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Por un feminismo inclusivo y anticolonial

El 34 Encuentro en La Plata cerró con la promesa de reivindicar el reclamo de la Asamblea del Abya Yala: que el de San Luis en 2020 sea plurinacional y de mujeres, lesbianas, travestis, trans, bisexuales y no binaries. Militantes de distintos puntos de Latinoamérica le pusieron la voz al debate

Lucía Demarchi y Arlen Buchara

Abya Yala es el nombre con el que los pueblos originarios de Panamá y de Colombia conocían a lo que en 1492 los europeos decidieron llamar América del Sur. En esa avanzada colonizadora, la llamada cultura occidental destruyó las tradiciones de los pueblos originarios de este lado del océano Atlántico y los rebautizó en base a su cosmovisión. Impuso nuevos nombres a territorios que ya tenían uno propio. Abya Yala, en la lengua del pueblo Kuna, quiere decir tierra madura, tierra viva, tierra que florece. Fue el nombre que, además, tuvo una asamblea que tuvo lugar durante el 34 Encuentro de La Plata en la que se exigió una definición política: que el encuentro ya no sea nacional y de mujeres, sino que se defina plurinacional y de mujeres, lesbianas, travestis, trans, bisexuales y no binaries. Porque, como sostuvieron varias de las oradoras, “lo que no se nombra no existe”. En un momento histórico donde reclamamos que hasta el lenguaje deje de ser patriarcal, la exigencia es que nadie quede invisibilizade y que la construcción feminista del Cono Sur sea antipatriarcal, anticolonial, antirracista, con todas y con todes.

“Honramos los saberes y las luchas de nuestras ancestras y nuestras culturas, continuamos el camino legado por Maite Amaya, Diana Sacayán y Lohana Berkins. En cada una de las 16 antiguas lenguas nos nombramos mujeres, trans, travestis, lesbianas, bisexuales, originarias, negras, racializadas, afro, migrantes, trabajadoras, estudiantes, campesinas”, reivindicaron desde la Campaña Somos Plurinacional, sostenida por un grupo de encuentreras que en junio pasado se separó de la comisión organizadora y denunció odio contra travestis y trans y exclusión de originarias, afros y otras identidades.

Desde ese espacio organizaron –por fuera de la agenda oficial del Encuentro– la Asamblea de Feministas del Abya Yala, una de las actividades más convocantes. Allí dejaron clara su postura: un encuentro nacional deja a otras naciones afuera; un encuentro de mujeres expulsa a otras identidades de género. Pero eso, el nombre que hasta ahora lleva oficialmente el Encuentro Nacional de Mujeres es obsoleto, les queda chico, no las abarca, no las hace parte.

Debate postergado

El 34 Encuentro que se tuvo lugar en La Plata el 12, 13 y 14 de octubre pasados, prometía iniciarse institucionalizando en su nombre eso que se reclama en las calles: ser plurinacionales e incorporar a todas las identidades. Se iba a definir en el acto de apertura, que se canceló por el clima. Quedó la promesa de que el debate se dirimiera en los 114 talleres y conversatorios, y así fue: la mayoría de las conclusiones hablaban de la necesidad de que el Encuentro se defina plurinacional para hacer lugar al reclamo de las mujeres y disidencias de las naciones originarias, y de escapar al binarismo que lo define como “de mujeres”, para pasar a nombrar a todas las identidades de género. Porque lo que no se nombra, no existe.

Pero pese a que las calles marcharon al ritmo de “plurinacional y con las disidencias”, y de que la promesa de recoger la voz de las mayorías estaba hecha, lo que ocurrió en el acto de cierre fue por otro camino. Desde el escenario del Estadio Único de La Plata se festejó que San Luis sea la ciudad que recibirá al “35 Encuentro Nacional de Mujeres en 2020” y se silenció el clamor de las que estaban abajo, reclamando el cambio de nombre para que todas y todes formaran parte.

Grito multicolor

En el acto de cierre la comisión organizadora puso trabas para dar la palabra a las Feministas del Abya Yala, referentes de pueblos originarios y negras que llegaron a La Plata desde distintos puntos de Latinoamérica y que el domingo convocaron a una espacio de reivindicación política que no formaba parte de la grilla oficial de actividades: la Asamblea del Abya Yala.

Más de 40 militantes de Bolivia, Paraguay, Ecuador, Chile, Perú, Guatemala, Brasil, Honduras, Uruguay, Colombia, El Salvador, Venezuela, Argentina, del pueblo Mapuche y hasta de Kurdistán, expusieron desde el pie de la glorieta de la plaza San Martín, explicaron las luchas que llevan adelante desde sus territorios y reclamaron ser nombradas. El paisaje se fundió en los mismo colores: los de las whipalas y las de las banderas LGTBI+.

“La historia de nuestros territorios estará marcada a fuego por la historia de estos 34 años de encuentros. La lucha del movimiento de mujeres, alimentada por la potencia de las disidencias sexuales, nutrida por los aportes de las organizaciones de trabajadoras y los movimientos sociales, las colectivas y las activistas construyó una marea feminista que arrasó nuestra sociedad y conmovió todo, incluso nuestras consignas y nuestras conciencias”, pronunciaron desde la Campaña Somos Plurinacional después de la masiva asamblea. “Somos esa historia y también esta marea revolucionaria que nos empuja a cambiarlo todo, a romper nuestros moldes biologicistas y racistas, a co-construir feminismos plurales, siempre disruptivos”.

El llamado fue a que la historia siga viva y apunte hacia el futuro, “enriqueciendo el camino con las vivencias de otras y otres, por afuera de las falsas fronteras nacionales, blancas, urbanas, binarias”.

“No podemos seguir defendiendo feminismos racistas y colonialistas. No es posible y por eso somos plurinacionales, porque somos antipatriarcales. Estamos acompañando esta discusión porque no entendemos que se reproduzca lo que ha pasado con los Estados. La comisión organizadora no es un estado y no nos va a decir si existimos o no existimos”, dijo en la asamblea Adriana Guzmán, activista aymara de Bolivia.

“Venimos haciendo esta lucha dentro de nuestras comunidades y de nuestras cosmovisiones. Por eso hemos traído esta ceremonia para reafirmar, como nos han enseñado nuestras abuelas, que abortar es memoria ancestral. Que ancestralmente las mujeres hemos abortado. Como todas las hembras, como las llamas, como las ovejas que abortan en la época de helada, porque no les es posible seguir gestando porque está en riesgo su vida, nos declaramos en época de helada mientras exista el patriarcado. Queremos decidir, queremos autonomía y autodeterminación. Por eso no nos alcanzan los estados, y por eso vamos a seguir luchando por la comunidad”.

La exigencia, encarnada en cada una de las que tomaron la palabra, fue la misma. “No somos esas indias brutas, no somos esas indias ignorantes, no somos esas indias para el folclor”, sostuvo la feminista comunitaria guatemalteca, Lolita Chávez. “Venimos del pueblo Maya, como cada pueblo originario que teje territorialidad, podemos enseñar cómo se teje en los territorios, cómo se teje la red de la vida que trasciende fronteras. Eso es nuestro feminismo. No nos quieran callar, no nos quiera ignorar, no nos ninguneen, porque les podemos enseñar. Aprendan de nosotras, de estos feminismos, aprendan porque hemos existido milenariamente”, dijo, e interpeló: “A la coordinación del Encuentro, que le quiere seguir llamando nacional, no siga cometiendo esos errores. Somos plurinacionales desde el primer encuentro”.

El 34 Encuentro cerró sin haber recogido oficialmente el reclamo de las calles. Pero las encuentreras de San Luis, que ya pusieron en marcha la organización para el 2020, cerraron con la promesa de que el Encuentro puntano será plurinacional y de mujeres, lesbianas, travestis, trans, bisexuales, no binaries, para construir un feminismo inclusivo, antirracista, antipatriarcal y anticolonial.

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