El portero Jorge Néstor Mangeri fue condenado ayer a prisión perpetua por haber asesinado y arrojado a la basura hace dos años a la adolescente Ángeles Rawson en el barrio porteño de Palermo, en un hecho en el cual se dio por probado que hubo un abuso sexual simple y que todo ocurrió en el marco de un femicidio.
Tras cinco meses de juicio, el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) Nº 9 de Capital Federal consideró a Mangeri (47) autor de un “femicidio en concurso ideal con abuso sexual y homicidio críminis causa”, es decir el que se comete para ocultar otro delito y procurar la impunidad.
Si bien los fundamentos recién se darán a conocer el 24 de agosto, a las 13, con esta carátula y los artículos del Código Penal mencionados en el fallo, para el tribunal Mangeri cometió un abuso sexual simple contra Ángeles –sólo llegó a tocarla–, y luego decidió sofocarla y estrangularla hasta la muerte para ocultar el ataque sexual que había iniciado.
Además, pese a que no había una relación entre ambos, para los jueces Fernando Ramírez, Ana Dieta de Herrero y Jorge Gettas el crimen de Ángeles fue un “femicidio” en el que, como en su momento sostuvieron los acusadores, Mangeri “cosificó” a la víctima y la mató en un contexto de violencia de género.
Tanto los fiscales Fernando Fiszer y Sandro Abraldes como la querella de la familia Rawson, representada por el abogado Pablo Lanusse, habían pedido esta pena de prisión perpetua para el ex encargado del edificio de Ravignani 2360, pero le endilgaban distintas calificaciones legales.
Si bien hay alguna pequeña diferencia, el TOC 9 avaló la carátula elegida por la querella y que en su momento también fue la misma usada por el juez de instrucción que tuvo la causa, Javier Ríos, para procesar al portero.
La Fiscalía había pedido la pena máxima pero por “abuso sexual seguido de muerte en concurso ideal con femicidio”.
El fallo
La lectura del fallo se inició ayer a las 15.40 en una sala repleta de periodistas, público y familiares de la víctima y el imputado que ocupaban los 26 asientos que había en la sala.
Vestido con un pólar azul, pantalón del mismo color y zapatillas, Mangeri estaba rodeado por cinco agentes del Servicio Penitenciario Federal cuando el presidente del tribunal, el juez Ramírez leyó la parte resolutiva del fallo.
En el primer punto, el TOC 9 rechazó las tres nulidades que la defensa había planteado en su alegato: la de la revisión médica de Mangeri en la fiscalía, la de los estudios de ADN y la de los alegatos de querella y fiscalía.
Luego, Ramírez anunció la “prisión perpetua” para Mangeri, quien recibió el anuncio de su condena con la mirada perdida, mientras que el padre de Ángeles, Franklin Rawson, le sostenía una miraba que nunca llegó a cruzarse con la del ex encargado de su confianza.
El tribunal ordenó también que se extraigan testimonios para que se investigue, por falso testimonio o por la comisión de algún otro delito, a la esposa del condenado, Diana Saettone –ausente ayer en Tribunales–, un amigo del imputado, el primer médico de la defensa, dos vecinos del edificio de la calle Ravignani, el primo policía de la mujer del portero y el médico que hizo la autopsia.
La familia Rawson se quebró en llanto y, por un lado, la madre de Ángeles, María Elena “Jimena” Aduriz, se abrazó con su hijo mayor, Jerónimo Villafañe, con su madre, María Inés Castelli y con su prima, Cecilia Brook y, muy cerca, Franklin Rawson lloraba abrazado con su actual mujer, María Cristina Schiavone.
La fiscal Paula Asaro, quien esclareció el crimen de Ángeles en 96 horas, cuando Mangeri terminó autoincriminándose en su fiscalía, también estuvo presente en la sala y se abrazó con la madre de la víctima.
“No tuve nada que ver”
Por la mañana, Mangeri habló por última vez frente al tribunal y sentado en la misma silla que ocupó durante las pocas veces que asistió al juicio –la mayoría de las 22 audiencias se quedó en el penal de Ezeiza–, se acercó al micrófono para volver a decir que era “inocente”. Dijo: “No tuve ni tengo nada que ver con la muerte de Mumi y que se haga justicia, nada más”.
El caso
El TOC 9 dio por acreditado que el 10 de junio de 2013, a las 9.50 –horario en el que quedó grabada por una cámara de la cuadra–, Ángeles (16) regresaba de su clase de gimnasia, llegó al edificio de Ravignani 2360, en Palermo, pero no entró a su departamento de la planta baja A porque se topó en el hall con el ahora condenado.
La hipótesis es que, con algún engaño, el portero llevó a Ángeles a algún sitio –para la fiscalía puedo ser el sótano y para la querella la portería del octavo piso–, y allí inició un ataque sexual que, por la resistencia de la víctima, terminó en el homicidio.
Una junta médica determinó que Ángeles murió estrangulada y sofocada en no más de cinco minutos y que su asesino le fracturó cinco costillas, la clavícula derecha y una vértebra.
Si bien la chica no llegó a ser violada, la víctima tenía en una de las rodillas, en la ingle y en la cara interna de los muslos lesiones paragenitales que probaron que Ángeles sufrió al menos un abuso sexual simple.
Al rechazar la nulidad, este tribunal avaló la prueba clave de la causa, que es el cotejo de ADN que determinó que debajo de la uña del dedo índice de la mano derecha de Ángeles se halló el perfil genético de Mangeri.
Esta evidencia genética probaría que la chica llegó a rasguñar en un intento de defensa al portero que, al ser detenido, tenía 34 lesiones de las cuales más de 20 eran arañazos.
Siempre según lo reconstruido en el debate, Mangeri ató y acondicionó el cadáver de Ángeles dentro de bolsas de residuos para luego desecharlo a la basura, razón por la que al día siguiente fue hallado en la planta de reciclaje de la Ceamse, en la localidad bonaerense de José León Suárez.
Con la condena, los jueces no creyeron, tal como dijo dos veces que declaró en el debate, que Mangeri haya sido “apretado” en tres oportunidades por policías para que confesara el crimen.