“Esa zapatilla es única”. Así explicó el comisario Jorge Zapatero, jefe de Rastros de la UR II, el nivel de certeza que obtiene cuando una huella cotejada con el calzado que la originó da resultados positivos. De esa forma, el funcionario policial respondió en calidad de testigo las preguntas que le realizaron ayer durante la cuarta audiencia del juicio oral contra Martín Santoro, verdulero de 37 años acusado de dar muerte, con fines de robo, a tres ancianos, que cada vez se ve más complicado.
Zapatero dio cuenta de la pericia de confrontación de huellas de pisadas que realizó en julio pasado a partir de fotografías tomadas en la escena del crimen de José Savini, de 74 años, asesinado en mayo de 2010 dentro de su casa de la localidad de Zavalla, con el calzado secuestrado en el domicilio de Martín Santoro durante un allanamiento.
Las imágenes, que fueron exhibidas en la sala de audiencias, fueron tomadas por Germán Campos, un policía que trabaja en la sección Fotos y que ayer dio testimonio de los lugares en que se encontraban las pisadas. Según refirió, una de las huellas estaba arriba de la mesa del comedor —bajo la cual se encontraba el cadáver del locutor—, otra sobre el piso de arena en una habitación en construcción y la tercera sobre un piso de mosaicos del garaje.
Zapatero explicó que todas las huellas pertenecían al mismo calzado, que las medidas coincidían con las zapatillas y aclaró que no estuvo en el lugar del hecho, ni durante el secuestro del calzado, ya que su función se limitó a realizar la confrontación de huellas de pisada, para lo que aclaró es necesario que existan pequeñas minucias para identificarlas.
En ese sentido, dijo que el resultado fue rotundo ya que las mismas tenían desgaste en la zona del talón y asentamiento en la parte de la puntera, entre otras particularidades que la hacían “única”.
El canario afuera
Los testimonios que siguieron fueron referentes al crimen de Savini y coincidieron, como ocurrió en audiencias anteriores con familiares de otras víctimas, que se trataba de un hombre miedoso que no le abría la puerta a ningún desconocido.
Néstor Savini, comerciante de 47 años que tiene un negocio a 20 metros del lugar del homicidio, recordó varias cosas que le llamaron la atención, entre ellas que su tío había dejado el canario afuera, algo que nunca hacía; que el día anterior a los hechos vio salir de la casa de la víctima (que no solía recibir visitas) a un hombre delgado y alto que se cruzó un bolso en la espalda; y que durante el velorio, dos vecinos le dijeron que esa madrugada habían visto una Trafic blanca en la puerta del domicilio su tío.
Entre los objetos que desaparecieron de la casa de Savini tras su crimen, había un acordeón que fue secuestrado durante un allanamiento policial. La descripción de ese instrumento, que tenía características muy peculiares, figura en una escucha telefónica de la causa.
