El director de Empresas Recuperadas, Eduardo «Vasco» Murúa, aseguró que «la cooperación supera la competencia». Indicó además que un presupuesto de 5.000 millones de pesos y un fideicomiso le permitirá al área que conduce dotar de capital de trabajo en el 2020 a las fábricas que en los últimos años padecieron «salarios de hambre».
Murúa se convirtió en diciembre pasado en director de un área que por primera vez tiene espacio en la estructura institucional del Estado y trae en su legajo la recuperación de la empresa laminadora IMPA, en 1998, y la creación del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas (MNER), que nuclea a unas 400 organizaciones autogestivas de todo el país.
En una entrevista con Télam, Murúa se define coordinador del trabajo colectivo en la dirección que depende de la Secretaría de Economía Social, en manos de Emilio Pérsico, encuadrada a su vez en el Ministerio de Desarrollo Social, que conduce Daniel Arroyo.
«Estamos pidiendo un presupuesto de 5 mil millones de pesos para este año para fortalecer la economía de todas las empresas recuperadas: su producción, la comercialización y el salario de los compañeros», señaló Murúa y reveló además que entre sus aspiraciones está también la confección de un registro que incluya a todas las fábricas autogestionadas del país.
El sector en cifras
Un universo de 22 mil trabajadores de algo más de 400 empresas está bajo su órbita, al igual que una decena de colaboradores -también miembros de fábricas recuperadas- que trabajan en la flamante dirección y que en estos primeros meses se dedicaron a resolver «situaciones de emergencia», como revertir cortes de energía en empresas que no pudieron afrontar los siderales aumentos de las tarifas.
Por eso, Murúa ya inició conversaciones con la Secretaría de Energía y con las empresas proveedoras del servicio para acordar «tarifas diferenciadas» por uno o dos años para las fábricas recuperadas que intentan salir a flote y planes de pagos «accesibles» para las que arrastran deudas que no pueden afrontar por la caída del consumo y de la producción.
El proyecto de un fideicomiso
«Los últimos cuatro años fueron muy difíciles; los trabajadores pasaron de tener un salario más o menos normal a tener un salario de hambre; si los empleados formales perdieron el 30 por ciento de su capacidad de compra, nosotros perdimos el 60 por ciento y, por eso, nuestro objetivo es armar un fideicomiso destinado a 4 líneas de crédito y 4 de subsidios», resumió Murúa.
Ese futuro fideicomiso, al que en la dirección llaman «Fuera cuevas», servirá para «bajar el costo financiero» de los préstamos, ideados para trabajadores que «pusieron el cuerpo» para recuperar una fábrica, pero «no tienen forma de conseguir el capital para el trabajo inicial».
Con todo, desde la dirección de Murúa declaran con cierto orgullo que «durante la gestión de (Mauricio) Macri ninguna fábrica recuperada cerró», pese a haber estado «con la soga al cuello» y mientras muchas pymes sí tuvieron que bajar sus persianas.
En este escenario, Murúa reivindicó una función de «resistencia» de parte de los trabajadores organizados y consideró que las fábricas recuperadas «generan conciencia» y aportan a la denuncia de un «sistema capitalista que está acabado» porque «ya no da soluciones».
«Las sociedades se volvieron cada vez más injustas a partir de la lógica del capital, pero la salida no es instalar la autogestión. Sí lo hacemos nosotros: resistimos desde ahí este modelo que excluye, resistimos la lógica de las corporaciones. Y ese es nuestro aporte: seguir existiendo para resistir y poner sobre el tapete un sistema que no le da solución a nadie», reflexionó.
Consultado sobre el carácter temporario del trabajo autogestionado, Murúa respondió sin dudar: «Sí, nosotros creemos eso», pero aclaró que eso no significa «volver al sistema», sino al colapso total del sistema capitalista.
«El capitalismo no resiste más; lo único que puede generar el sistema capitalista es muros, guerra y descarte, y el mundo necesariamente va a tender a otro modo, al de la cooperación entre los pueblos para organizar el mundo», afirmó, confiado, y hasta expresó su sueño: que «un día serán expropiadas las multinacionales», a las que acusa de «expropiar el conocimiento, privatizar la riqueza del pueblo y fugar capitales».