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Postales de los irresponsables de siempre en Rosario: son los que achotan la curva de contagios

Imágenes de los que "salen al encuentro del virus", como alertó el médico infectólogo Pedro Cahn

1- Perros que parecen, ellos, llevar a sus dueños, y varias veces al día, por veredas y calles.

2- Parejas que en tiempos normales evitan compartir tareas, y ahora salen en dupla para hacer las compras, de aquí para allá, de a poco por vez.

3- Cuasifamilias completas en la cola de los cajeros automáticos de los bancos con un sólo plástico para retirar el dinero.

4- Personas mayores, las que integran el conocido grupo de riesgo, acompañadas y departiendo por la calle como si nada. Jugándose la vida y rifando la de los prójimos, por tan próximos.

«Autos, motos y bicicletas y peatones, se está moviendo todo el mundo», podría ser la letra de una nueva canción de Charly García para describir paisajes rosarinos en plena extensión de una cuarentena para «achatar» la curva de contagios. Un cambio de vocal luce apropiado para ellos: la «achotan». Guarango, pero descriptivo.

Foto: Franco Trovato Fuoco.

El presidente Alberto Fernández sorprendió entrada la noche de este viernes con una conferencia de prensa que combinó el clásico estilo del funcionario público con el de un docente, que también lo es. Su discurso previo a responder preguntas tuvo también una dinámica particular: primero, tranquilizador con las buenas –en este contexto– evoluciones de contagios y muertes por covid-19 que usó para justificar las medidas de aislamiento hasta acá. Después, con la aseveración de que la «guerra contra el enemigo invisible» está en una etapa que no permite cantar victoria por un buen rato. Ahí anunció lo sabido: la extensión de la cuarentena, la necesidad de mantener las enojosas prácticas de aislamiento y distanciamiento sociales para no colapsar los sistemas de salud. El énfasis en eso, a la luz del comportamiento de unos cuantos argentinos, no fue banal.

¿El intendente de Rosario, Pablo Javkin, habrá tenido la misma sensación este sábado?

Luego de reunirse por octava vez con el Consejo de Gestión de Riesgos creado ad hoc por la pandemia, plantó bandera. «Queda claro que en Rosario la cuarentena sigue igual, sin cambios», dijo tajante el jefe del Palacio de los Leones. Sin megáfono, pero contundente.

Lo mismo hizo el gobernador Omar Perotti, en su caso por redes sociales: “Sabemos que es un esfuerzo importante, pero es lo único que nos va a permitir enfrentar esta pandemia de la mejor manera». Y explicitó su “acompañamiento” a la decisión del presidente.

Las imágenes de las calles con excesiva cantidad de personas intranquilizan. Un escenario con actores que amenazan con esterilizar no las manos, sino los esfuerzos del personal sanitario. Y, además, transformar en derroche las inversiones públicas para mantener los servicios esenciales a un alto costo que no se justifica si el sars-cov-2 –difícil nombre del nuevo y mutado coronavirus– puede saltar de una persona a otra como si nada.

Foto: Franco Trovato Fuoco.

 

«El virus no nos busca, nosotros lo buscamos a él», resumió el médico infectólogo y fundador de la Fundación Huésped Pedro Cahn, uno de los asesores a los que el gobierno nacional tiene como consulta permanente. Apeló así a una responsabilidad individual que es, a la vez y quizá como enseñanza de la crisis, social. Se apoyó en la particularidad de este diminuto enemigo, que no puede vivir –menos reproducirse– sin un humano que oficie de huésped porque necesita el alimento de sus células.

El nuevo virus es, en realidad, muy frágil. Sus mejores aliados son los distraídos, por ser benévolos.

Entre ellos, los que preguntan con ansiedad si mañana pueden salir a correr con sus atuendos deportivos de marca (uno de los periodistas, este viernes, actuó como su vocero con raras prioridades) y los que andan por las calles como si nada. Salen a buscar el virus, y achotan para todos la curva de contagio que hay que achatar. Disonantes con la vocal cambiada, alimentan la probabilidad, tiro por la culata, de un aislamiento aún más prolongado a falta de otras soluciones.

El humor, como siempre y para cerrar, es buen antídoto contra la decepción. Y Tute le pone tinta al panorama:

 

 

 

 

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