“Todos jugaron a la ruleta rusa con la vida de los tres soldados”. Con esa frase como uno de los momentos más destacados del alegato, el titular de la Fiscalía General ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Corrientes, Carlos Schaefer, junto al fiscal federal de Paso de los Libres, Aníbal Fabián Martínez, y a la auxiliar fiscal Tamara Pourcel, solicitaron ayer penas de 20 años de prisión para los siete militares acusados del homicidio del subteniente Matías Ezequiel Chirino, ocurrido en junio de 2022, en el marco de un «ritual de iniciación» en el Grupo de Artillería de Monte 3 de Paso de los Libres, en el que lo obligaron a beber alcohol en exceso, realizar ejercicios extenuantes y sumergirse en una pileta.
El pedido fue formulado ante al Tribunal Oral Federal de Corrientes y recayó sobre los capitanes Rubén Darío Ruiz, Claudio Andrés Luna y Hugo Reclus Martínez Tárraga, el teniente Exequiel Emanuel Aguilar, el teniente primero Darío Emanuel Martínez y los subtenientes Luis Facundo Acosta y Gerardo Sebastián Bautista. Los siete fueron señalados como coautores de los delitos de homicidio simple y abuso de autoridad.
Los representantes del MPF solicitaron también penas de 8 años de prisión para el teniente Franco Damián Grupico y la subteniente Claudia Daniela Cayata, como presuntos partícipes secundarios de los mismos delitos.
El debate inició el 8 de octubre pasado ante el tribunal integrado por Víctor Alonso, Fermín Ceroleni y Juan Manuel Iglesias. A lo largo de ocho audiencias, que se desarrollaron en las ciudades de Corrientes, Paso de los Libres y Buenos Aires, declararon un total de 31 testigos, entre los que se encuentran Jorge Manuel Chaile y Rufino Ezequiel Meza, dos soldados voluntarios también maltratados en ese mismo ritual de iniciación y que, con sus testimonios, confirmaron la acusación de la fiscalía. Y en las audiencias realizadas en el Consejo de la Magistratura de la Capital Federal, 7 acusados prestaron declaración indagatoria.
Alegato
El alegato del MPF estuvo divido en tres etapas. En la primera, la auxiliar fiscal Pourcel expuso acerca de quién era Chirino y detalló que el joven de 22 años era cordobés, que se crio en la localidad de Holmberg, cerca de la ciudad de Río Cuarto, y que a los 17 años viajó a la provincia de Buenos Aires para iniciar sus estudios en el Colegio Militar de El Palomar. “Matías Chirino era un joven con aspiraciones, sueños y proyectos tanto en lo profesional como en lo personal. Un joven con ganas de crecer en la carrera militar y de servir a la patria. La familia Chirino tuvo que realizar grandes esfuerzos para que pudiera ingresar al Colegio Militar”, detalló el fiscal.
A continuación tomó la palabra el fiscal Martínez, que señaló que para la fiscalía se encuentran debidamente probados los hechos en cuanto a las circunstancias de tiempo, modo y lugar, así como la coautoría material de los imputados.
«¿Por qué dejaron tirado a Matías en esas condiciones? Lo que podemos concluir es que no les importó en absoluto la vida de Chirino”, remarcó la auxiliar fiscal Tamara Pourcel.
Martínez explicó que la fiscalía basó su alegato en la prueba recolectada en la causa y luego describió cómo fueron los hechos ocurridos durante la noche del 18 de junio de 2022.
Narró que los subtenientes Matías Chirino, Jorge Manuel Chaile y Rufino Ezequiel Meza debían presentarse y comenzar a prestar funciones el lunes 20 de junio de 2022 y que, sin embargo, por orden de un subteniente, se les anunció que debían ingresar a la Unidad a las 20.15 del sábado 18 de junio de 2022, que debían invitar una cena para todos los oficiales esa noche y que, si no se presentaban, “esos cuatro años los iban a empezar con el pie izquierdo”.
Añadió que, en ese contexto, Chirino, Meza y Chaile organizaron un asado y los oficiales hicieron una lista de las bebidas que pretendían que llevaran los subtenientes, que incluía marcas costosas, cigarrillos y postre. Chirino y Meza fueron quienes se encargaron de hacer las compras para luego dividir los gastos entre los tres.
El fiscal explicó que, tras hacer las compras, los subtenientes se dirigieron al Casino de Oficiales para instalarse y preparar la cena para los oficiales. “Antes de partir, Matías le dijo a su padre: ‘Te lo juro, viejo. Estoy cagado de miedo’”, subrayó Martínez en su exposición.
Describió que una vez allí, a lo largo de la noche, los oficiales los obligaron a realizar distintas «prendas» y, si se equivocaban, tenían “sanciones” tales como burlarse, obligarlos a correr alrededor del quincho y/o hacer flexiones de brazos. En paralelo, los obligaban ingerir distintas bebidas alcohólicas y a hacer “fondo blanco”.
“También les hicieron beber vino con sal, a lo que Chaile se negó por ser hipertenso. Como respuesta, uno de los acusados le dijo jocosamente: ‘Tome, hipertenso de mierda’”, agregó el representante del MPF.
Cuando se terminaron las bebidas, obligaron a Chirino a ir a comprar más. “Matías ya se encontraba con una ingesta de alcohol importante, y aun así fue a la ciudad en busca de lo que le ordenaron los oficiales. Mientras tanto, a Chaile y a Meza les dijeron que se cambiaran con ropa corta y les ordenaron que se arrojaran a la pileta, cuya agua se encontraba sucia y a muy baja temperatura. Esa noche la sensación térmica era de menos cero grados”, aseveró el fiscal.
El fiscal agregó que, cuando Chirino volvió, le hicieron beber en cinco o diez minutos lo que ellos habían tomado de alcohol durante la hora que había estado ausente comprando más bebida. Martínez aseguró que “se ensañaron con Matías”.
Precisó que cerca de la medianoche empezaron a servir el asado, pero a ellos tres no se lo permitieron. En su lugar, les dieron fideos y los obligaron a comerlos con la mano. “Recuerdo decir a Meza en su declaración que se sintió totalmente denigrado al verse obligado a comer de esa forma”, agregó el fiscal.
Añadió que luego los obligaron a seguir tomando bebidas alcohólicas, correr y realizar flexiones de brazos. En ese marco, indicó, a Chirino le ordenaron ponerse ropa corta y tirarse a la pileta. El fiscal sostuvo que, una vez que los subtenientes perdieron el conocimiento, los abandonaron en una de las habitaciones donde colocaron a Chirino, que se encontraba mojado, en un colchón, boca arriba y sin cubrirlo con ninguna frazada ni ningún otro elemento para resguardarlo de las bajas temperaturas.
Marcó que cerca de las 6.00 una enfermera recibió un llamado por parte de un teniente que le solicitó que concurriera a la Unidad para asistir a uno de los nuevos oficiales. Dijo que, cuando la enfermera arribó, pudo observar que Chirino estaba vomitado y que no tenía signos vitales, por lo que intentó realizar maniobras de reanimación, y que finalmente el subteniente fue trasladado al hospital San José de Paso de los Libres, donde se constató su fallecimiento.
“Para que quede claro. Los oficiales obligaron a tomar bebidas alcohólicas hasta llegar al grado 2 de intoxicación. A Chirino se lo obligó a ir a comprar más bebidas alcohólicas a un pueblo que él no conocía y por eso se perdió. Por su demora le hicieron tomar muchísimo alcohol para compensar el tiempo que había estado afuera del cuartel”, detalló Martínez.
“Antes de partir, Matías le dijo a su padre: ‘Te lo juro, viejo. Estoy cagado de miedo’”, subrayó el fiscal Martínez en su exposición.
Luego tomó nuevamente la palabra la auxiliar fiscal Pourcel, que enumeró todos los informes médicos y peritajes telefónicos, que fueron tenidos en cuenta a lo largo del proceso de valoración de la prueba.
“Esa madrugada hacía muchísimo frío; este Ministerio Público Fiscal se pregunta, ¿por qué dejaron tirado a Matías en esas condiciones? Lo que podemos concluir es que no les importó en absoluto la vida de Chirino”, remarcó Pourcel. En esa línea, la auxiliar fiscal sostuvo que los acusados se organizaron para “jugar con la vida de estas tres personas”.
A su vez, detalló que, según la ampliación de la autopsia, la muerte de Chirino ocurrió por asfixia por autoaspiración y que al momento de su muerte se constató que tenía 2, 2 gramos de alcohol por litro en sangre. “Eso equivale a un estado de inconsciencia. Es un estado crepuscular. Matías tenía los reflejos perturbados por haber ingerido tanto alcohol y por eso no pudo vomitar. A las personas que bebieron mucho alcohol se aconseja ponerlas boca abajo o de costado”, describió la auxiliar fiscal.
“Además, los deportólogos y los médicos clínicos aconsejan no hacer actividad física cuando uno se encuentra bebiendo y consumiendo. Ellos estuvieron cuatro horas ingiriendo bebidas alcohólicas, saltando y haciendo todo lo que los oficiales les decían. Entendemos que se encuentra acreditado el abuso de autoridad cometido en perjuicio de Chaile y Meza y del homicidio de Chirino”, sintetizó Pourcel.
Por último, tomó la palabra el fiscal general Schaefer, quien reiteró que se encuentra plenamente probado el abuso de autoridad contra Meza, Chirino y Chaile por parte de quienes, además, eran funcionarios públicos. Para el fiscal ese fue el “camino del crimen”.
“Este MPF entiende que todos actuaron en bloque y todos eran conscientes del obrar abusivo. Todos jugaron a la ruleta rusa con la vida de los tres soldados. Remarco que eran funcionarios públicos porque eso genera una responsabilidad distinta respecto de las personas que no lo son. Implica que hay una mayor responsabilidad”, enfatizó Schaefer.
Además, resaltó que los hechos ocurrieron en su lugar de trabajo, es decir, en un predio del Estado nacional y en el lugar donde ellos cumplían sus funciones.
El fiscal general volvió a marcar que los imputados dejaron a los soldados “tirados e inconscientes” en una habitación donde se produjo la muerte de Chirino. “Cada uno de los militares hizo su aporte para el resultado que se está juzgando”, aseguró.
“Los oficiales se desligaron de su condición y posición de garantes. Eran capitanes y superiores. Los máximos responsables de resguardar la vida de los subalternos. Eran jefes y era su responsabilidad. Después se presentaron como víctimas en las indagatorias. Pero las víctimas son Chirino, Chaile, Meza y sus familias”, señaló.
Por último, valoró las declaraciones de Meza y de Chaile y remarcó que gracias a eso se pudo reconstruir qué fue lo ocurrió esa noche. “Este no fue un asado normal. Chirino sabía dónde iba y le generaba terror. Estaba previsto de antes del hecho. Esa noche no se registraron los ingresos de las personas y cuando llegaron al lugar les sacaron los celulares para que no boconeen, para que no sacaran fotos ni videos. Al sacarles los celulares, tenían control absoluto de todos sus movimientos”, concluyó.