Un chico de 17 años murió baleado ayer a la mañana en la zona sudoeste en un confuso hecho que cuenta con dos versiones opuestas. Los investigadores informaron que el policía que disparó, un cabo primero de 37 años que estaba franco de servicio, dijo que un vecino le pidió ayuda luego de que un joven le robara a su esposa en la vereda, por lo que le ofreció salir a buscarlo en su auto particular. A unas cinco cuadras del lugar lo divisaron y se “enfrentaron”. Jonatan Ezequiel Ojeda murió de un disparo en el rostro. En pocos minutos, unas cincuenta personas se acercaron al lugar, desmintieron que el menor estuviese armado y denunciaron un caso de gatillo fácil. El fiscal Florentino Malaponte no demoró al policía, pero sí le puso custodia personal en su domicilio, al igual que a sus vecinos.
El presunto enfrentamiento ocurrió ayer a la mañana, antes de las ocho, en Rodríguez y Garibaldi, donde tiene jurisdicción la seccional 15ª. Según informó la Fiscalía, el cabo primero Martín R., de 37 años, estaba en su vivienda, ubicada en inmediaciones de Pasaje Omnes al 4200 (paralela a bulevar Oroño) cuando escuchó gritos en la calle. Al asomarse a la vereda se encontró con un vecino que le contó que su esposa acababa de ser asaltada en la vía pública por un chico que le había robado las pertenencias y huido a pie. Por eso le propuso salir a buscarlo en su auto particular, un Volkswagen Vento. Según esa versión, a unas cinco cuadras de ahí, en Pasaje Margis y Rodríguez, lo divisaron, le dieron la voz de alto, y el joven le disparó al paragolpes delantero. La respuesta no se hizo esperar, y el policía le pegó un balazo en el pómulo que le quitó la vida en el acto.
Jonatan vivía a metros de donde fue abatido. En pocos minutos el hermetismo policial causó un gran malestar entre los vecinos y allegados al menor asesinado y hubo algunos incidentes, al punto que tanto el fiscal Malaponte como una gran cantidad de móviles policiales y uniformados se tuvieron que retirar del lugar apedreados.
La información oficial brindada por la Fiscalía fue escasa y se contrapone a la versión de vecinos, que niegan que el joven, asesinado a metros de su casa, estuviese armado. El fiscal Malaponte decidió ayer poner custodia en el domicilio del policía que brinda servicios en la subcomisaría 22ª y a sus vecinos.
Otro caso similar
El miércoles pasado, un joven de 20 años murió de un disparo policial y su compañero de 17 quedó herido de gravedad en otro caso similar, también ocurrido en la zona sudoeste, a la altura de Gaboto al 3400. La versión de los dos policías fue casi calcada. Que repelieron un intento de robo que dio lugar a un enfrentamiento armado. Tampoco fueron demorados por el fiscal Rafael Coria, que arribó al lugar, lo valló impidiendo el paso de la prensa, y se fue sin brindar declaraciones. Los uniformados abandonaron la vivienda que alquilaban ya que los dos muchachos que habrían intentado robarles vivían a pocos metros de ahí.
La confusa secuencia de la balacera se pudo espiar desde la valla ubicada a 100 metros y entre los patrulleros dispuestos para tapar toda la escena. Lo que se pudo advertir fue que había una moto Suzuki tirada en la esquina de Cafferata y Gaboto donde uno de los jóvenes cayó herido de un balazo policial, en tanto el otro murió a 30 metros por Cafferata luego de que un proyectil calibre 9 milímetros le atravesara la axila izquierda. Vecinos del lugar dijeron que ninguno de los presuntos ladrones desenfundó un arma.
