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Opinión: Por un plan de pleno empleo

"Queda claro que la falta de trabajo no es sólo un problema económico, como tampoco la pobreza y el hambre. No son errores o falta de ingenio de los gobiernos de turno, sino herramientas de sometimiento imperialista"

Rodolfo Pablo Treber

Fundación Pueblos del Sur (*) / Especial para El Ciudadano

 

Leal como Evita y generoso como El Che. Del patio de tierra o de ladrillo. Del calentador y la cocina a kerosén. Del campo. Del olor a bosta y a tierra mojada. Del pan con manteca. Del mate. Del indio simple, indefenso y desconfiado. Del gaucho, ni indio ni patrón, que se tiende y filosofa en milongas sureras. De la decadente, existencial y agónica humillación del inmigrante, gente que sabe que va a morirse acá, sin poder ni querer volver. De la soledad, la noche, el vino, el bar y el cigarrillo. Del amor fugaz, quimérico y joven. Del desencanto cruel y la amargura inexorables.

Y del tango, esa extraña música, “un sentimiento triste que se baila”. Lo que a continuación sigue, viene de ahí…

La misión es el ser del soldado y el misionero. La belleza es el ser del arte y su espíritu. El saber es el ser del científico y el filósofo. La vida es el ser del cuerpo y el alma. Los seres humanos, lo queramos o no, nos vamos convirtiendo en aquello que hacemos. La producción es el ser del que trabaja y gana el pan con el sudor de su frente. Por esto mismo, la falta de trabajo es mucho más que la desocupación. Es la destrucción del ser. La negación deprimente de la vida.

Porque el trabajo es la identidad primera de nuestro Pueblo. Sin él, se siente desnudo, indefenso. Por eso, el argentino cuando se le pregunta: ¿y usted… qué es?, no contesta un ser humano, un gordo simpático, un hincha de futbol, un pensador. No. Contesta con su oficio: taxista, maestra, estampador, peluquera, soldador, empleada, carpintero, sirvienta, pintor. No trabajar lo humilla, le quita la dignidad… El Pleno Empleo se la devuelve.

Con la sustitución de importaciones, la Patria puede dar hasta 7 millones de puestos de trabajo a razón del equivalente en pesos de 2.000 dólares. Pero solamente necesita sustituir 3 millones para alcanzar el pleno empleo. Por lo tanto, hay 4 millones de puestos de trabajo que seguirán siendo extranjeros. Esto da por tierra con los que, irresponsablemente, sin hacer el más mínimo estudio, repitiendo como loros el adoctrinamiento que les hacen la radio, los diarios y la televisión, dicen que la sustitución de importaciones nos aislará del mundo, y que el trabajo argentino es ineficiente, caro y de baja calidad. Este discurso está plantado por las embajadas extranjeras de Estados Unidos, Europa y Japón, y repetido en cadena por políticos profesionales, economistas y empresarios capitalistas de las cámaras importadoras.

Lo que en verdad piensan y no pueden decir en voz alta, por ser políticamente incorrecto y públicamente inaceptable, es que el Pueblo argentino, libre y resuelto, es peligroso para el imperio.

San Martín haciendo caja con la gobernación de Cuyo, creando el Ejército de los Andes, enfrentando y venciendo al imperio español. Rosas y la ley de Aduanas fundando el primer antecedente de nacionalización del comercio exterior en la Patria Grande, desafiando al imperio más grande del momento, el anglo-francés, en Vuelta de Obligado. Hipólito Yrigoyen haciéndole frente a las multinacionales petroleras holandesas e inglesas, erigiendo la primera petrolera estatal del mundo, YPF. Juan Doningo Perón respondiendo a la geopolítica imperial norteamericana creando Somisa, ARS, Cnea, Iapi, Entel. Nacionalización de la banca, ferrocarriles argentinos… más de 300 Empresas del Estado a lo largo y ancho de toda la Patria.

Fuerte historia argentina, generó que Winston Churchill compare a la caída de Perón con la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial y, años atrás, declame: “No debemos dejar que la Argentina se convierta en potencia, arrastrará tras ella a toda América latina”. Tan malvada, como brutal y lúcida conclusión política, ya que el desarrollo industrial argentino había alcanzado el pleno empleo y se encaminaba a cumplir el rol de locomotora industrial de la Patria Grande.

Entonces, queda claro que la falta de trabajo no es sólo un problema económico, como tampoco la pobreza y el hambre. No son errores o falta de ingenio de los gobiernos de turno, sino herramientas de sometimiento imperialista contra la Patria argentina y su Pueblo.

Por eso, afirmamos que la verdadera batalla cultural es salirse del sistema capitalista. Porque el capitalismo no es sólo un sistema de producción, sino también un sistema cultural centrado en la competencia, el consumo y hedonismo. El desempleo, el hambre, la pobreza; el Poder Judicial, jerarcas religiosos, fuerzas de seguridad, medios de comunicación…  sus herramientas.

Alcanzar el pleno empleo es el primer paso. El trabajo, la satisfacción de las necesidades materiales, le devuelve al Pueblo su libertad en el tiempo libre. Nunca más preocupado por el almuerzo o cena de la familia, la educación, salud y vivienda. Ahora, en su tiempo libre sólo hay libertad, y ahí nacerá una nueva mujer, un nuevo hombre, una nueva sociedad. Esa es la verdadera batalla cultural.

La felicidad nunca es individual. Somos verdaderamente felices cuando hacemos algo por el otro, cuando lo hacemos reír, lo ayudamos a cumplir una meta, un sueño… Entonces tener trabajo, poder ser sostén y ayuda de tus seres queridos, tiene un valor profundamente espiritual más que material.

El trabajo nos constituye y devuelve la libertad que el sistema nos robó. El pleno empleo es la felicidad del Pueblo y la grandeza de la Patria.

 

(*) treberrodolfopablo@gmail.com / fundacion@pueblosdelsur.org

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