Un equipo de arqueólogos halló en Perú los restos del sacrificio casi simultáneo de 140 niños y 200 llamas, el mayor realizado por una civilización originaria previa a la conquista española de finales del siglo XV y fundamentado en un rito necesario para evitar desastres naturales. El ritual se desarrolló en una región próxima a Chan Chan, la ciudad de barro más grande del continente. Las víctimas, conservadas en la arena seca durante más de 500 años, tenían en su mayoría entre 8 y 12 años cuando murieron. Los científicos especulan que pudo ser una acción desesperada de la civilización Chimú para conjurar los daños del fenómeno climático conocido hoy como El Niño, que en la misma zona dejó el año pasado 80.000 afectados.
El descubrimiento, difundido en el sitio web de National Geographic, que financió la investigación, saca a la luz un sacrificio masivo ocurrido hace 550 años en la cultura Chimú, que dominó la costa norte del Perú antes de ser conquistada por los incas alrededor del año 1475. Ya existían evidencias de sacrificios humanos entre civilizaciones originarias de América, como acreditan varias momias encontradas en las cúspides de los Andes. Pero nunca se constató una de la magnitud de este hallazgo cerca de la ciudad de Trujillo y de su playa Huanchaco.
Los sacrificios humanos, y entre ellos los de bebés y niños, se dieron a lo largo de la historia en civilizaciones como la china, celta o cartaginesa, entre otras. Su objetivo: agradar a los dioses o impedir desastres naturales. «Es complicado saber si pasó el mismo día, pero sí en el transcurso de una semana o unos pocos días», explicó el arqueólogo de la Universidad Nacional de Trujillo Gabriel Prieto, uno de los responsables del descubrimiento junto a John Verano, de la Universidad estadounidense de Nueva Orleans.
Los exámenes practicados a los restos óseos determinaron que murieron la misma cantidad de niños y niñas. Las edades de esas víctimas iban de los 6 a los 15 años, aunque la mayoría tenía entre 8 y 12 años. Junto a ello, se sacrificaron llamas también jóvenes, de entre 6 y 9 meses.
La ciudad de barro y la lluvia como amenaza
Según Prieto, el sacrificio fue posiblemente una «respuesta desesperada» de los gobernantes Chimú frente a una inundación o riada causada por las lluvias torrenciales del fenómeno climatológico que en la actualidad se conoce con el nombre de El Niño, un evento periódico que el año pasado causó en la misma región 80.000 damnificados. Están «casi convencidos» de esa hipótesis, porque en la costa peruana nunca llueve salvo con El Niño y los cuerpos habían sido depositados sobre una capa de barro húmeda en la que quedaron las huellas de los pies descalzos de los pequeños, las sandalias de los adultos que se presume los llevaron hasta ese lugar y las pezuñas de las llamas.
Aunque no existen textos que narren este multitudinario sacrificio porque las civilizaciones del Antiguo Perú carecían de escritura, los investigadores apuntan a que fue una ofrenda para aplacar la ira de los dioses y así amainar las lluvias, que podían poner en riesgo a Chan Chan, el mayor exponente arquitectónico y capital de los Chimú que fue declarado patrimonio de la Humanidad y donde llegaron a vivir 60.000 personas. Fue la mayor civilización de la región antes de los Incas.
Lo más importante
«Ellos ofrecieron lo más importante que tenían. Por un lado, sus niños, y por otro, las llamas, el único animal de carga de la zona andina que además era un elemento importante en la dieta, ya que su carne era lo más consumido por los Chimú»,dijo Prieto.
El ritual
Los arqueólogos pudieron reconstruir la ceremonia. Durante la misma, los rostros de muchos de los niños fueron untados con un pigmento elaborado a base de cinabrio rojo. Luego les cortaron y abrieron los pechos, probablemente para extraer sus corazones. Las llamas sacrificiales parece que corrieron la misma suerte. Los restos bien conservados permiten ver las bocas abiertas de los pequeños, que parecen aullar de dolor, los restos de los textiles que oprimían sus cuerpos, las costillas dislocadas de varios de ellos e incluso un esternón cortado por la mitad.