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Por deporte: presentan libro sobre cómo construir (y deconstruir) un Ironman

Rodrigo Miranda dará a conocer este jueves 10 textos que recuperan sus inicios como maratonista hasta llegar a la más extenuante de las competiciones deportivas

Por Agustín Aranda

Cuando una persona cruza el arco del triatlón Ironman, una voz sale de los parlantes para marcarle cuánto tiempo tardó en nadar, pedalear y correr más de 220 kilómetros. Después le dice su nombre y agrega: “Tú eres de hierro”. Rodrigo Miranda no se siente un “hombre de hierro”, aun cuando la voz al final del arco lo trató de convencer varias veces en los últimos 7 años. El rosarino, que pasó de ser un runner más a un deportista de alta competencia, cuenta cómo mantuvo la humanidad en un libro de relatos que presentará este jueves en WIT Coworking Space (Urquiza 1285).

La zanahoria

Ágil, sincero, directo. Así lo describen a Miranda y esos adjetivos bien pueden calificar a su primer libro, Cruzar el arco, editado por Patas de Cabra. Ahí el profesor de educación física, guardavidas y masajista ofrece historias cortas del camino entre su primera maratón –donde paró a comprar unos bizcochitos en una panadería– hasta el triatlón helado que terminó en Ushuaia.

Miranda estaba cansado de ver cómo sus contactos en redes sociales reducían su participación en una maratón a una foto y el tiempo que habían hecho. “Me parecía que nunca estaban conformes con lo que hacían y nadie contaba cómo habían vivido la carrera y la preparación”, cuenta a El Ciudadano. Lo mismo le pasaba al leer libros de deportistas de elite. Ninguno le llegaba hasta que un día uno de sus alumnos le pasó una autobiografía. Era “Open” (2009), el relato de la excesiva presión y soledad que sufrió el tenista multicampeón André Agassi.

Enganchado con explorar por qué iba (o vamos) al deporte y qué pasaba al conseguir la meta (y después) Miranda empezó a escribir. Entre marzo y junio eligió y editó 10 textos con Maia Morosano, a cargo de Patas de Cabra. “Descubrí que puede haber un montón de tipos de deportistas. No solo el profesional o el amateur”, confía en la charla con El Ciudadano. Entre esas posibilidades, Miranda experimentó y contó cómo volverse alguien que hace coincidir sus vacaciones con una maratón en el exterior. O alguien que además de trabajar elige someterse a sesiones eternas de kinesiología, infiltraciones y dietas rigurosas. O que practica arriba de una bicicleta hecha a su medida que parece salida de una película futurista.

Ilusión de revancha

En su libro, el escritor deja atrás el resultado de las carreras y elige mostrarnos los paisajes, contarnos cómo la temperatura del agua le activa algún recuerdo y reproducir un diálogo intenso entre él y su cuerpo en el que le pide que no lo abandone. Miranda también aprovecha a mostrar el lado B de los circuitos de carreras: la previa, los entretiempos y los cruces entre quienes compiten. Y hay tela para cortar.

Por fuera de las maratones y triatlones de clubes, asociaciones y municipios está el mundo de los Ironman, que también incluye a las mujeres. La competencia nació en 1978 en una mesa de un bar en Hawai. John Collins, un oficial de la Marina yanqui discutía con otros militares sobre cuál era el deporte más exigente: la natación, el ciclismo o la maratón. Pasaron de la teoría a la acción y cranearon una prueba de resistencia que unió las tres disciplinas (3,86 kilómetros de natación, 180 de ciclismo y 42,2 de carrera a pie) con un límite que hace la diferencia: quienes participen deben completar la distancia en menos de 17 horas.

Desde entonces, los Ironman fueron adoptados por varias ciudades y se hicieron populares entre líderes de empresas que además de invertir en trajes, bicicletas y una alimentación especial cubren una inscripción de al menos 800 dólares por competencia. Este año, Mar del Plata celebró su tercera edición. “No somos máquinas. Vi correr a un montón de personas con distintos cuerpos. Todos, ya que son 17 horas, pueden hacerlo con la preparación” necesaria, opina Miranda sobre la competencia.

Ideas al llegar

En camino a cruzar su arco, Miranda encuentra y madura reflexiones deportivas que van más allá de lo deportivo. Son ideas sobre cómo vivimos. Incluso pueden ayudarnos a entender qué nos atrae al deporte, ese lugar donde, a diferencia de la vida (que cuando terminó, terminó), siempre hay revancha.

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