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Poner el cuerpo y las imágenes

La realizadora argentina Lucrecia Martel y la peruana Claudia Llosa hablaron de actualidad, cine y del movimiento de mujeres en el marco de su visita a la ciudad la semana pasada donde protagonizaron la charla debate “Pensar con imágenes”

Reconocidas, premiadas y comprometidas. La argentina Lucrecia Martel y la peruana Claudia Llosa protagonizaron en la ciudad la charla/debate Pensar con imágenes, en la que se analizó la industria cinematográfica en un contexto de crisis. Pero no sólo hablaron de cine, ambas se mostraron comprometidas con la lucha del colectivo de mujeres por la igualdad de derechos, en el caso de Perú específicamente por la violencia de género. De hecho, Martel señaló: “Nunca fui a la televisión por mis películas, sí por este movimiento de mujeres, donde sé que mi compromiso es estar ahí en la calle cuando haga falta”. Y agregó: “El gobierno nacional, que se ocupa de gerenciar empresas, ve al cine sólo como una gran industria y desconoce que el cine trascendió gracias a las pequeñas y medianas empresas. Piensa el cine como si fuéramos grandes corporaciones sin entender qué significa la cultura y por eso toma medidas muy descuidadas como las que padecemos en nuestro Incaa (Instituto de Cine y Artes Audiovisuales)”.

Ante la crisis económica, Martel y Llosa coinciden en que es la lucha feminista la que mantiene un halo de esperanza y de acción. “Si no existiera este movimiento de mujeres así de organizado estaríamos hiper deprimidos”, dijo Martel y continuó: “Creo que lo que tiene este movimiento de mujeres, liderado por las feministas de este país desde hace décadas, es que une el pensamiento a la acción inmediata y eso es un modelo. Ya conocimos otras crisis, como las del 89 y 2001, y otra vez tenemos esta sensación de que el gobierno no tiene creatividad para salir de la mejor manera de esta situación tan dolorosa. La única diferencia a las crisis anteriores es que hay un gran grupo que lucha”.

Por su parte, la sobrina del escritor Mario Vargas Llosa se mostró “frustrada” al bajar del avión y poner un pié en suelo argentino. Más allá del público apoyo del afamado escritor a la gestión de Mauricio Macri, Claudia expresó: “Lo que pasó en Argentina me conmovió mucho, me frustró porque sé que si Argentina tiene una economía y una cultura sólida, se siente el efecto dominó en el resto de los países, y esta crisis la sentimos todos. Desde que llegué al país siento algo muy ambivalente. Por un lado malestar por lo que está pasando y por otro lado fuerza, un sentimiento importante de que esto debe cambiar. Eso tiene que ver mucho con las mujeres unidas. Nos toca y vamos a poner el cuerpo”.

En la misma línea, la ganadora del Oso de oro en Berlín por su película La teta asustada (también nominada al Oscar en el rubro película extranjera), continuó recordando que en Perú existe el movimiento “Ni una menos” que lucha específicamente contra la violencia de género.

Más allá del compromiso, ni Martel ni Llosa consideran que la agenda actual de la lucha feminista deba estar obligatoriamente en una próxima producción cinematográfica. “Mi posición es en contra del poder que homogeniza”, apuntó Martel. Y explicó: “Todo el trabajo que hice tiene que ver con no avalar el status quo, mirar las cosas de otra manera, valorizarlas. Lo interesante del cine es que puede correrse de la agenda de lo inmediato, porque necesitamos pensar también sobre otras cosas. Hay organismos sociales y miles de periodistas hablando de lo que pasa hoy y si encima le dedicamos el cine a la coyuntura se pierde la reflexión a largo plazo. Siento que mi compromiso es mucho más a largo plazo que hablar de un tema como la lucha de mujeres, o del aborto o el femicidio, a menos que a un personaje de una historia que escriba le pueda pasar algo así, pero no obligarme. Mi agenda personal no cambió, cambió mi actividad diaria porque ahora tiene otro ritmo, tengo un grupo de Whatssapp con las mujeres salteñas de todos los sectores: profesionales, universitarias y vecinas, y nos pasamos noticias y organizamos algunas cosas. Pensar que nunca fui a televisión por mis películas, sí por este movimiento femenino, donde sé que mi compromiso es estar ahí en la calle cuando haga falta”.

Por su parte, Llosa afirmó: “Queriendo o sin querer, mis personajes siempre tuvieron cuerpo de mujer. La reflexión sobre lo femenino está inmersa en el cine pero tampoco debemos pretender que sea así siempre, pero sí de una manera visceral. Tampoco quiero sentirme obligada a llevar al cine una historia así, me molesta que se hable del «cine de mujeres» o «cine hecho por mujeres», no queremos esa diferencia, hacemos cine y punto”.

El arte que nunca se detiene

Claudia Llosa tiene la sonrisa fácil. Juega con su pelo enrulado mientras da una entrevista más aunque, a pesar de su vasta trayectoria y cientos de charlas con la prensa, asegura “aún no está acostumbrada”. Tiene dos hijas y vive en Barcelona desde hace 18 años y aduce que el ritmo del cine en su vida cambió tras la maternidad. “Yo era muy monógama: una historia y absoluta devoción. Pero en la época de los multitask (tareas múltiples) tener dos hijos y vivir entre dos países se vuelve algo enloquecedor, pero las historias te atrapan. Necesito enamorarme para sostener un proyecto. Es algo muy maratónico siendo yo cero deportista (risas), pero es ese espíritu de concentración en el que te sumergís para narrar una historia”.

De hecho, Llosa demostró que desde antes de iniciar el rodaje una producción puede ser premiada por su guión, como sucedió con su primer trabajo, Madeinusa (2003), que recibió galardones en Sundace, Róterdam y Mar de Plata. Por estos días la cineasta peruana culminó la adaptación del libro Distancia de rescate, de la argentina Samanta Schweblin, y está en la cuenta regresiva para iniciar el rodaje. La trama de la obra sigue a Amanda, una mujer agonizando en la cama de un hospital que comienza a recordar los hechos perturbadores que la separaron de su hija y la llevaron a su situación actual. “Hasta que comencemos a rodar sé que estos van a ser los cuatro meses más frenéticos de mi vida. Trabajar junto a Samanta fue muy placentero y espero el público también disfrute”.
Por su parte, Lucrecia Martel esconde su mirada tras los marcos de sus anteojos gruesos y de color marfil y considera que vivir el mundo de la película que se filma es “totalmente adictivo”.

El año pasado el mundo entero habló de su película Zama, que fue precandidata a mejor película extranjera en los Oscar, pero no llegó a la nominación, aunque representó al país en los Goya. De presencia muy serena, demuestra que su cabeza va a mil en materia de proyectos. Desde hace ocho años trabaja en el que será su próximo documental, sobre el crimen el activista diaguita Javier Chocobar, quien recibió un disparo letal en 2008, en Tucumán, mientras trataba de frenar el desalojo de la comunidad de sus tierras ante la compra de un privado. “Vengo trabajando el caso en distintas intensidades porque durante la presentación y premios de Zama no pude hacer mucho, pero llevo meses encerrada seis horas al día en tribunales filmando y tomando nota del juicio”, detalló con entusiasmo y agregó: “Eso es quizás una cosa que define a la gente que hace cine. Cada película te obliga a meterte y vivir un tiempo de tu vida en un mundo un poco distinto al que estás acostumbrado, eso es extremadamente adictivo”.

“Siento que hago cine porque quería hablar con una persona o entrar a una fábrica abandonada y no tenía excusas. Para mi es conocer lugares y gente, es increíble. Creo que no existe profesión donde la gente te cuente tantas historias, o sueños que les hubiera gustado cumplir”, concluyó Martel.

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