Flores lanzadas al agua helada en la que reposa el Titanic, inauguración de un monumento en Irlanda (donde el buque fue construido), ceremonia en Canadá, donde reposan las víctimas de la tragedia: cien años después de la catástrofe, el drama se conmemoró ayer a ambos lados del Atlántico y en alta mar.
Dos barcos de crucero (uno procedente de Southampton, puerto inglés de donde zarpó el buque el 10 de abril de 1912, y el otro de Nueva York, destino previsto del Titanic) llegaron al lugar del naufragio en la madrugada de ayer, justo cien años después de la catástrofe que provocó más de 1.500 muertos.
A bordo del Balmoral, que rehace la travesía del Titanic, unos 1.300 pasajeros, entre ellos algunos descendientes de las víctimas, guardaron un minuto de silencio en plena noche.
Tres ramos de flores, bendecidos por un sacerdote, fueron lanzados desde el puente al océano, en el momento en el que un siglo antes el Titanic se hundió tras haber chocado con un iceberg, según las imágenes transmitidas por la BBC.
Para Jane Allen, cuyo tío abuelo fue una de las víctimas de la catástrofe, esta ceremonia fue una experiencia “increíble”.
“Miras hacia abajo y te das cuenta de que cada hombre, cada mujer que no tuvo la oportunidad de subir a uno de los botes salvavidas tuvo que tomar la decisión de saltar o bien permanecer a bordo” hasta que les llegara la muerte, relató Allen.
A todo esto, a bordo del Journey, llegado desde Nueva York, sus 440 pasajeros vivieron la reconstitución de la catástrofe en el mismo lugar donde el casco del Titanic está hundido a 3.800 metros de profundidad.
Un siglo después, a la misma hora que entonces, los altavoces del Journey repitieron el mensaje de alerta del comandante del Titanic en el que anunció que el barco, considerado como insumergible, había chocado contra un iceberg, según la retransmisión de la cadena pública de televisión canadiense CBC.
Después se emitieron sucesivamente los diferentes mensajes de socorro, transmitidos en morse, hasta el último de ellos, ininteligible por las interferencias.
El naufragio del Titanic fue en su época símbolo de la arrogancia del hombre moderno castigado por la Naturaleza y de la segregación entre los ricos (en primera clase) y los emigrantes y los marineros, alojados en la cala del barco. Incluso, para otros, el accidente significó el inicio del declive del Imperio Británico.
La catástrofe también se conmemoró a ambos lados del Atlántico.
En Belfast, donde se construyó el Titanic, unas trescientas personas asistieron ayer a la inauguración de un monumento en el que figuran, por primera vez, los nombres de todos los pasajeros y miembros de la tripulación, incluidos los músicos de a bordo.
Los nombres aparecen en orden alfabético, sin que se haga distinción en función de la clase en la que viajaban los pasajeros.
En el puerto canadiense de Halifax, donde reposan los restos de muchas de las víctimas, se lanzaron al cielo bengalas de socorro en recuerdo de las lanzadas por el Titanic y se realizó una ceremonia interconfesional en el cementerio de Fairview Lawn, donde fueron enterrados 121 cuerpos recuperados.
También se organizó en la noche del sábado una marcha con antorchas que recorrió las calles de la ciudad detrás de un carro que transportaba un ataúd vacío.