“El polvo es el todo y la nada, lo que queda y el comienzo. Es la partícula. El polvo es ineludible, lo tratamos como si fuera residuo y despreciable pero también es constitutivo de nuestro ser”, resumió Paula Maffía el porqué del nombre de su último disco, un material que tendrá su presentación en Rosario el fin de semana. “Además me gusta mucho la palabra polvo. Tiene linda sonoridad y me gustan las palabras con o”, agregó y rió.
El segundo disco solista de Maffía fue grabado junto a su banda compuesta por Lucy Patané y Nahuel Briones, más artistas invitados. Se trata de “una obra versátil pero rockera, con dejos indies, de blues y de música latinoamericana y con un trabajo muy delicado sobre sus letras”. Su grabación empezó hace un año y su lanzamiento fue a fines del último abril. En el medio, presentó dos temas: “La Espesura” (más su videoclip) y la balada “Corazón Licántropo”.
¿Cuándo se empezó a gestar la idea de este disco? Maffía no sabe bien cómo responder esa pregunta, para ella los discos “no nacen de una idea solitaria, se viven y acontecen”. “Para cuando me di cuenta ya tenía un grupo de canciones que hablaban de una temática y exploraban una faceta, un modo de ver ciertas cosas con una coherencia. Así que decidí agruparlo en una obra”.
Paula Maffia lleva más de 15 años como cantautora e instrumentista. Además de presentarse como solista, es miembro fundador de la petit orquesta de rock La Cosa Mostra y del ensamble de señoritas Las Taradas. También es docente e investigadora de canto y composición. Como si fuera poco, en sus ratos libres, dibuja.
“Me fascina mucho el lenguaje entre las personas, especialmente todo lo que se dice al no decir: los sobrentendidos, los no dichos, los vericuetos que genera la metáfora. Me parece muy interesante la complejidad de la comunicación entre personas”, contó y agregó que el presente es un momento musical donde se encuentra valorándose como compositora y artista. “Siento que encontré un discurso propio muy claro y tengo muchas cosas para contar, así que me van a tener que aguantar”, dijo entre risas.
Narrativa universal y contemplativa
“Mi música no refleja discursos actuales. Es la depuración de una mente que está al día con debates urgentes, pero no habla sobre eso”, definió. Los feminismos rompen puertas en todos los ámbitos, la música no es la excepción. Maffía plantea que sus canciones no son panfletarias y que le interesa encontrar un discurso universal, esa es su pretensión.
“Mi búsqueda estética tiene que ver con lograr bajar a tierra una coherencia del aquí y ahora que quiero que sea entendible de acá a 50 años. Entonces nunca voy a decir la palabra twitter ni cuerpa, porque me parece que son coyunturales, muy urgentes y necesarias en el aquí y ahora pero también son palabras que están felizmente en mutación permanente”, explicó.
Ella considera que los debates públicos de los feminismos lograron que estemos en tiempos de reinterpretación profunda de la realidad, de los vínculos que construimos y las maneras de amar y criar, de lo que elegimos dar y pedir en cualquier tipo de relación. “Estamos atravesando un momento histórico, por primera vez la mitad de la población se autodefine sometida históricamente por la otra mitad de la sociedad”, aseguró y aclaró: “No hablo solo de mujeres que nacieron mujeres, sino también todo tipo de disidencias. Es un enfoque donde por primera vez nos atrevemos a leernos como agentes ocultos de la historia. Esto genera dos movimientos. Por un lado decir: «ey yo no quiero ser más agente oculto de la historia». Y por otro lado, preguntarte: «en toda esta historia que estuvimos leyendo ¿es verdad que antes no había mujeres y disidencia?» Nos exhorta a hacer revisionismo y volver a encontrar en el pasado referentes ineludibles de la cultura femenina y disidente y que fueron estratégicamente ocultadas”.
“Por suerte a su vez hay otros artistas que sí consideran urgente y así nos complementamos. La actualidad es cubierta desde estos dos puntos de vista, uno más específico y urgente y otro más universal y contemplativo. Uno no es ni mejor ni peor que otro sino que son dos visiones de una misma actualidad”, explicó.
Así puede cantarle a la chica de sus sueños, Don Juan de su cama, decirle que quiere desvestirla y darle calma como en “Asta con asta: kapum”. O puede suplicar que no quiere perderla ni que sea sólo un botín de primavera, que ya su corazón aprenderá a no hacer más líos, como en “Corazón licántropo”.
La música como acto político
Maffía habla de procesos, de ideas que van tomando forma y cuerpo a través del tiempo. Cuenta que a lo largo de su vida estuvo expuesta a discursos tanto machistas como feministas y si bien le resulta muy difícil definir en qué momento se vio más interpelada por los feminismos, detecta lo que define un acontecimiento en su camino musical y político: su acercamiento al movimiento de música riot. “Riot grrrl” fue un movimiento under feminista de música punk que nació a principios de los noventa en Washington, Estados Unidos, pero que se movió por los circuitos de Nueva York, Seattle y otras tantas ciudades norteamericanas.
Sus canciones hablaban del empoderamiento femenino, sexualidad, anarquismo, racismo, patriarcado, violaciones y abusos. Una combinación de música punk e indie rock sostenida también en un fuerte activismo. Un movimiento que al mismo tiempo apoyó y organizó a mujeres músicas. “Me abrió muchísimo la cabeza y me ayudó a entender que la música es un acto político. Porque podés generar una revolución con una canción. Porque todo hecho artístico es un hecho cultural y la cultura es política, no partidista sino política que es mucho más grande”, expresó Maffía.
Para ella este movimiento significó una referencia ineludible. Casi tanto como María Elena Walsh a quien considera una de las compositoras más importantes de Argentina. En Polvo hace un cover del tema “Canción para bañar la luna”.
En este caso, Maffía describe con detalle una escena y sus sensaciones: un acto del jardín de 3 años, un grupo de niñas y niños arriba del escenario para cantar y bailar esta canción. “María Elena Walsh fue mi primer acercamiento a la música, fue el primer flechazo que tuve a los tres años. Escuchar esta canción por primera vez fue un acontecimiento que generó un antes y un después en mi vida, sentí un flechazo muy grande similar al del amor, un amor tremendo. Y también sentí a esa edad que ese sentimiento era muy grande para mi cuerpo, una certeza, sentí algo muy profundo con esa canción”, explicó.
Maffía es tan poética en sus letras como por teléfono. Elige las palabras con cuidado, intenta ser minuciosa en sus respuestas, despliega como un abanico el rico lenguaje que tanto le interesa investigar y cantar. Sigue: “Lo que sentí con «Canción para bañar la luna» fue escuchar un relato con aire japonés pero también un carnavalito, donde la protagonista es una niña que es la luna y hace travesuras como robar un crisantemo o chapotear en un charquito. De alguna manera humaniza la luna, la hace traviesa y accesible a mí como niña. Una historia de ese calibre me pareció increíble y me parece increíble al día de hoy”.
Para Maffía las canciones de María Elena Walsh se pueden seguir desmenuzando a través del tiempo, permiten encontrar más capas de profundidad. Destaca su trabajo y discrepa con la idea de reconocerla únicamente como una compositora de música infantil: “Esas canciones también son para adultos, a mi me siguen interpelando. Además es una componente del rock nacional, no me parece una entretenedora de niños. Es una persona con una poética sublime y a la vez popular. Es casi imposible lo que ella logró”.
Un show sanguíneo
Maffía recuerda a Rosario como una ciudad culturalmente ágil y con un paisaje increíble. Y adelantó que junto con Lucy Patané y Nahuel Brione presentarán “el formato más sanguíneo de este proyecto” donde los tres pasarán por múltiples instrumentos, mostrarán al disco en su totalidad con las versiones “más jugosas y contundentes”. También revisarán canciones viejas y catalogadas.
Para agendar
Paula Maffía presenta su disco Polvo el sábado 27 de julio, a las 21.30, en el Gran Salón de la Plataforma Lavardén de Mendoza 1085.