La angustia y la soledad de un actor porno que llega al cine para adultos a partir de los videos sexuales que sube a sus redes sociales son el eje de Pornomelancolía, la película del argentino Manuel Abramovich que pasó por la competencia oficial de la 70ª edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián y que desde este jueves se podrá ver en la ciudad en el cine público El Cairo. “Me interesa el tránsito y ese movimiento entre la persona y personaje”, dijo Abramovich en el estreno internacional de la película que tuvo lugar en España.
La singularidad de Pornomelancolía es que se trata de una docuficción con sus límites deliberadamente difuminados que tiene como punto de partida el descubrimiento de la performance en las redes sociales de la vida real y no tanto de Lalo Santos, algo así como un influencer del sexo gay.
El film muestra la vida de Santos, que luego da un paso más y se involucra en la industria del porno para terminar siendo el protagonista de Pornozapata, una película que existe y que está en etapa de posproducción en donde el revolucionario Emiliano Zapata mantiene encuentros sexuales con otro personaje histórico mexicano, el icónico Pancho Villa.
“En mis últimas películas venía trabajando sobre la masculinidad como género, incluso cómo a veces el patriarcado nos hace interpretar ese papel de hombres fuertes, que no tienen que mostrar sentimientos ni ser vulnerables”, explicó el director en el marco de una rueda de prensa.
“Cuando conocí a Lalo (Santos) en las redes sociales –continuó–, sentí muchísima fascinación porque, justamente, dirigía su propia vida para una audiencia virtual y con muchísima creatividad, humor e ironía, había creado el personaje de Lalo Santos, un macho mexicano”.
Abramovich interpretó que desde la experiencia del que sería el protagonista de Pornomelancolía abordaba temas como “el trabajo sexual, la depresión, la masculinidad, el racismo y el colonialismo”, cuestiones que coincidían con sus intereses como realizador.
Sobre las nuevas masculinidades y el lugar que ocupa en el relato la línea entre las personas de la vida real y los personajes en la ficción, Abramovich precisó: “Al tema llegué desde un lugar muy personal al estar yo mismo cuestionando mi propia masculinidad con este personaje que yo también aprendí, con ese guion que me fue dado cuando nací”.
“Hace unos años empecé a cuestionarme si quiero seguir este guion y si quiero ser ese hombre que toda la vida pensé que tenía que ser, por eso me parecía muy interesante este mundo del porno gay y sobre todo me pareció fascinante el trabajo de Diablo (el director de Pornozapata), que reflexiona sobre esos arquetipos”, destacó el director.
Como un bucle complejo y a la vez simple de entender a partir de una puesta precisa, la película tiene bien claro lo que quiere contar y logra momentos intensos y sensibles sobre la insatisfacción que muestra el protagonista.
Sin embargo, de comienzo a fin la pregunta que sobrevuela el relato es dónde termina la realidad y dónde comienza la ficción en una película que sigue a una persona real que interpreta a un personaje que hace lo mismo que él, que a la vez participa en un film porno que al verse al menos parcialmente en Pornomelancolía pasa a formar parte de una ficción.
Abramovich dijo también que desde el primer encuentro había conversado con el actor sobre el límite borroso que tendría la propuesta entre lo real y lo ficcional: “Iba a ser difícil de definir entre ficción y documental porque íbamos a tomar ciertos elementos de su vida a partir de cosas que él me contó”.
“Había dos rodajes ocurriendo al mismo tiempo –abundó finalmente–, entonces era muy interesante, porque por momentos las dos películas eran como hermanas y por otros cada película estaba ocurriendo por separado”.
«Cuando lo conocí personalmente, sentí mucha admiración por su mirada crítica del mundo, por su humor y apertura a compartir su intimidad, algo que justamente a mí me resultaba difícil en ese momento. Le propuse construir un personaje muy parecido a sí mismo, y en línea con mis otros trabajos, una invitación a reflexionar a través de la película sobre los distintos personajes que interpreta(mos)», señaló el realizador.
En el film, Lalo trabaja en una fábrica en la que no parece sentirse incómodo, aunque su vida dista mucho de la de sus compañeros. Necesitado de otro trabajo, queda como protagonista para una película pornográfica sobre las relaciones homosexuales del prócer mexicano Emiliano Zapata. En la tensión con el director de la película y entre toma y toma se va develando la castigada vida de los actores y a qué son sometidos tanto por la industria del porno como por los clientes y los seguidores en redes sociales.
«Creo que la intimidad puede existir potencialmente en cualquier contexto. Todas las personas tenemos sentimientos, tenemos miedos, nos sentimos solos, o queremos ser queridos. El problema es que vivimos con tanto miedo de compartir todos esos sentimientos que tenemos que construir personajes», señaló Abramovich.
«En la película, el porno es un contexto para hablar de los personajes que creamos de nosotros mismos y cómo lidiamos con la mirada de los otros en la era digital. Vivimos en un sistema tan perverso, que nos hace creer que somos libres porque podemos consumir, comunicarnos, mostrarnos, generar avatares de nosotros mismos», acotó.
Ese es, quizá, uno de los motivos por los que la universalidad a la que apuntó el director se vio reflejada no sólo en la premiere mundial en el Festival de San Sebastián, sino, también, en las ventas que la película consiguió para mercados como el europeo y estadounidense, luego de su estreno en salas de CABA, Santa Fe, Rosario, Bolivar y General Pico.
Tras finalizar Pornomelancolía, Santos, el protagonista, no se hizo presente en la San Sebastián y criticó con dureza en Twitter a Abramovich, a quien acusó de haberse aprovechado de un momento de debilidad de él para llevarlo a hacer tomas que no quería filmar.
«Pornomelancolía no es un documental sobre Lalo Santos. Es una película construida con él. Fue un recorrido de casi cuatro años, con tres rodajes en diferentes etapas, entre los cuales sucedió la pandemia. Hoy, la percepción de Lalo de la película es diferente. Y por supuesto que es válida», señaló su autor finalmente.