“Sos una ortiva. Si no te dejás de joder te voy a matar igual que al Pimpi. Te voy a meter un tiro en la cabeza”. La amenaza es parte de una denuncia radicada por una mujer cuatro días después del asesinato de Roberto Caminos contra René Ungaro, uno de los tres acusados de perpetrar el crimen del ex líder de la hinchada de Newell’s el 19 de marzo de 2010 en el bar Ezeiza, de Servando Bayo al 1400. La denunciante era una de las testigos que ayer debía declarar en la segunda jornada del juicio oral y público por la muerte del barrabrava y su ausencia no sorprendió a la fiscalía, que reiteró lo que aparece como un obstáculo difícil de sortear: “Los testigos se rehúsan a venir porque están amenazados y tienen pánico”. La tercera audiencia tendrá lugar el lunes próximo, a partir de las 15.
La audiencia de ayer continuó con la producción de prueba y fueron citados quince testigos ofrecidos por la fiscalía, de los cuales cinco faltaron. Entre los que testificaron se contaron seis policías, un funcionario del gobierno, dos allegados a la víctima y una joven que estuvo en la puerta del bar Ezeiza con Pimpi los segundos previos a su asesinato. De todas formas, la mayor parte de la jornada transcurrió en torno de las declaraciones de la mujer que ayer no se presentó y con la clara dificultad que enfrenta la fiscalía para lograr que los testigos que ya testimoniaron en la etapa de instrucción lo vuelvan a hacer. El debate se desarrolló ante la presencia de los tres acusados de perpetrar con premeditación el homicidio de Roberto Pimpi Caminos: René Ungaro, Carlos “Betito” Godoy y Emanuel Suárez y ante un público en el que había allegados de la víctima y de los imputados.
Miedo y ausencia
El 24 de marzo de 2010, Jorgelina J. se presentó en la seccional 11ª para denunciar a su concubino por lesiones y amenazas. En la misma denuncia, radicada cuatro días después del homicidio de Pimpi, la mujer acusó además a su vecino René Ungaro de amenazarla diciéndole que si no se dejaba de molestar a su pareja le iba a pasar lo mismo que al barrabrava. Días después, la mujer volvió a la comisaría para retirar la denuncia, y un mes más tarde, citada porla Justicia, ratificó el contenido de sus dichos pero volvió a manifestar su deseo de levantar los cargos. A fines de mayo de ese año, Graciela P., mamá de Jorgelina, dijo que estuvo presente el día que su hija fue amenazada por René cuando la acompañó junto a policías a retirar sus pertenencias del Fonavi en el que vivía con su pareja.
El contenido de las denuncias de amenazas se desprendió ayer de la lectura de los testimonios de Jorgelina y su madre, y pese a que fue objetado por los tres abogados de los imputados, Mario Ducler, Marcelo Piercecchi y Fausto Yrure. Ante la negativa del presidente del tribunal, Gustavo Salvador, uno de los letrados interpuso un recurso de revocatoria ante el pleno, que resolvió de forma negativa luego de un breve intervalo que se tomó el juez junto con sus pares Julio Kesuani y José Luis Mascali. El tribunal argumentó que la “aprovechabilidad de los testimonios” leídos en el debate era de “carácter excepcional”.
El primer testigo en declarar fue Ricardo Llamas, subdirector del CAJ (Centro de Asistencia Judicial), quien estuvo a cargo del programa de protección al testigo que incluyó a Jorgelina, su hijo y su marido.
Llamas indicó que entrevistó más de 20 veces a Jorgelina pero se negó a brindar información confidencial sobre las idas y vueltas de la familia dentro del programa de protección bajo el secreto profesional y la confidencialidad. Lo que sí dejó en claro es que los tres miembros de la familia estuvieron bajo su órbita, que los relatos en relación con el miedo que tenían le resultaron convincentes y que en enero de este año se retiraron del mismo.
También en torno de la figura de Jorgelina fueron citados tres testigos que prestan servicios enla UR II.El comisario Miguel Ángel Oliva, quien estaba a cargo de la seccional 11ª al momento de la denuncia, y el oficial principal Luis Aquino, quien la recibió porque era el sumariante. Ambos debieron volver a leer el acta que lleva sus firmas para “refrescar la memoria” según palabras de la fiscal Nora Marull –quien actúa junto con Marcelo Vienna– y luego ratificaron lo leído con algunas imprecisiones. También aseguraron no conocer a los hermanos René y Lelio Ungaro (éste fue desvinculado antes del juicio).
Más tarde fue el turno del entonces Jefe de Seguridad Personal, Guillermo Morgans, quien estuvo a cargo de brindar seguridad a la familia protegida. El mismo confirmó que la mujer tenía mucho miedo porque había sido amenazada por su vecino René.
La dificultad manifestada por varios de los testigos que desfilaron ayer en recordar detalles que sí esgrimieron ante el juez de Instrucción Javier Beltramone provocó varias objeciones de los defensores hacia la fiscal Marull, quien pidió incontables veces que se les permita leer las declaraciones que habían hecho oportunamente.
Así fue el caso de Florencia R., de 22 años, que estaba en el bar Ezeiza la noche que mataron a Pimpi y quien adujo no recordar casi ninguno de los detalles que había declarado en la etapa de instrucción, entre ellos haber visto a un hombre caminar hacia Pimpi, y segundos después escuchar los disparos. La joven debió leer varias veces su declaración y en un momento declaró: “No sé por qué habré dicho eso porque no me acuerdo de haber girado la cabeza” (en relación a la vestimenta del supuesto desconocido que le dio cinco disparos a Camino). En ese sentido, el abogado de la querella, Gabriel Navas, pidió que en caso de ser necesario se le impute falso testimonio.
Natalia S., la joven que acompañaba esa noche a Florencia, fue una de las testigos que ayer no se presentó a declarar, al igual que Cristian C., un músico que conocería a los imputados de distintos boliches y de Raúl B., copropietario del bar Ezeiza, quien tampoco se presentó. La fiscalía solicitó que si no se presentan en una nueva citación sean llevados por la fuerza pública. Por último, brindaron testimonios policías que actuaron luego del homicidio: José Rodríguez dela División Criminalística, que confeccionó un croquis en el bar donde se perpetró el asesinato; Luis Rodríguez que realizó la inspección técnica ocular y el entonces jefe de la seccional 6ª Carlos Arce.
Allegada a Pimpi
Una de las testigos presentada ayer es una joven que tiene un hijo con Pimpi y que además conoce a dos de los imputados. Melina C. al momento del asesinato trabajaba como cajera en el boliche Mogambo, un lugar que según sus dichos era frecuentado por Betito y René. Dijo que la noche del crimen no trabajó pero que días después “escuchó rumores” en su lugar de trabajo sobre un festejo que los dos imputados celebraron en el boliche por el asesinato del Pimpi. Sin embargo, cuando se le preguntó si podía identificar en boca de quiénes los escuchó dijo que no lo sabía, ya que sólo fueron comentarios. Melina reconoció tener una amistad con la pareja de Betito y negó haber tenido un romance con él.