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Peso vs. superdólar: 2016 con cambios

El escenario internacional que enfrentará el próximo gobierno se perfila poco amigable siendo la fortaleza que registró el dólar a nivel mundial una de las principales características.

El escenario internacional que enfrentará el próximo gobierno se perfila poco amigable siendo la fortaleza que registró el dólar a nivel mundial una de las principales características. Casi ningún país quiso quedar expuesto a este cambio de contexto, sobre todo, por su potencial impacto sobre el sector externo. Las principales divisas de los países desarrollados y de los emergentes se ajustaron a la nueva realidad, tanto a nivel nominal como real. Porque no sólo devaluaron sus monedas (subiendo el tipo de cambio nominal) sino que también gracias a la baja o desaceleración de la tasa de inflación, mejoraron el tipo de cambio real.

En un año electoral, el peso argentino se ha mostrado casi inmune al nuevo ciclo del superdólar a pesar de que ya acumula una depreciación de más del 10 por ciento en lo que va de 2015. Sin duda, el peso ha perdido ventaja competitiva frente a sus principales socios, no sólo con respecto a Brasil.

Monedas como la libra esterlina, el yen japonés, el dólar canadiense o el australiano, hasta el euro, se devaluaron entre un 20 y un 30 por ciento (sólo la libra lo hizo menos del 9 por ciento) entre el inicio del segundo cuatrimestre de 2014 y el de este año. Estos países además redujeron a casi la mitad la inflación que registraban hace un año. Pero donde quizá fue más virulento el proceso de ajuste fue entre los emergentes, donde si bien Rusia y Brasil muestran mayores niveles de inflación en relación con 2014, fueron los que más devaluaron, casi un 80 por ciento en ese período, de modo que el tipo de cambio real ganó terreno. Otro grupo relevante entre los emergentes, como el que integran Sudáfrica, México, India, China y Chile, devaluaron en una banda de entre un 8 y un 25 por ciento, pero estos países bajaron en forma significativa la inflación respecto de un año atrás.

Vale señalar que la Argentina, si bien devaluó un 10 por ciento, convive con una inflación del 25 por ciento, según estimaciones privadas, pero incluso se muestra rezagado el peso respecto del cálculo oficial. Un seguimiento de la competitividad del peso frente a sus vecinos relevantes como Brasil, Uruguay y Chile muestra una importante pérdida de competitividad.

Al tomar como referencia, por ejemplo, el promedio de los tipos de cambio reales bilaterales durante 2005/2013 surge en el caso de Brasil, el principal socio comercial de la Argentina, que la actual paridad cambiaria está casi un 55 por ciento por debajo de ese nivel, de modo que el tipo de cambio nominal debería estar en casi 17 pesos para estar equivalente. Frente a Uruguay, cuya moneda se muestra incluso estructuralmente como una de las más rezagadas entre las más relevantes, el tipo de cambio real bilateral está un 20 por ciento por abajo del promedio del 2005/2013, lo que implica un tipo de cambio equivalente de 12 pesos. En el caso de Chile, considerado el alumno más estable, lógico y serio por los mercados, el tipo de cambio real bilateral se ubica un 40 por ciento por debajo del promedio de referencia, determinando un tipo de cambio de 14 pesos para estar en sintonía con ese parámetro.

Sin duda, serán necesarias muchas mesas de negociación bilaterales a partir de 2016 con los socios del Mercosur y demás vecinos para acomodar la realidad cambiaria al nuevo contexto, para evitar desatar nuevas guerras comerciales o el surgimiento de más medidas proteccionistas. Lo cierto es que el derrumbe exportador que experimenta el comercio argentino obligará a diseñar alguna mejora del tipo de cambio real, por lo menos, para no seguir perdiendo mercados e ir recuperando otros.

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