Un peón rural de 40 años fue condenado este martes por un tribunal santafesino a prisión perpetua por el femicidio de Paola Gómez, ocurrido el 12 de noviembre de 2016 en la localidad de La Brava, departamento San Javier. El homicidio agravado por la cuestión de género dejó a la vista las secuelas que quedan para las familias de las víctimas: una hermana describió la precaria situación de los hijos de Paola, quienes no reciben la mantención y los abuelos maternos por ahora sólo tienen la guarda provisoria de los chicos. El femicidio en La Brava también sacó a la luz lo que suele ocurrir en algunos pueblos: todos se conocen; pocos, o nadie, se mete. Incluso el cura del lugar desalentó la única marcha en pedido de justicia.
Paola Gómez tenía 18 años cuando conoció a Carlos Vignatti. La muchacha vivía en San Javier y tras ponerse de novia se fue a vivir con el peón rural al pueblo. El hombre era oriundo de esa comuna, que tiene casi 600 habitantes y que queda en el cruce de las rutas provinciales 39 y 60. La pareja tuvo dos hijos. Para la familia de Paola, Vignatti siempre fue violento. Tras 17 años de convivencia, lapso en cuya mayoría la mujer fue víctima de violencia de género, la mujer tomó fuerzas para denunciarlo a mediados de 2016.
Vignatti quedó con una orden de restricción. Nunca la respetó. El 31 de octubre de ese año, el atacante fue a la vivienda donde Paola vivía con sus hijos de 9 y 16 años, rompió la puerta a patadas y entró para descargar su furia contra su ex. La docente logró huir y se escondió hasta que Vignatti se fue.
Ese 12 de noviembre, Paola no pudo escapar. Vignatti hizo lo mismo, pero esta vez entró con una cuchilla en la mano. Le empezó a gritar, a insultarla delante de sus dos hijos, le decía que estaba con otros hombres y en un momento la apuñaló. El hijo mayor de Paola tomó a su hermanito de 9 y salió corriendo para pedir ayuda en la subcomisaría 1ª. Cuando los policías llegaron, Vignatti estaba en el patio con la cuchilla en la cintura: “Acá no va a entrar nadie, ya está. Ya la maté”. El femicida resistió y golpeó a uno de los policías. Cuando los agentes pudieron reducirlo, los detuvieron y entraron a la casa, Paola estaba muerta en el piso del dormitorio principal. El médico forense determinó que Vignatti atacó a Paola en la tráquea, en el pulmón derecho y en la cabeza. “Estas lesiones finalmente le provocaron la muerte”, describió la fiscal Rosana Marcolín en la audiencia imputativa, donde lo acusó por desobediencia al mandato judicial –por el caso del 31 de octubre– y el de homicidio calificado por femicidio y por el vínculo, en un contexto de violencia de género sostenido en el tiempo.
El pasado 6 de abril, en una audiencia, las partes presentaron el acuerdo abreviado. Este martes Carlos Vignatti recibió formalmente prisión perpetua: el convenio fue aprobado por la familia de la víctima, representada en la querella por los abogados Juan Sebastián Oroño y Alejandro Otte; también por el imputado y su defensor, Oscar Ferreryro.
El tribunal, integrado por los magistrados Jorge Pegassano, Nicolás Falkenberg y Eduardo Pocovi, escuchó las pruebas de la fiscal. La defensa no objetó las acusaciones, pero el acusado quiso hablar. Además de pedir disculpas a la familia de Paola, deslizó tener un problema de adicción al alcohol. Fue en ese momento que la fiscal contestó esos argumentos. “No quería que el tribunal se lleve una impresión equivocada, como un justificante. A pesar del alcoholismo que manifestó Vignatti y que viene desde hace años, esto no lo volvía agresivo con otras personas o no le permitía pensar. Nunca se peleó con otra persona que no fuese Paola. Estamos ante un caso de violencia de género”, fue contundente la fiscal.
Qué pasa en La Brava
Lorena, hermana de Paola, reconoció en declaraciones a la radio Aire de Santa Fe: “Hasta que no te pasa, nadie se puede imaginar lo que pasa en una familia tras un femicidio. Estamos muertos en vida, pero no tenemos que ser egoístas y hay que seguir por los chicos”, dijo y agregó que es bueno que se conozca el caso de Paola para que se deje ver el mal accionar que se vive en los pueblos: “En La Brava todo se tapa, nada funciona, nadie hace nada y nadie se mete”. Así Lorena se refirió a lo que pasó su familia cuando quiso hacer una marcha, en el pueblo, para pedir justicia. Muy pocos habitantes se sumaron. La mayoría de las personas que participaron de la movilización del 25 de noviembre de 2016 pertenecían a organizaciones sociales y eran conocidos o familiares de Paola que venían de otras ciudades.
La madre del femicida había enviudado y trabaja en la iglesia de La Brava, donde el cura de la ciudad San Javier, Sergio Capocetti, da misa cada 15 días. Apenas se anunció la marcha, el párroco desalentó la asistencia por redes sociales: «Creo que las organizadoras no han tenido en cuenta que en ese lugar viven las dos familias, vive la madre del atacante, madre que sufre por su familia destruida y por sus nietos ausentes”, escribió y en comentarios a la prensa se preguntó “si la prima de Paola sabía de esta realidad, tampoco la ayudó, pero es más fácil echarle la culpa al presidente de la comuna, a la fiscal o a la otra familia», dijo el cura y después de esas declaraciones, hubo una catarata de críticas a la familia de Paola. Sin embargo, nada los detuvo, la manifestación se hizo y fue multitudinaria.
“No creía en la Justicia. Esta espera la vivimos con mucho dolor. Teníamos miedo de que no le den perpetua. En esos 17 años que estuvo con este hombre mi hija vivió un calvario y en ese lugar (por La Brava) todos les tenían miedo a Vignatti. Nadie se quiso meter”, contó Héctor, padre de Paola.
Después de un femicidio
Lorena describió las secuelas que deja un femicidio. “Como familia estamos destruidos. Para nosotros no hay Navidad, ni Año Nuevo, ni cumpleaños. Este año y cinco meses que pasó, fue muy duro por todo lo que nos criticaron por las marchas. Estamos muertos en vida, pero no nos queda otra que salir adelante porque los dos hijos de Paola se quedaron sin nada. Tenemos que estar para ellos en todo lo que podamos”, describió la muchacha.
Lorena dijo que con la condena se cierra la etapa judicial pero no es lo único. “Graciela es mi mamá y la abuela materna de los chicos. Ahora tiene la guarda provisoria, pero nosotros somos los únicos que vamos a estar con ellos”.
Otro tema por el que pasa la familia de Paola son los trámites burocráticos para que los chicos cobren la mantención. “A pesar de que ya están todos los trámites presentados, siempre de alguna oficina te llaman porque falta un papelito. Así es esta Justicia”, dijo con resignación la joven.