El domingo por la noche llegó la esperada entrega de los Premios Oscar que todos los años muestra no sólo un pantallazo de los lineamientos de la gran industria del cine sino que también da cuenta de algunos debates que se visibilizan en la entrega, sobre todo, en los discursos. El año pasado estuvo presente el #MeToo, movimiento que busca visibilizar las desigualdades de género y sobre todo repudiar los casos de abuso, este año la temática que rondo la entrega, que por primera vez en la historia no contó con un presentador, fue la inmigración y la integración.
“Quiero agradecerle a La Academia por reconocer una película que narra la historia de una mujer indígena, una de las 70 millones de trabajadoras domésticas en el mundo sin derechos laborales. Un personaje que ha sido rechazada por la industria durante años. Como artista, nuestro trabajo, es ver cosas donde nadie más ve. Esta responsabilidad se hace más importante en tiempos donde se nos pide ver a otros lados», dijo Alfonso Cuarón al subir al escenario a recibir uno de los tres premios que se llevó su film mexicano Roma que se anticipaba como la gran estrella de la noche pero que se quedó con las ganas del gran premio a mejor película con el que sorpresivamente se alzó Green Book: una amistad sin fronteras.
Por su parte Spike Lee, ganador del Oscar a mejor guión adaptado por Infiltrado del KKKlan, dijo: “Hace 400 años fuimos robados de África y nos trajeron como esclavos para trabajar la tierra. No veían la mañana ni la noche”. Y pidió tomar decisiones en las elecciones presidenciales estadounidenses: “Las elecciones presidenciales de 2020 están a la vuelta de la esquina. Movilicémonos. Estemos en el lado correcto de la historia. Hagamos la elección moral de amor contra odio”.
En la jornada del lunes Donald Trump respondió a esos dichos tildándolos de “racistas” hacia su persona. “Estaría bien que Spike pudiera leer sus notas, o mejor aún, no tener que usarlas en absoluto, cuando use un tono racista contra el presidente, que ha hecho más por los afroamericanos que casi todos los presidentes”, escribió en su cuenta de Twiter.
Entre los premios más importantes estuvo también el de mejor actuación que en su pata masculina fue recibido por Rami Malek quien interpretó al eterno Freddie Mercury en Bohemian Rhapsody. En su discurso, el actor cuyo film fue la inspiración para gran parte de los números musicales de la velada, resaltó su condición de hijo de inmigrantes egipcios y recordó a su padre fallecido.
El galardón femenino en lo que respecta a la actuación fue para Olivia Colman, por su trabajo en La favorita, otra de las que se preveía como gran protagonista de la noche con 10 nominaciones pero que sólo se impuso en una categoría.
Después hubo algunas menciones un poco más solapadas a la temática como cuando las comediantes Amy Poehler, Tina Fey y Maya Rudolph hicieron chistes sobre la construcción del muro en la frontera México y Estados Unidos antes de entregarle una estatuilla de Regina King por su papel en Si la calle Beale hablase. Lo mismo pasó con el actor español Javier Bardem que al presentar el rubro mejor película extranjera, que ganó Roma, deslizó: “No hay fronteras ni muros que frenen el talento”.
En esa misma línea el actor Diego Luna dijo: “Ya se puede hablar español en los Oscar”. Y quien lo acompañaba en ese momento, el chef español José Andrés agregó: “Tengamos compasión a las personas que parecen invisibles, como los inmigrantes, que mueven a la humanidad hacia adelante”.