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Postiglione, otra vez en teatro

El director de cine rosarino habla de “Algo sobre el amor”, obra teatral de su autoría en la que actúan Claudia Schujman, María Celia Ferrero, Caren Hulten y Juan Nemirovsky. Viernes, a las 22, en el CET (San Juan al 800).  

Por Miguel Passarini

La prosapia kitsch y popular de una serie de canciones, entre las que aparecen “Me haces tanto bien”, de Amistades Peligrosas, o “Cuando me enamoro”, de Enrique Iglesias, estructuran algunos de los pasajes de Algo sobre el amor, el espectáculo con el que el realizador cinematográfico rosarino Gustavo Postiglione vuelve al teatro luego de haber montado en 2002 una versión escénica de su película El asadito con la que se presentó en Rosario y Buenos Aires.

Algo sobre el amor, una de las obras ganadoras de Coproducciones Municipales 2010, que cuenta con las actuaciones de Claudia Schujman, María Celia Ferrero, Caren Hulten y Juan Nemirovsky, con asistencia de dirección de Maru Solana y dramaturgia, puesta en escena y dirección general de Gustavo Postiglione, se conocerá esta noche, a las 22, para el público (se presentó el viernes pasado para prensa e invitados), en el Centro de Estudios Teatrales (CET, San Juan 842), donde seguirá en cartel todos los viernes de los próximos meses.

Lejos de ciertos convencionalismos de un teatro alternativo que suele hermetizarse, Postiglione plantea una especie de comedia de clima chejoviano que, paso a paso, va camino a un desenlace en el que si bien la tragedia no se vuelve literal, el relato adquiere ribetes trágicos a partir de un clima de policial negro del que participan dos parejas amigas que se reúnen a cenar en una noche.

“Julia y Sofía van a cenar a la casa de Mauro y Cecilia. En un encuentro que aparenta una reunión cotidiana, la charla va desnudando pequeñas historias personales hasta develar un secreto oculto que puede esconder un crimen”, adelanta el parte de prensa que, oportunamente, no da muchos más detalles.

“El punto de partida para escribir fueron relatos y obras de Chejov, cuentos de Raymond Carver y algo de Joyce, pero el final quizás sea más una historia «hard boiled». Algo sobre el amor tiene dos tipos de momentos que me interesaba trabajar: por un lado, quise reproducir esas situaciones cotidianas que esconden cosas que no se ven, para luego pasar a un relato mucho más explícito en donde lo que está en juego es un conflicto que tiene un condimento de tinte policial duro”, detalló el director.

“Siento que en este espectáculo, de alguna manera, repito formas estructurales con las que yo he venido trabajando por otro lado, como pasó por ejemplo con El asadito o El cumple, que por un lado son historias que están vinculadas a lo cotidiano, pero por otro, siempre hay algo debajo de esa superficie que no se ve, hasta que en un momento, se ve. En ese sentido, en la obra han trabajado de ese modo y a su manera, tanto Chejov como (Raymond) Carver, cuyos textos siempre son una inspiración para mi trabajo”, contó Postiglione a El Ciudadano, quien además reconoció que el texto y los actores, “han sido siempre los dos puntos sobre los cuales me interesa trabajar tanto en el cine como en televisión, y creo que llego a proponer este trabajo en teatro, también, a partir de un recorrido similar, más allá de que todo el tiempo estoy tratando de despegarme de cualquier vicio cinematográfico. Y del lado de los actores, se trata de gente con la que quería trabajar porque también los conozco del cine, del mismo modo que aparece el impulso de estos actores planteando las ganas de hacer una obra”.

Respecto de la historia, a la que el creador definió, más allá del recorrido, como cercana al “hard boiled”, especificación que dentro del policial negro remite a una especie de pequeño subgénero de cierta dureza en el lenguaje y en el relato, que admite la sorpresa como uno de sus grandes condimentos, Postiglione expresó: “En primer lugar, trabajé sobre un texto que estaba escrito previamente del que luego los actores se apropiaron. De allí, de ese proceso, surgió el tema de la música porque me pareció que podía aportar algo diferente, algo que yo quería ver en el teatro; esas canciones que van apareciendo con cierto aire de cotidianeidad, como pasa con el relato, van llevando la historia para un costado en el que aparece el artificio, donde los actores se corren de cierto naturalismo, y donde lo que se cuenta adquiere una densidad importante: allí, el clima es otro y los personajes, por esto que cuentan, ya no serán los mismos. La música es introductoria de cada tema que se va a tratar; son canciones que están en el límite de lo kitsch, en español, y creo que de algún modo ayudan al público a digerir ciertas problemáticas que aparecen en la obra”.

Con relación al proceso que desemboca en la obra y que llevó un par de años de escritura y unos seis meses de ensayo, el director abundó: “Indudablemente, esta obra surge del trabajo para el cine, porque a diferencia de lo que suele hacerse ahora, yo ensayo bastante con los actores antes de rodar una escena, y el ensayo es un territorio muy del teatro. A mí me interesa mucho el ensayo porque me permite ir descubriendo cosas de los actores, encontrarle el punto justo a cada cosa, cierta armonía. Es como pasa con un equipo de fútbol: salen a la cancha y cada uno tiene que saber para qué está y qué tiene que hacer. Y a diferencia del cine, aquí no hay margen de error porque en el teatro no hay retoma. Pero por otro lado, dentro de mi cine, hay algo de lo teatral porque suelo trabajar mucho con el plano secuencia, donde los actores trascienden el momento y pueden desarrollar un poco más el personaje. Y además, si bien estoy entrando al teatro por un lugar diferente, por todo este recorrido, no me siento ajeno a este mundo”.

Finalmente, y respecto de su ingreso a un ámbito como el teatral, que tiene sus códigos y sus particularidades, Postiglione manifestó: “Más allá de que, seguramente, aparezca gente que se pregunte qué hago yo dentro del teatro, en otras partes del mundo, incluso en Buenos Aires, es mucho más común de lo que muchos piensan el hecho de que gente del cine haga teatro y viceversa, no es una cosa extraña. De todos modos, más allá de que, volviendo al tema del fútbol yo, como un «director técnico», puedo preparar la jugada, los que salen a la cancha son los actores, ellos ponen el cuerpo, sus emociones; y una vez que están allí, yo no puedo modificar nada”.

Cuatro personajes que en una noche van de la comedia a la tragedia
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