La cuadra de Uriarte al 1500 de barrio Parque Casas volvió a llenarse este jueves de policías y balas de goma. La primera vez fue el domingo al mediodía cuando dos agentes que viven en esa calle le tiraron a matar a un vecino, cuñado de uno de ellos, para saldar un conflicto familiar por violencia de género. La segunda, este jueves por la mañana cuando los familiares, anoticiados de su muerte, provocaron destrozos en un depósito de bebidas de esa cuadra que pertenece a los policías gatilleros, presos por el homicidio de René, como le decían a Matías Ezequiel Sosa, de 25 años.
“Nos enteramos hoy de esta triste realidad que nos parte al medio. Estamos cansados de tanta injusticia y de tanto abuso de poder. Los policías se piensan que porque tiene una placa tiene derecho a venir y quitarte la vida. Y no es así”, dijo este jueves una cuñada de René momentos después de enterarse de su muerte, alrededor de las 6.30.
Luego de pasar los últimos cuatro días orando para que Matías sobreviva, la noticia de su deceso provocó un pico de ira entre sus familiares que atacaron un depósito de bebidas perteneciente a los policías que lo mataron: Franco Hugo Villarruel, de 34 años, cuñado de Matías y empleado del Comando Radioeléctrico y su hermano Víctor Oscar Villarruel, de 32 y efectivo de la subcomisaría 21ª.
“Esto fue un problema familiar. El policía Franco le pegaba a su mujer, que es hermana de Matías. Hay un montón de denuncias. Y Matías defendía a su hermana, que se separó del policía con el tuvieron dos hijas. Por eso cada vez que se cruzaban discutían. Y el policía le repetía a Matías: «No me jodás más porque te voy a matar, no me jodás más porque te voy a matar», hasta que lo mató”, recordó.
René tenía 25 años, una hija de tres meses de vida y otra de cinco años y criaba además al varón de 9 de su mujer, con la que vivían a cuatro cuadras de la casa de su madre, donde el domingo recibió tres balazos mortales, delante de su progenitora, una de sus hermanas, varios vecinos y seis uniformados.
Así lo contaron los testigos y también el fiscal de Homicidios Adrián Spelta durante la audiencia imputativa del lunes cuando acusó a los policías del delito de tentativa de homicidio, ya que ese día Matías todavía luchaba por su vida en una sala de terapia intensiva. Los médicos dijeron que tenía un tiro en el medio del pecho, el rostro golpeado y otros dos plomos en la cadera.
El fiscal agregó en la audiencia que además de la familia de Matías y los vecinos, la brutal escena fue observada por seis efectivos del Comando Radioeléctrico que habían tocado el timbre en la casa de la mamá de Matías y lo habían hecho salir a la vereda. Minutos después lo ejecutaron los hermanos Villarruel.
Desde ese domingo hasta este miércoles, en el barrio se vivió mucha tensión, pero las energías de la familia de Matías estaban concentradas en su recuperación médica. Cuando los médicos les informaron que había muerto, el dolor se transformó en bronca.
“La Policía vino a reprimir, tiró balas de goma, eran un montón. No justifico que esté bien que la familia rompa cosas, pero de alguna forma esa bronca y ese dolor tienen que salir. Como en la cuadra viven familiares de los policías asesinos, llamaron al 911 para decir que estaban robando. Y eso es mentira, sólo fueron destrozos”, continuó una joven.