Horacio Ríos escucha que le dicen que “los jóvenes tienen en cuenta a las actividades municipales tanto para pasar el día como la noche; ya sea en su barrio o en el centro”; y se agarra la cabeza exclamando: “¡Qué bueno lo que me decís! ¡Que salga en la nota!”. Desde julio de 2009, Ríos es secretario de Cultura y Educación de Rosario; tal vez, uno de los más extrovertidos e informales funcionarios de la gestión de Miguel Lifschitz y, ahora, de Mónica Fein. Cuenta que como secretario se dio varios gustos, como ver y estar con Kusturica o Manu Chao pero que, sin embargo, la mayor satisfacción la siente cuando va de barrio en barrio viendo cómo progresan los talleres culturales y microemprendimientos que las instituciones dependientes de su secretaría fogonean. “Voy al (Centro Cultural) Obrador, a los talleres de ajedrez del norte, al sur a ver los talleres de literatura, y me emociono mucho. Porque creo que éste es el camino”, contó Ríos.
Para esta nueva etapa que comienza, el desafío más importante de la cultura municipal será continuar con la descentralización de las actividades. “Somos conscientes de que hay gente que no llega”, admitió Ríos. Así, uno de los principales ejes de la renovada gestión correrá por darle más independencia a las áreas culturales de los distritos; lograr que crezca el padrón de las escuelas municipales. “Que no sea siempre el mismo círculo el que consuma”, apunta.
En diálogo con El Ciudadano, Ríos enumeró novedades (colecciones de DVD editadas porla Municipalidad, gabinetes mixtos de educación entre provincia y municipalidad, encuestas en todas las actividades para mejorar la función) y reflexionó acerca de lo que ya se hizo. Con 44 años recién cumplidos, el secretario contó cómo es trabajar en Cultura y Educación, una de las áreas más transversales de una ciudad reconocida por sus exigencias culturales en la que, con todo, aún hay personas que no pueden acceder al disfrute del arte.
—¿Cuál es el rol de la Secretaría de Cultura y Educación?
—Hace muchísimas cosas. Está distribuida en varias instituciones: sus museos, escuelas, centros distritales culturales, el tríptico de la infancia, el anfiteatro, el teatro municipalLa Comedia, sus elencos estables, las bibliotecas y una cantidad de cosas que, enumerándolas, probablemente me las olvide. Somos una secretaría muy expositiva, ya sea de sus espacios de encuentro, de su oferta cultural, de su producción; y también logramos pasar de la oferta de asistir y participar a proponer ser protagonista de la actividad. Es una secretaría que pretende lograr una ciudad que tenga equilibrio en la producción cultural, que sea más descentralizada todavía.
—¿Y cómo lograr eso?
—Con un sistema organizativo que debuta con esta gestión y busca darle mucha más independencia a las áreas culturales de los distritos para la programación, producción y elección de los talleres que sus barrios necesitan. Creemos que los distritos ya están maduros, capaces de soltar esa relación que los obligaba a venir a centralizar para descentralizar. Ése es uno de los cambios más importantes, todo un desafío. Tenemos estructuras muy buenas y grandes en algunos distritos, y en otros más o menos, tenemos que ir nosotros a apuntalar. En algunos casos continuamos el camino de las otras gestiones, en otros hicimos cambios, buscando otro perfil, interactuar con otros sectores, bibliotecas culturales, clubes, asociaciones civiles, fundaciones, lugares que en los barrios tienen otra impronta. Somos una secretaría súper fluctuante.
—¿Cuál es la relación de la secretaría con los artistas locales?
—Tenemos una relación muy fuerte. No solamente hay que programar, sino insertar valores de lo artístico dentro de nuestros espacios. Es importante ver qué relaciones tenemos con los músicos, los artistas plásticos, dibujantes, fotógrafos, bailarinas. En todos los casos, Rosario tiene protagonistas muy interesantes y el padrón artístico es cada vez mayor. Siempre dijimos que la secretaría iba a trabajar desde el concepto de puertas abiertas, participación e inclusión, ¡pero es difícil sostener eso! El primer año y medio me la pasé haciendo entrevistas con todos los que no había escuchado o no conocía. Yo vengo de 18 años de gestión en cultura, pero mucho más tendiente a lo audiovisual. Aprendí a entender la lógica de museos, bibliotecas, para mí fue todo un desafío, pero me dio lugar para hablar con quien venía a hablar. Jugaron muy bien los sectores independientes, que fueron los primeros que se acercaron a pedir entrevistas. De esos sectores yo aprendí mucho, aunque fue muy costoso.
—A medida que se va profundizando tu gestión, ¿la población se pone más exigente?
—Sí, pero en Rosario siempre fue así. Tenemos un grupo muy activo. Pasan cosas muy extrañas, hemos tenido días conLa Comediallena, el Parque España lleno, el Planetario lleno. Y eso demuestra que hay un público que existe y va; el rosarino va para un parque y pide y quiere; y quiere acceso a la información. En eso fue clave nuestra página de Comunicación, porque así realmente no sólo es una agenda permanente de consulta, sino que la gente nos escribe. Eso cambió nuestra relación con los espectadores. Para este año estamos preparando una encuesta voluntaria, gratuita, que oficiará de evaluación de función de una política pública que tiene que ser cálida, amable y llegar a la gente.
—¿Y cuáles son los próximos desafíos?
—El gran problema y desafío nace al considerar a la cultura como una herramienta inclusiva de participación activa, porque somos conscientes de que hay mucha gente que no accede ni siquiera con el distrito cerca. Es importante la política de un Ejecutivo como el que tuvimos o como el que ahora plantea Mónica Fein: estar todos juntos en el distrito. No es lo mismo que esté sólo Cultura a que vaya Cultura con las secretarías de, por ejemplo, Salud y Mujer, y que entre todos llevemos adelante una acción. Nuestro desafío es lograr que eso sea así, para poner adentro un sistema de consumo cultural que mejore la calidad de vida. Hay falta de participación de muchos jóvenes, no porque no quieren sino porque están fuera. Antes, nuestros rivales eran lo privado o los medios masivos, y si bien lo siguen siendo, se sumaron nuevos actores como la inseguridad o la falta de participación. Hay que combatir eso con armas legítimas. No sé cómo rescatar a un chico de la droga, pero sí puedo decirte que si va a la orquesta del Ludueña va a tener otra vida, probablemente ocupado en eso, apasionándose por su instrumento y sintiéndose retribuido al tocar en público.
—Miguel Lifschitz le dijo a El Ciudadano que “no hay área en la que no hayamos mejorado”. En ese sentido, ¿en qué mejoró el área de Cultura y Educación?
—La secretaría generó espacios sumamente interesantes y necesarios, el Museo dela Memoriaes uno de ellos. Lifschitz se fue de la gestión con su inauguración, que era una cuenta pendiente; y también se pudo ir con el Anfiteatro prácticamente renovado al cien por ciento; con un Planetario también muy mejorado.La Orquestadel Ludueña pasó a ser un proyecto municipal y no dependiente del presupuesto participativo, El Obrador también es un proyecto; el área de educación terminó siendo muy transversal para las diversas ofertas que tenemos ahora. Ya superada la instancia de haber vuelto a poner en funcionamiento lo que estaba duro para moverse, la prioridad es avanzar.
—Una de las cosas en las que hizo hincapié Fein cuando asumió fue el turismo. ¿Cómo va a participar la secretaría en este aspecto?
—Mónica se valió de una cosa que trabajamos en conjunto con lo que en su momento era el Etur y ahora esla Secretaríade Turismo, y es que Rosario configuró un modelo de ciudad hacia lo turístico totalmente distinta, hacia el turismo de fin de semana. Son otros públicos pero aun así conviven lo gastronómico y el esparcimiento con lo cultural. A mí me da mucho placer. Y desde Cultura siempre se siguió ese mismo eje, considerar las ofertas, mejorarlas, sostenerlas y ver cómo se va innovando con lo nuevo.
—¿Cómo es cargar con el concepto compartido en todo el país de que Rosario es una ciudad cultural?
—Por suerte sos una de las pocas personas de la ciudad que me lo pregunta, porque me pone muy nervioso cuando me lo preguntan de afuera. No es que uno es un inconsciente y no quiere pensar en eso, pero yo me siento mucho más cómodo pensando que tengo que acompañar esa idea, ser el responsable de que no cambie y en todo caso seguir jerarquizando ese concepto. También pongo límites en la exageración. No hay que hacer un mito, decir que pisás una baldosa y sale un artista. Somos muchos los actores culturales, las instancias públicas y privadas que se mixturan, y los privados que lo hacen. Es la ciudad con más bibliotecas populares per cápita, la que mayor cantidad de instituciones tiene como Estado y en proporción. Pero eso no significa que se paga la cuota por el volumen, porque la calidad tiene que existir. Tenemos que tener conciencia de quiénes somos, qué hacemos y cuál es nuestro rol. El personalismo no sirve, cacarear las gestiones tampoco, es necesario tener un grupo de directores muy sólido, con un discurso común, siendo lo más transversal que se pueda; es la única forma de sostener este nombre de ciudad cultural tan importante. También nos gustaría que sea una ciudad educativa, ¿por qué no, si también somos Secretaría de Cultura y Educación?
—¿Se está trabajando en eso?
—Estamos viendo un proyecto más allá de lo no formal, darle otro criterio a nuestras escuelas, abrirlas a más alumnos. El padrón es interesante, somos muchos, pero no llegamos al 30 por ciento de la población. De nuevo, esos son nuestros desafíos: cómo lograr que se consuma más allá del círculo. No me sirve un espectador que vaya al CEC y no conozca el Castagnino, o que la gente no quiera entrar al Museo dela Memoriaporque cree que va a ser muy duro, sin saber el criterio representativo simbólico del Museo. Hay debates que hay que dar con los ciudadanos, y también hacerles entender a todos que su proyecto es importante más allá de la valoración que tenga dentro de una estructura, hay que hace escuchar al que hace danza y al que música barroca, a los que tienen público chico pero necesitan su lugar en el Estado.
—¿Cómo es la relación de la secretaría con las escuelas?
—Muy buena. Resalto la participación y relación amigable del Ministerio de la provincia, porque no llegás a la escuela sin la posibilidad de atravesar la currícula, de discutir con los docentes, prestarles materiales, de capacitarse mutuamente. Creo que los puntos salientes son la relación que se establece con el programa ceroveinticinco; la escuela móvil; Bongo Rock, que es la biblioteca ambulante, clave, que casi llegó a los 20 mil espectadores por año; además la propia área de educación, que volvió a hacer actividades con muchas escuelas y docentes. Para mí es fundamental la escuela. No concebimos la gestión cultural sin las escuelas ni las instituciones intermedias.