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«Podemos organizarnos frente al dolor para hacerlo soportable»

El director y maestro porteño Guillermo Cacace habla de “Mi hijo sólo camina un poco más lento”, la elogiada y premiada obra del croata Igor Martinic que el domingo 18 se presenta en el Teatro Municipal La Comedia, hecho que se convierte en un acontecimiento teatral imperdible

Branco está en una silla de ruedas y es el día de su cumpleaños número 25. De todos modos su lugar, su estado, es casi anecdótico dentro de la ingeniosa trama que el dramaturgo croata Ivor Martinic edifica en Mi hijo sólo camina un poco más lento.

«No es una obra sobre la discapacidad», dice el maestro porteño Guillermo Cacace, director de la exitosa y premiada versión argentina de la pieza croata, estrenada en 2014 y aún en cartel en Buenos Aires que finalmente llega a Rosario. Sucede que desde allí, desde su lugar, Branco interpela a los otros integrantes de su familia y también a la platea en relación con su singular visión del mundo, lo que potencia la intensidad de un material que va del drama a ciertos toques de comedia.

Convertido en uno de los trabajos más elogiados de la cartelera porteña de los últimos años, un verdadero fenómeno de público del teatro off, Mi hijo sólo camina un poco más lento se presentará en Rosario el domingo 18 con una única función en el Teatro Municipal La Comedia.

Con traducción de Nikolina Zidek y las actuaciones de Juan Tupac Soler, Paula Fernández Mbarak, Antonio Bax, Romina Padoan, Pochi Ducasse, Luis Blanco, Clarisa Korovsky, Aldo Alessandrini, Pilar Boyle, Gonzalo San Millán y Juan Andrés Romanazzi, la obra surge de una coproducción entre el Festival Internacional de Dramaturgia (Europa + América), el Centro Croata del Instituto Internacional de Teatro y Apacheta Sala Estudio donde se estrenó y representó por varias temporadas, con el apoyo de la European Union National Institutes for Culture.

Otra condición

«La condición particular de Branco, para no hablar de enfermedad, le permite una distancia, una mirada distinta de su entorno; es algo que pasa mucho: conozco mucha gente a la que su condición particular, incluso más allá del dolor y del resentimiento, le permite una mirada distinta respecto de su cotidianeidad, algo que además los habilita a reinsertarse de otra manera en su familia o en la sociedad. Y en particular, a Branco le permite abordar otra sensibilidad incluso dentro de esa masa vincular compleja que es su familia», explicó el director Guillermo Cacace a El Ciudadano acerca de la obra que pone su centro de atención en la relación entre una madre y su hijo, quien padece una enfermedad innombrada.

El encuentro

La obra, desde su estreno, marcó en Buenos Aires un acontecimiento teatral infrecuente porque se presentaba al mediodía y trabajaba con luz natural, más allá de que luego de cuatro temporadas en Apacheta, el espacio en el que fue concebida, en la actualidad sigue en cartel pero en el Teatro Picadero los jueves a las 20, ya en su versión a la italiana como se la verá en Rosario.

«Cuando aparece una obra que te atrae para querer contar ese mensaje, están pasando muchas otras cosas en la vida de uno que no tienen que ver solamente con el material y a la vez también tienen que ver. Venía de un ciclo de montar obras del grotesco criollo, de Armando Discépolo, quizás el dramaturgo más grande de la Argentina. Yo había tenido no solamente la voluntad artística de meterme en ese mundo sino también un reconocimiento que no busqué pero que apareció muy fuertemente en relación con revisitar esos materiales; son obras muy crueles por momentos, de una gran densidad, y necesitaba cambiar la respiración. Para eso estaba a punto de meterme con un ruso, Chejov, donde la densidad es otra, y en el medio de ese proceso apareció un croata, Ivor Martinic. Y así como me abrumaba un poco todo ese mundo del grotesco y necesitaba cambiar, porque también estaba pasando un momento personal que requería poder respirar de un modo distinto, nos embarcamos con esta obra», detalló Cacace, actor, director y docente de actuación que el domingo 18 y lunes 19 dará en la ciudad un imperdible seminario para actores (ver aparte).

«Esa respiración diferente fue lo que me propuso la pieza de Ivor», continuó el director que del mismo Martinic también montó Sobre Mirjana y los que la rodean, con la actuación de, entre otros, la talentosa María Onetto. «Apenas la leí –continuó–, le dije al grupo con el que estábamos por meternos con Chejov: «Olvídense, guarden ese texto, que vamos con un croata que tiene apenas 24 años (por entonces) y que escribió algo que no pude terminar de leer sin quebrarme emocionalmente», porque es una pieza deliciosa, dado que tiene la frescura de una persona que está escribiendo a esa edad y al mismo tiempo el dolor de un país que ha padecido guerras, divisiones, la ex Yugoslavia, pero conservando cierto humor, porque hay pasajes que hacen posible también poder meterse con lo otro. Es como decía Vinicius de Moraes: para hacer samba que es alegría, hace falta una cuota de tristeza. Y acá pasa lo mismo pero al revés».

De hecho, respecto de cómo esa singularidad se mete en este drama con toques de humor que se pregunta, entre otras cosas, cómo aceptar al otro cuando es diferente, el director, que también dirigió al rosarino Luis Machín en El mar de noche, de Santiago Loza, se explayó: «Se necesita una cuota de humor muy fuerte para poder transitar otros temas que son más duros. Por decirlo desde un lugar muy estereotipado, la obra tiene esas dos máscaras del teatro conviviendo, la del drama y la de la comedia, ambas desarrolladas con contundencia».

Disfuncionalidad y endogamia

Desde las tragedias griegas, la idea de funcionalidad y disfuncionalidad familiar es un tema que atraviesa al teatro. Sin parámetros para contar esa cuota de supuesta normalidad que claramente no existe en las familias, la historia de Mi hijo… pareciera retomar esa problemática universal, porque habla de vínculos entre padres, hijos, abuelos y tíos, pero desde un lugar más sano y real.

«Fabián Casas, que es un poeta y escritor argentino contemporáneo, dice: «Todo aquello que comienza a pudrirse se transforma en una familia». Es algo horrible pero es un poco así. Cuando comencé a leer las primeras críticas de Mi hijo… que hablaban de la disfuncionalidad familiar, de inmediato me pregunté qué familia no es disfuncional. Y en lo personal me pasa algo singular porque yo pienso que finalmente esta familia sí funciona», evaluó Cacace, quien acaba de estrenar en Buenos Aires La Enamorada, otro texto de Santiago Loza que lleva adelante la cantante Julieta Venegas en su debut como actriz.

«Estos personajes –continuó Cacace– pasan por una cantidad de crisis, de no saber qué hacer con este hijo que está en silla de ruedas, pero finalmente le encuentran la vuelta. E incluso creo que este muchacho es el más sano de esta familia frente al dolor, a ese lugar de mucha resiliencia que le toca afrontar».

Y profundizó: «Dentro de las familias se viven tensiones tremendas, pensemos que dentro de las familias se cometen más asesinatos que en la calle, pero en esta obra hay un momento en el que esta familia se encuentra siendo una posibilidad de contención afectiva real, porque la familia sigue teniendo esa función. Creo que parte del éxito que ha tenido esta obra pasa, más allá del psicoanálisis y la observación directa donde ya entendimos que la familia no es algo ideal, y que esa idea de familia televisiva de Los Campanelli no existe, por entender que, al mismo tiempo, puede ser un lugar de contención, de hacerse el aguante. Es como la micropolítica dentro del campo de lo social donde reconocemos que está todo muy deteriorado, pero de todos modos quedan lazos que siguen estando en función de organizarse frente a necesidades comunes, porque de otro modo estamos siempre poniendo el dedo en la llaga y nunca soplando un poquito para que duela menos».

«No me interesa con esta obra poner una palmada en el hombro del sufrimiento colectivo, no hago teatro para eso», evaluó Cacace. Pero de todos modos reconoció: «Eso es algo que sucede; la obra tiene una zona en la que cree que es posible un lazo, en la que cree que frente al dolor podemos organizarnos de alguna manera para hacerlo soportable, e incluso para celebrar que es algo que se nos está haciendo muy difícil pero cada tanto sucede, y de alguna manera hay que poder registrar cuando sucede porque esa es la afirmación de que no todo es lo otro. Tampoco la alegría es esa alegría maníaca y excitada que de algún modo circula por los medios masivos de comunicación e incluso en algunas campañas políticas. Hay otra alegría que pasa por encontrarse con la gente que uno quiere y que nos hace más soportable la vida. También soy consciente que Mi hijo… es una obra que, en el espíritu de lo que estoy diciendo, no hubiese podido poner antes de haber sido padre que es algo que también me transformó mucho; porque de otro modo nos preguntamos si todo es endogámico y siniestro, para qué crear».

Actuar el detalle

El teatro independiente suele ser, como dice el mismo Cacace, «una usina de lenguajes» que produce sentido desde sus estrategias para sostenerse con mínimos recursos. Algo de eso pasó con Mi hijo…, una obra exitosa del off porteño que de presentarse los fines de semana a la mañana o al mediodía, con luz natural que ingresaba al espacio escénico por un gran ventanal, pasó a integrar la programación de importantes festivales, va por su sexto año en cartel, y visitó países como Chile, Costa Rica, Brasil y Uruguay, entre otros. 

«Esta obra permite un encuentro muy particular entre la propuesta actoral y el público. Es algo que tiene que ver con mi manera de trabajar con los actores y las actrices. Mi placer como docente es meterme con el cuerpo de los actores quirúrgicamente. Como pasa con El mar de noche, donde me metí con ese cuerpo tan disponible para la actuación como es el de Luis Machín, aquí hago lo mismo pero con once actores: hay una idea de actuar los detalles y el público reconoce esa calidad actoral que va más allá, incluso, del tema que trata la obra. Hay algo que hacen los actores que yo todavía no puedo terminar de nombrar, pero que genera un nivel de encuentro muy particular que no me ha pasado con otras obras ni con otros actores. Quizás se trate de no actuar, al menos en los parámetros que suponen los actores habitualmente, que imponen hacia la platea un histrionismo que pasiviza la mirada del otro. Estos actores plantean sus personajes desde una vulnerabilidad, habitan una fragilidad que invita a la platea a componer con ellos siendo parte de la experiencia, porque en definitiva todos somos vulnerables”.

EL SEMINARIO

El maestro y director porteño Guillermo Cacace.

 

El reconocido director y maestro Guillermo Cacace, que ha desarrollado su tarea como docente no sólo en el país sino también en el exterior, ofrecerá en Rosario en dos jornadas un seminario destinado a personas que se dediquen a la actuación, dirección de teatro y cine, realización coreográfica y docencia de actuación. Se trata de un entrenamiento a modo de introducción a una perspectiva posible para el trabajo en escena que se desarrollará el domingo 18 de 11 a 15, y el lunes 19 de 15 a 18, en la Escuela Municipal de Danzas y Arte Escénico Ernesto de Larrechea (Santa Fe 1712), con un costo total de 1.500 pesos. La inscripción, abierta hasta el viernes 16, se realiza en la boletería del teatro La Comedia, de Mitre y Ricardone. Guillermo Cacace es egresado como Actor Nacional de la Escuela Nacional de Arte Dramático (actual UNA) y licenciado en Psicopedagogía de la UNLZ, especialización en psicoanálisis. Realizó seminarios y entrenamientos con diferentes docentes de actuación, al tiempo que es doctor en Artes de la UNA, profesor titular de la cátedra en las materias actuación IV y actuación frente a cámara de la UNA, titular de la cátedra de técnicas actorales de la Emad y docente de los laboratorios de actuación y dirección de actores de Apacheta Sala/Estudio.

Para agendar

Mi hijo sólo camina un poco más lento se presentará en el Teatro Municipal La Comedia, de Mitre y Ricardone, el domingo 18, a partir de las 21, con entradas populares que se pueden adquirir en la boletería de la sala o a través del sistema 1000tickets.com.ar, y que van de los 250 a los 600 pesos

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