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Por fuga de la Alcaidía Mayor van a juicio 9 presos y 2 policías

Por Carina Ortíz.- Los reclusos enfrentan además cargos por robo y lesiones. Los uniformados deben responder por facilitamiento doloso de evasión.

Un primo del extinto jefe de la barra brava de  Newell’s Roberto “Pimpi” Caminos y 8 compañeros de pabellón, que en febrero de 2010 protagonizaron una fuga cinematográfica de la Alcaldía Mayor, irán a juicio por robo calificado, resistencia a la autoridad, lesiones y evasión. También se sentarán en el banquillo de los acusados dos policías que fueron reducidos al momento de la fuga, quienes enfrentan el cargo de facilitamiento doloso de evasión. La decisión fue tomada por la sala III de la Cámara Penal que confirmó los procesamientos de 9 evadidos al entender que en el caso existió una previa planificación del escape dada la inmediatez en la asunción de roles y destacó que los actos de fuerza y violencia perpetrados tienen estrecha relación con el fin buscado que fue la fuga. Respecto de los uniformados, señaló que uno de los policías permitió que un detenido que participó en la fuga saliera de su celda a buscar comida mientras que el otro funcionario policial ingresó con un arma –que negó tener ante la guardia– que luego le arrebataron los fugados.

La evasión de 17 presos de la Alcaldía ubicada en avenida Francia al 5200, dentro de la Jefatura de Policía, se produjo el 28 de febrero de 2010, cuando una camioneta de Economato ingresó al lugar con las raciones de cena para los detenidos. En ese momento uno de los pabellones tenía sus puertas abiertas y algunos presos estaban afuera de las celdas con la excusa de realizar tareas de limpieza y recibir la comida, situación que no estaba autorizada. Esta circunstancia fue aprovechada por un grupo de reclusos que redujo al policía que traía las raciones, a quien despojaron de su arma. Luego redujeron a otro uniformado que se encontraba en la guardia y se apropiaron de dos escopetas 12.70.

El grupo salió del lugar armado y se subió a la camioneta de Economato que avanzó a toda velocidad; los reos se dirigieron al portón de salida ubicado por calle Francia (que estaba abierto); en el camino intentaron embestir a un agente y atacaron a tiros a los 4 uniformados que se apostaron en la puerta en un vano intento de detener la marcha del vehículo, uno de los cuales resultó herido.

Según testigos, la mayoría de los fugados iba en la parte trasera de la camioneta, que salió rápido y hacia el norte. Una fuente policial remarcó que Gregorio Caminos fue el ideólogo de la evasión, aunque ello no se pudo determinar durante la instrucción. El acusado adujo que al momento de la fuga se encontraba internado en un sanatorio, versión que la Cámara consideró inadmisible ya que dicho dato no fue avalado por ningún elemento probatorio.

Luego de la fuga, los más de 20 reclusos que quedaron en el penal protagonizaron un motín que fue desarticulado un par de horas después mientras que 7 de los 17 evadidos fueron recapturados ese mismo día. Posteriormente se produjeron otras detenciones y en mayo de 2011 cayó Oscar Gregorio Caminos cuando iba a visitar a su pareja.

El Juzgado de Instrucción 11ª, a cargo de la investigación,  procesó a los acusados por los delitos de robo calificado, privación de la libertad agravada, abuso de armas y resistencia a la autoridad, mientras que los policías deberán enfrentar un juicio por favorecimiento doloso de la evasión.

La resolución fue apelada por los imputados y la revisión del fallo recayó en la sala III, compuesta por Otto Crippa García, Carina Lurati y Rubén Jukic quienes confirmaron el decisorio por dos votos y una abstención al entender que los acusados lograron evadirse empleando la fuerza y la violencia contra quienes se oponían a la fuga, que realizaron en un vehículo robado y disparando armas que habían sido sustraídas e hiriendo a un policía. Los camaristas refirieron que, más allá del rol de cada uno, existió una clara división de tareas donde todos fueron coautores.

Asimismo la Cámara hizo referencia a la falta de eficacia, desorden funcional de la Alcaldía y el consecuente riesgo en la tarea que desarrollan en el lugar a lo que agregó que no es tarea de la policía cuidar presos.

Más allá de ello, consideró que hay elementos para llevar a juicio a los acusados.

Respecto del uniformado que estaba en la guardia, la sala III refirió que en su descargo ignoró casi todo (que el portón estaba abierto y que había un detenido lavando ropa, entre otras cosas), aunque admitió haber sacado un preso para que retirara la comida, algo que no se debía hacer, refiere el fallo, lo que favoreció que el policía que llevaba las raciones fuera sorprendido por los detenidos.

A ello se suma que otro personal policial dejó sobre la mesa las llaves que fueron utilizadas por los presos para salir, sostiene la resolución.

Respecto del otro uniformado acusado, la Cámara consideró que dejó de cumplir con una orden esencial al ingresar armado al penal, incluso cuando en la guardia negó tener armas.

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