Por Roberto Parrottino / Diario Tiempo Argentino
En la lista de países exportadores de futbolistas, Argentina se posicionó en el tercer escalón después de Brasil (1330) y Francia (867) en el último censo del Centro Internacional de Estudios del Deporte (CIES): 820 argentinos aparecieron fuera del país. Es, apenas, una captura de pantalla del movimiento del mercado de pases. En sintonía, el destino de los futbolistas argentinos toma cada vez más distancia de los clubes de élite de las cinco principales ligas europeas. Los clubes del Viejo Continente privilegian otras góndolas de Sudamérica. Y, en términos de ingresos a la Superliga, un club del fútbol argentino (Gimnasia La Plata) incorporó a un defensor colombiano que jugó la última temporada en el fútbol de la India (Janeiler Rivas), y River, campeón de la Copa Libertadores, sumó un sólo refuerzo a última hora, el chileno Paulo Díaz, que jugó el último año en el Al-Ahli de Arabia Saudita. En la compra-venta de la pelota, Argentina es segunda marca.
En esta ventana de invierno, sólo tres jugadores de las 170 bajas en la Superliga emigraron a tres de las cinco ligas top de Europa: Gonzalo Maroni (Sampdoria) a la Serie A italiana; Darío Benedetto (Olympique de Marsella) a la Ligue 1 francesa; y Matías Vargas (Espanyol) a LaLiga española. Lo de Naithan Nández a Cagliari quedó en stand by. En un segundo orden, Racing vendió a Renzo Saravia a Porto de Portugal y Defensa y Justicia a Lisandro Martínez a Ajax de Holanda. El slogan de la Superliga (“Donde nacen las estrellas”) quizá no sea tan cercano a la realidad: la Primera División del fútbol argentino, en concreto, es la proveedora principal de jugadores a las ligas de Sudamérica, y muchos de los mejores viajan al Norte a hacer la América, a México y Estados Unidos. Con siete, la Liga MX es la que más jugadores recibió de la Superliga: Ricardo Centurión y Pol Fernández, del Racing campeón, pasaron a San Luis y a Cruz Azul. Y Cristian Pavón, a Los Angeles Galaxy de la MLS.
El botón de muestra del declive surge del siguiente destino mayoritario. No sólo Vargas emigró a España: otros seis futbolistas jugarán en ese país, pero en la Segunda División. Entre ellos, Samuel Sosa, un defensor venezolano de 19 años que jugó un sólo partido en Talleres y que pasó a préstamo a Alcorcón. La disparada del dólar en el último año transformó a Venezuela en un país que miran los clubes argentinos en busca de jugadores. De hecho, Jan Hurtado se sumó a Boca, y es el primer venezolano en la historia del club. Racing lo había hecho el último verano, cuando incorporó a Carlos Olses, arquero de la selección Sub 20 en la que deslumbró Hurtado.
“A veces, la necesidad de un club grande de Europa tiene que cuajar con tal talento que haya acá, y eso no está coincidiendo”, dice Roberto Ayala, que fue director deportivo de Racing en Argentina y de Valencia en España, hoy integrante del cuerpo técnico de la Selección Argentina que dirige Lionel Scaloni. “Yo prefiero que quizá no vayan a los grandes de Europa pero sí a otros en los que compitan en las ligas fuertes para que no peguen la vuelta enseguida -explica Ayala, que en su salida a Europa como jugador pasó de River a Napoli en 1995-. De repente, afianzarse de la nada en un grande es difícil, y más cuando un chico se va de Argentina a temprana edad y con pocos partidos. Nuestro fútbol no está generando ese talento importante. Existe, pero puede haber mucho más si se gana experiencia, que es jugar mucho, llegar a 150 partidos, e irte con bagaje”.
Hay otro punto que puede explicar por qué muchos futbolistas argentinos saltan a equipos de segundo orden en Europa: el mecanismo de solidaridad, impuesto por la FIFA en 2001. Una retribución económica que recibe el club formador ante cada transferencia: si un futbolista es transferido o cedido, el nuevo club paga el 5% del monto del pase al club formador en caso de que haya estado de los 12 a los 23 años. Vale el ejemplo de Ángel Di María, que de Rosario Central pasó a Benfica en 2007, y recién después jugó en Real Madrid, Manchester United y PSG.
En paralelo, hubo 200 altas en el libro de pases que cerró el jueves en la Superliga. Entraron diez jugadores desde México (10), principal país importador al fútbol argentino, seguido de Uruguay, Paraguay y Chile (6). A la clase media del fútbol argentino le sale más barato incorporar jugadores de Sudamérica que de otros clubes argentinos. Y después hay particularidades. Maximiliano Romero simboliza el caso de un juvenil que emigró a Europa antes de cumplir 20 años y que retorna en busca de esa experiencia: volvió a Vélez, cedido por PSV de Holanda. De Italia no sólo arribó Daniele De Rossi a Boca: Ezequiel Muñoz dejó Genoa para jugar en Lanús. Y de Medio Oriente no sólo llegó Paulo Díaz a River: el uruguayo Brahian Alemán, después de una excursión en el Al-Ettifaq de Arabia Saudita, regresó a Gimnasia, el club que trajo un defensor colombiano de la India.
“Brahian (Alemán) es un jugador muy conocido por nosotros. Anduvo muy bien en el club y se fue muy bien: tiene un promedio de gol alto para jugar de volante, mucho arco. El tema de Janeiler Rivas es que no teníamos un defensor central alto en el plantel, y después de muchos ofrecimientos, lo elegimos”, dice Hernán Darío Ortiz, entrenador de Gimnasia. Y cuenta que programas digitales como InStar y Wyscout, a la vez, sirven como herramientas para competirle a la depredación del mercado del fútbol argentino. “Hoy nos ofrecen de todos lados. Y ahí sale todo. Lo bueno y lo malo. Cuántos minutos jugó, cuándo termina contrato, efectividad de pases, por dónde ataca más. Todas las incorporaciones pasaron por ahí y también con información personal”.
El último jugador que vistió la 10 de Ricardo Bochini en Independiente, el ecuatoriano Fernando Gaibor, pasó ahora al Al-Wasl de Emiratos Árabes Unidos. Así funciona el modelo exportador de futbolistas de la Superliga. Mientras tanto, el Brasileirão, campeonato que ya se aseguró un finalista en la Libertadores 2019, recibió a su europeo (el español Juanfran) y volvieron Dani Alves, Rafinha, Filipe Luís, Adriano Correia, Ramires y Luiz Adriano, hasta ayer figuras en los clubes más poderosos de Europa.
Boca, el único club que baila la danza de los millones
Sumó a Salvio, Hurtado, De Rossi y Mac Allister. Y este año vendió por U$S 70,5 millones.
Boca parece ser la excepción que confirma que el fútbol argentino se volvió un mercado de segunda marca. En la ventana de invierno de la Superliga, vendió a Darío Benedetto a Olympique de Marsella (17,8 millones de dólares) y cedió al juvenil Gonzalo Maroni (1,2) a Sampdoria y a Cristian Pavón (2) a Los Angeles Galaxy, ambos con opción de compra. A la par, llegó libre Daniele De Rossi y consiguió el préstamo sin cargo de Alexis Mac Allister, cuya ficha pertenece a Brighton. Además sumó a Eduardo Salvio a cambio de 7,7 millones desde Benfica y compró al venezolano Jan Hurtado, de Gimnasia La Plata, por 5 millones. Un saldo a favor de 8,3 millones de dólares, que podría ampliarse con los 20 millones por Nahitan Nández a Cagliari, un pase que parecía firmado aunque ahora aparecieron trabas. En contrapartida, River, el otro más grande del fútbol argentino, no vendió a ningún jugador y sólo trajo al defensor chileno Paulo Díaz, a cambio de 4,5 millones de dólares por el 80% de su pase desde Al-Ahli de Arabia Saudita. El dispendio de dinero, ya quedó comprobado en la última final de la Libertadores, no asegura ningún resultado en la cancha. Ocurre que en diciembre habrá elecciones y que Daniel Angelici, presidente de Boca desde 2011, todavía no sumó ningún título internacional durante su gestión.
Al margen, engordar la billetera para exhibir como un logro la capitalización de Boca es una política que incluso va en contra de lo deportivo. En el mercado de pases de fines de 2018 y principios de 2019 Boca vendió a Wilmar Barrios (20,6 millones de dólares) a Zenit, a Leonardo Balerdi (18,7) a Borussia Dortmund y a Lisandro Magallán (10,2) a Ajax. Y trajo libre a Marcos Díaz, a préstamo a Junior Alonso (300 mil), Kevin Mac Allister (200 mil) y Lisandro López (sin cargo). Y compró a Gastón Ávila (2 millones de dólares), Jorman Campuzano (4) e Iván Marcone (8,5). Esa vez el balance le dio a favor en casi 35 millones de dólares. Fronteras adentro, además, nutre a los equipos del fútbol argentino: 49 de los 764 futbolistas que jugaron las últimas Superliga y Copa de la Superliga salieron de las inferiores de Boca. Es el club con mayor aporte de jugadores a la Primera División, seguido de River (44). Y sólo 32 de esos 49 debutaron en Boca. Lo reveló el periodista Oscar Barnade, miembro del Centro para la Investigación e Historia del Fútbol (CIHF). Boca, según el sitio Transfermarkt, tiene además el plantel con el valor más alto de mercado de todos los clubes de la Superliga: casi 150 millones de dólares, seguido también de cerca por River (143).