“No soy escritor, no tengo un cuaderno donde voy juntando ideas o corrigiendo cosas; cuando llega el momento las canciones salen”, dijo Ariel Minimal, líder de Pez, a El Ciudadano sobre su más flamante producción discográfica titulada El manto eléctrico que dará a conocer esta noche, a las 21.30, en Plataforma Lavardén (Sarmiento y Mendoza).
El álbum, el 16º de su carrera, vuelve a interpelar al hombre, sujeto central y esencial en las obras de esta célebre banda de rock, y lo hace con el ardor sonoro característico que le imprimen sus protagonistas: Ariel Minimal (guitarra y voz), Franco Salvador (batería y voz) y Fósforo García (bajo).
En este diálogo, y a modo de anticipo de lo que sucederá esta noche, Minimal (Martes Menta, Los Fabulosos Cadillacs, Flopa Manza Minimal, entre otros) habló del proceso creativo y sus búsquedas pero también se refirió a la escena musical actual y de su lugar como compositor.
—¿Cuándo las historias, poesías y búsquedas se comienzan a convertir en canciones?
—Cuando arrancamos con un disco nuevo tenemos una consigna: no parecernos al anterior. Con Manto eléctrico buscamos que no haya distorsión en una banda que, históricamente, le puso eso a la guitarra. Y, arrancando con esa idea, buscamos que no sea agresivo, que sea tranquilo. Después se buscó la canción que llenaba ese formulario; y la letra la escribo cuando tengo que cantarla. No soy escritor, no tengo un cuaderno donde voy juntando ideas o corrigiendo cosas; cuando llega el momento las canciones salen.
—Las letras son contundentes; el sonido poderoso e intenso. ¿Cuál es la búsqueda en la actualidad?
—No sé que nos lleva a este disco pero hay algo en la canción que le da nombre. No sé que quiere decir el disco. Durante muchos años me definí como ateo y de algún modo esa canción se pregunta sobre la existencia de algún Dios y si Dios podría ser mujer; es eso lo que está dibujado en la tapa del disco. Son todas preguntas que surgen ahora.
—Por oposición a lo masivo ¿se consideran una banda under?
—Acabamos de tocar en el teatro Ópera de Buenos Aires que es el segundo más grande. Se puede decir que somos under pero me gustaría tocar en el Luna Park. No veo un choque entre lo que hago, digo y toco con la ambición de mostrarnos y que más gente nos conozca. Después sí: de donde salimos me parece que somos under en su más clásica acepción: somos una banda independiente que siempre hizo lo que quiso, tocó donde pudo y, después de 20 años, está acá. Una cuestión de ego, pero me gustaría que mis canciones sean escuchadas por más personas porque les gustarían si las pudieran escuchar. Esa ambición mainstream la tenemos y no hallamos contradicciones en eso.
—En este disco el lugar del hombre parece volver a ser la principal preocupación de la banda. ¿Sigue haciendo todo mal como se planteaba en el disco«Volviendo a las cavernas« (2011)”?
—Sí. Pero ocurre todo al mismo tiempo: está el idiota que tira gas pimienta en la manga de la cancha y al mismo tiempo un científico que hace 25 horas no duerme porque cree estar cerca de encontrar algo que puede salvar a alguien. Volvemos a lo que hablábamos antes; el mainstream es pesimista: lo que vemos todo el tiempo es la noticia mala, es la que más se expande.
—¿Te sentís con una responsabilidad especial por tu lugar de compositor?
—En ningún momento siento que tenga una responsabilidad: lo mío es expresión. No tengo un mensaje para dar ni buenas noticias, no quiero ser buen ejemplo o dar un mensaje esperanzador. Las letras las hago en un segundo y es lo que estoy pensando en ese momento.
—¿Cómo será el show en Lavardén?
—Hace muchos años que no vamos a Lavardén; tocábamos más en clubes en la trasnoche donde la gente venía “escabiada”, y ahora les pedimos que se sienten en una butaca a las 21.30. Esperemos que lo hagan porque es un show diferente, para ver sentado. No vamos a mostrar nuestro lado más metalero. El repertorio estará centrado en el nuevo disco y otros temas de nuestra discografía que acompañan ese estado de ánimo y son buenas para escuchar en una butaca.