El presidente de Egipto dio el primer indicio de que podría estar preparando un traspaso de poder nombrando a un vicepresidente por primera vez en 30 años después de unas protestas que han sacudido al país.
La decisión de Hosni Mubarak de elegir como su número dos a Omar Suleiman, jefe de los servicios de inteligencia y hombre de confianza, supone la primera ocasión en la que el líder de 82 años ha sugerido un plan de sucesión y que podría indicar que no se presentará a las elecciones previstas para septiembre.
Sin embargo, el hecho de que logre mantenerse en el poder hasta entonces sigue siendo una interrogante. Muchos creen que el Ejército tiene la respuesta.
Suleiman, de 74 años, ha sido determinante en algunas áreas políticas clave, como el conflicto palestino-israelí y las relaciones de Egipto con su aliado y donante clave Estados Unidos.
Hasta ahora pocos habían dudado de que Mubarak seguiría en el gobierno o que traería a un sucesor en la forma de su hijo Gamal, de 47 años. Ahora esto parece imposible.
Algunos manifestantes, cuyas acciones obligaron a Mubarak a enviar al ejército a las calles del estado árabe más poblado, no estaban satisfechos con una decisión que parecía encaminada a asegurar que el poder se mantenga en manos de instituciones armadas y de seguridad.
«El es igual a Mubarak, no hay ningún cambio», dijo un manifestante a las afueras del Ministerio del Interior, donde miles de personas estaban protestando, momentos después del nombramiento.
El nombramiento del ex ministro de Aviación Civil y jefe de la Fuerza Aérea egipcia Ahmed Shaquif como primer ministro también indica una preferencia a responder a las demandas públicas de cambio pero con modificaciones limitadas en cuanto a los funcionarios.
El sábado, miles de egipcios furiosos desafiaron el toque de queda y salieron a las calles para insistir en sus demandas de dimisión al presidente Mubarak.
Para algunos, sin embargo, el nombramiento de Suleiman como una mano derecha formal de Mubarak dio algo de alivio luego de que millones entraran en pánico mientras la seguridad en Egipto se veía desintegrada, con manifestantes rompiendo en pedazos las fotos de Mubarak e incendiando edificios públicos.
El Ejército advirtió de que cualquiera que permaneciera en la calle después de las 4 p.m. estaría en peligro, pero la hora pasó y las protestas continuaron en el centro de El Cairo y en la ciudad portuaria de Alejandría, dijeron testigos.
En el quinto día de protestas sin precedentes contra el régimen de 30 años de Mubarak, parecía cada vez más posible que el Ejército se hiciera con la llave del futuro de la nación.
Los manifestantes, muchos de ellos jóvenes y estudiantes pobres, se quejan por la represión, la corrupción y la falta de oportunidades económicas bajo el mandato de Mubarak, y han prometido seguir con las protestas hasta que este dimita.
Los disturbios, que se producen tras el derrocamiento hace dos semanas del presidente de Túnez Zine al-Abidine Ben por una revuelta popular, han impactado a todo Oriente Próximo, donde otros Gobiernos autocráticos afrontan desafíos similares.
Miles de personas se concentraron en la plaza Tahrir de El Cairo el sábado, flameando banderas egipcias y levantando los brazos al aire al unísono, mientras pedían a gritos que el presidente sea llevado a juicio. Los soldados no hicieron ningún intento por disolver la protesta y los manifestantes les animaron a apoyar su causa.
Esta imagen contrastó con la del viernes, cuando la policía disparó gases lacrimógenos y balas de goma, mientras los manifestantes lanzaban piedras. Aunque a la policía se la teme generalmente como un instrumento de represión, al Ejército se le considera una institución nacional.
Al menos 74 personas habían muerto en las protestas según una recopilación hecha por la agencia Reuters basándose en declaraciones de fuentes médicas, hospitalarias y testigos.
En Alejandría, la policía usó gases lacrimógenos y munición contra los manifestantes a primera hora del sábado.
La televisión Al Yazira informó de que la policía abrió fuego contra los manifestantes que trataban de irrumpir en el Ministerio del Interior en El Cairo, matando a tres personas, aunque esta información no pudo ser confirmada.
No había cifras oficiales, aunque fuentes médicas dijeron que al menos 1.030 personas resultaron heridas en El Cairo.
Mubarak, aliado clave de Estados Unidos, ha estado en el poder desde el asesinato en 1981 del presidente Anuar Sadat a manos de soldados islámicos y todavía gobierna bajo las leyes de emergencia. En un discurso emitido el viernes en televisión prometió atender las demandas de los egipcios, pero dejó claro que pretendía seguir en el poder.