pensamiento doctrinario del justicialismo. Esto forma parte de la doctrina, y yo considero de que es la parte más novedosa y fundamental de la última actualización doctrinaria del pensamiento de Perón.
—¿Una pieza así era totalmente soslayada?
—O tomada desde un enfoque más geopolítico, como el de Jorge Castro, quien fue secretario de Planeamiento Estratégico de Carlos Menem. Hizo un texto muy sintético, que editó el Instituto Juan Domingo Perón, que dirige Lorenzo Pepe. Yo soy también miembro del Instituto Juan Domingo Perón.
—Y usted traza un vínculo entre Ambiente y Economía…
—Es que ahí, en el Ministerio de Economía, es donde se generan los proyectos y, antes, ya salían con su componente ambiental, no como ahora.
—¿Así fue avanzando en la investigación?
—Me tomó a mí mismo por sorpresa, como síntoma del total desconocimiento. Y pensé: “Si yo sé de esto porque soy ambientalista. Y sé de esto otro porque soy peronista. ¿Cómo no tengo idea?”. Y es que hay toda una especie de censura de la obra intelectual de Perón. Son 28 tomos, pero lo que se conoce se limita “Conducción política”, “La Comunidad Organizada”, y pará de contar. Además hay una concepción en algunos sectores de que un peronista no puede ser verde, o sea no tenés autoridad en materia ambiental, porque se liga mucho el peronismo a una cierta visión populista del desarrollo. Además, para que haya un rechazo tiene que haber un conocimiento. Y yo creo que no hay ningún conocimiento.
—¿Y cuándo ubica al pensamiento ambiental de Perón?
—En la reconstrucción arqueológica, para la que hago un enfoque más bien evolutivo, encontré que el ambientalismo de Perón que tiene que ver con con sus antecedentes biográficos, con el medio donde creció. Digamos que vivió su niñez, sus orígenes, junto a sus ancestros aborígenes, que le dan una particular relación con la tierra. Y su trabajo como boyero al lado de su padre, que le permitió conocer a distintas personas en el sur argentino, donde había una multiplicidad única y muy interesante, porque había desde inmigrantes escoceses hasta gauchos, indios puros, mestizos, etcétera, etcétera. Y él era un chico curioso: alternaba con todos ellos. Y su padre también era una especie de intelectual, un tipo muy interesado en la botánica, yle transmitió el interés por las plantas. Y en sus primeros años como militar, desarrolló una obra puramente lingüística: “Toponimia patagónica de etimologia araucana”, una obra que recupera a sus ancestros aborígenes, ocultos para todos los micrófonos de la época. El libro de Hipólito Barreiro “Juancito Sosa, el indio que cambió la historia”, recorre ese carril histórico. Barreiro, que vivió 17 años en África, fue el médico personal de Juan Domingo Perón.
Para leer y para descargar, éste es el Mensaje a los Pueblos y Gobiernos del Mundo, que hace más de medio siglo emitía Juan Domingo Perón antes de asumir su tercera presidencia, para la que triunfó con el 61,86% de los votos en las elecciones del domingo 23 de septiembre de 1973. Lo difundió el 21 de febrero de 1972.