Un fiscal pidió que sea condenado a 20 años de prisión un hombre acusado de intentar asesinar a golpes con un martillo y ahorcamiento a una mujer trans en 2019, en su departamento del barrio porteño de San Nicolás, al considerar que cometió el ataque por «odio a la identidad de género» y escapó del lugar al creerla muerta, ya que la víctima simuló que lo estaba.
El pedido, en el marco del caso conocido como el del «loco del martillo», fue realizado por el fiscal general Juan Manuel Fernández Buzzi al alegar ayer en el juicio que lleva adelante el Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional 5 porteño contra Cristian Scigliano, según informó hoy el sitio del Ministerio Público Fiscal (MPF).
Para el acusador, Scigliano debe ser condenado por «homicidio doblemente calificado por odio a la identidad de género y su expresión y por haberse perpetrado por un hombre contra una mujer mediando violencia de género en grado de tentativa» y por «robo agravado por haberse cometido con un arma».
«Morite, p… . Te voy a matar, te voy a desfigurar, no vas a servir ni para repuesto», le repetía el agresor a la víctima mientras la maltrataba, según se destacó en la acusación a la hora de graficar el nivel de odio del acusado y su expresión.
Fernández Buzzi hizo hincapié en la gravedad de este tipo de hechos, «no solo por la afectación a la vida que puedan tener, sino porque van contra la identidad de género, contra la libertad de una persona de ser quien se siente que es».
Según la pesquisa, el hecho ocurrió el 14 de agosto de 2019 cuando el ahora acusado fue a la casa de la víctima con la excusa de terminar unos arreglos que había comenzado a hacer en el baño.
Ambos se habían conocido un tiempo antes porque ella era trabajadora sexual y si bien la mujer se negó inicialmente a que ese día fuera a su casa, finalmente aceptó.
En un momento, la dueña de casa ingresó al baño y recibió una descarga eléctrica por un cable que el acusado había dejado allí, tras lo cual cayó al suelo y comenzó a ser golpearla a puñetazos y con un martillo en la cabeza, de acuerdo a los resultados de los estudios médicos luego incorporados a la causa.
Según lo establecido por la fiscalía, el ataque no terminó allí, ya que el agresor le rompió la ropa que llevaba puesta, intentó asfixiarla y después la llevó hacia la ventana e intentó arrojarla por el balcón.
Como la mujer opuso resistencia, el atacante la tiró en la cama y volvió a apretarle el cuello para evitar que respirara, momento en que ella fingió su muerte y él la soltó.
Tras ello, el hombre robó unos mil dólares que la victima guardaba en un placard, además de su billetera con dinero y una tarjeta Sube, con lo que escapó.
La mujer pidió ayuda a una vecina y fue trasladada a un hospital, donde fue asistida por las graves lesiones sufridas, entre ellas una fractura de cráneo.
Por su parte, Scigliano fue detenido un mes después en la ciudad bonaerense de Verónica y quedó procesado por la fiscal 8 porteña, Marcela Sánchez, quien tras realizar la instrucción del caso pidió elevarlo a juicio.
Uno de los elementos que durante el debate el fiscal Fernández Buzzi destacó fue el testimonio de la víctima, al igual que el alegato que realizó la querella, a cargo de Luciana Sánchez, quien también reclamó una condena de 20 años de cárcel.
La mujer trans aseguró al declarar que Scigliano le enviaba videos pornográficos, que quería ser su novio y que el día del ataque había insistido para ir a su casa, a pesar de que ella le había manifestado que no.
Para la fiscalía, el testimonio de la víctima fue «claro, coherente y detallado», al igual que el de las amigas de ella. Fernández Buzzi recordó el informe que hizo la División Homicidios de la Policía de la Ciudad sobre el estado en que se encontró el departamento: lleno de sangre, desordenado, con los vidrios de la ventana rotos y con un martillo que también tenía sangre de la víctima.
En su indagatoria, el acusado negó las acusaciones de la mujer y dijo que habían tenido una discusión, en medio de la cual la golpeó en la mano con un martillo hasta que ella le dijo que agarrara el dinero y se fuera.
No obstante, el fiscal dijo que «está acreditado por los informes médicos que le pegó en la cabeza con el martillo, que le hundió el cráneo literalmente, que la electrocutó»
Por tal motivo, consideró que Sigliano «actuó con intención de matar y así lo expresó mientras agredía a la víctima».
«Scigliano intentaba dominar esa relación. Su reacción se dio ante la negativa de ella de someterse a lo que él quería», resaltó la fiscalía, que luego explicó que existió expresión de odio, tal como lo manifestó el agresor al momento de atacarla.
«Utilizó distintas formas para agredirla no sólo para matarla, sino para mostrar su odio» y «borrar a la víctima», aseguró Fernández Buzzi tras repasar la normativa legal en Argentina y sostener que este tipo de hechos se originan en la «aversión» que tiene el agresor.
«Los homicidios por odio no son cualquier homicidio: están dirigidos a un grupo muy vulnerable y no se han visto reconocidos históricamente ni social ni policial ni judicialmente como hechos de gravedad», agregó.
Además, la fiscalía evidenció que los ataques se habían dirigido a su cara y que el imputado había buscado «exponer» a la damnificada cuando le arrancó la ropa interior y la destrozó para dejar en evidencia sus genitales.
El fiscal consideró agravantes la relación de confianza que mantenían acusado y víctima, el aprovechar el hecho de estar dentro del departamento, el despliegue de violencia inusitado y el daño físico causado.
También habló de la afectación económica, ya que Scigliano le robó sus ahorros, que estaban destinados a trasladar a los padres de la víctima a la Ciudad de Buenos Aires.
Una vez finalizada la exposición del fiscal, los jueces Fátima Ruiz López, Adrián Pérez Lance y Enrique Gamboa pasaron a un cuarto intermedio hasta mañana, cuando será el turno de alegar de la defensa.