La «fase del respeto» recompuso una de las instancias más deseadas por todas y todos durante el aislamiento: las reuniones afectivas. Ante esto, desde el municipio se remarca la importancia de sostener los protocolos sanitarios durante los encuentros y reforzarlos aún más cuando participen adultas y adultos mayores, la principal población de riesgo.
La posibilidad de encontrarse y acompañarse es importante para el bienestar de los adultos mayores, como la necesidad de continuar con las precauciones para cuidar de su salud. Por eso, se insiste sobre las medidas a tomar durante las reuniones afectivas: respetar el horario y la cantidad de personas permitidas (10 como máximo), que sean breves (no reunirse todo el día); ventilar los ambientes; lavarse las manos; mantener la distancia y no compartir el mate.
Además, se recomienda que esa franja etárea (los mayores de 65 años), usen cubrebocas o mascarilla facial el mayor tiempo posible. “Cuidar es querer”, sintetizan desde la Dirección de Adultos y Adultas Mayores del municipio: un dispositivo que es clave para acompañar a esta población en un momento de multiplicación de complejidades.
A raíz de la pandemia, desde dicho espacio implementaron «Rosario Cuida a los Grandes», un programa de cuidado y cercanía a los adultos y adultas mayores de la ciudad, que incluyó contención psicológica (telefónica y virtual) y asistencia a domicilio para hacer compras.
«Este escenario que apareció a partir de marzo, nos obligó a repensar todas las acciones que tiene la Dirección de Adultos y Adultas Mayores, pensar en un acompañamiento diferente al que veníamos haciendo», dijo Sonia Mansilla, directora del área, que además centraliza múltiples actividades recreativas pensadas para este grupo etario, como una oferta de talleres anuales o las colonias de verano en temporada.
Y agregó: «Lo que se implementó fue la posibilidad, para aquellos que podían tener acceso a las redes o a Whatsapp, de armar de forma virtual las actividades que veníamos haciendo en forma presencial. Los talleres no sólo se pudieron sostener, sino que se han ampliado a mayor cantidad de adultos mayores».
Mantener esos espacios es central para el bienestar de sus participantes, ya que permite sostener el vínculo entre ellos.
“Además de las actividades, también hicimos acompañamientos telefónicos, para charlar sobre cómo transitaba el aislamiento, en situaciones donde se sentían solos y con angustia. Si bien eso sigue de cierta forma, notamos que ha disminuido desde que se abrió la posibilidad de los primeros encuentros familiares», aseguró Mansilla.
En esta nueva etapa de distanciamiento, es imprescindible la intersección de cuidados: estar presente y encontrarse, y también mantener e incrementar las precauciones.
“El adulto mayor llama para sacarse las dudas sobre qué se puede hacer y qué se habilita. Son responsables y toman precauciones. Lo más importante son las recomendaciones para el grupo afectivo», remarcó Mansilla.
Desde la Dirección, entienden que todo contacto de cercanía es importante. También saben que «los encuentros presenciales dieron lugar a que muchos adultos pudieran volver a sentirse bien y por eso son muy importantes».
«Las familias tienen que entender que las condiciones de los protocolos no se pueden negociar. Sabemos que son la principal población de riesgo, y el hecho de que sean familiares no quiere decir que puedan relajarse en el encuentro presencial. Al contrario, los familiares son los principales responsables de cuidarlos en ese momento», explicó la funcionaria.
Desde la Secretaría de Salud Pública municipal, insisten en que la frecuencia de las reuniones afectivas debe ser controlada y dosificada. Lo importante es que no se reúnan entre más de dos o tres núcleos convivientes.
«Si se juntan 10 personas, de 10 núcleos convivientes, multiplicamos la posibilidad de contagio porque esas diez personas luego se reunirán cada uno con sus familias o con otros grupos. Si son pocos los núcleos convivientes, hay menos riesgo de propagación», explicaron desde el área sanitaria.
Esto es fundamental para considerar el riesgo al que pueden exponerse los adultos mayores de la familia si su grupo afectivo no respeta los protocolos y recomendaciones.
El respeto es una forma de cuidado
Pablo Urbaitel, miembro del equipo de la Dirección de Adultas y Adultos Mayores, profundiza el análisis de la coyuntura y piensa en la pandemia como una oportunidad para hacer frente a un escenario preexistente.
«El problema de la soledad y el aislamiento de adultos mayores ahora se percibe con más fuerza pero viene de los últimos cuarenta años. La pandemia no inaugura este problema, sino que lo agudiza. En eso me parece importante poner el ojo», dijo.
Por eso, advierte que «quizás porque la cuarentena puso a personas de todas las edades en esa misma situación de aislamiento y soledad, o por la urgencia y el temor que genera reconocerlos como la principal población de riesgo. Por primera vez, se visibiliza en la agenda pública la problemática de los adultos mayores».
Ante ese escenario, «es una oportunidad para repensar el vínculo que como sociedad tenemos con los adultos mayores y nos concienticemos”, propuso Urbaitel.
Según explicó, «vivimos en un modelo social que podría llamarse gerontofóbico, donde «se privilegia lo joven, nadie quiere llamarse viejo, y los adultos mayores están invisibilizados y ausentes de afecto, acompañamiento y respeto por parte de la población en general».
Y sostuvo que «hay una mirada sobre los adultos mayores donde se los subestima, no se los reconoce como sujetos con derechos, autónomos, que deciden por sí mismos».
Y amplió «que respetar esa autonomía y reconocerlos como sujetos empoderados es muy importante para el bienestar de las personas de este grupo etario».
Y cerró: «Hoy cualquier tipo de contención es importante. Llamarlo, contenerlo y demostrarle cariño. En el caso del cuidado intrafamiliar en un modelo intergeneracional, donde conviven varias generaciones, es importante tratarlos con respeto. El respeto es una forma de cuidado».