Sería irresponsable discutir que en tiempos de pandemia de coronavirus la prioridad la tiene la salud y los esfuerzos están apuntados en sobrellevar el momento con la mayor cantidad de víctimas posibles, por lo que los recursos se dirigen a hospitales, centros sanitarios y unidades de aislamiento. La mirada, claro, también apunta de reojo a las necesidades económicas de un país que venía golpeado y que sufre los daños colaterales del necesario aislamiento obligatorio.
En la larguísima lista de los que sufren en mayor o menor medida los efectos monetarios de la pandemia están los clubes de barrio, cerrados totalmente para las actividades deportivas y sociales, aunque varios ayudan con diferentes acciones para atravesar la lucha contra la enfermedad.
La cuenta es sencilla, mucha gente no cobra su sueldo en tiempo y forma y lo primero que corta es la cuota del club, mientras que muchos que sí pueden abonarla no lo pueden hacer ya que está prohibido ir físicamente a pagarla. La correlación financiera en rápida y desemboca en la casi nula chance las instituciones de poder hacer frente a sus obligaciones con profesores, jugadores y servicios.
Héctor Santoli es el presidente de Temperley y explica sin secretos la situación: “Nosotros veníamos sin deudas y eso nos ayudó. A los empleados de planta del club les pudimos pagar el sueldo, pero los deportistas pagos y los profesores recibieron el 50%. Pero la realidad es que no sabemos qué va a pasar de acá al mes que viene porque la situación se ve compleja, muy compleja. Hicimos una campaña en video por redes sociales con jugadores y ex jugadores del club para pedirles a los socios que puedan que paguen vía bancos o transferencia, porque la inmensa mayoría lo hace en efectivo en el club”.
“Están respondiendo y la idea es insistir y tratar todos juntos ver la forma de pasar estos mesas porque vemos que no va a ser sólo abril y por ahora no creo que estemos en el radar de municipalidad, gobierno provincial o nacional. Lo que no podamos pagar quedará pendiente, se tirará la pelota para adelante, pero retomar va a ser duro”, analiza Santoli, quien además relata otro coletazo de la cuarentena: “Para colmo en estos veinte días como el club estaba cerrado ya nos robaron cuatro veces”.
En la misma línea opina Diego Foradori, de Sportsmen Unidos: “Las necesidades son en su mayoría económicas, los empleados necesitan cobrar y no se están abonando las cuotas sociales. Con respecto a lo deportivo en general, los profes hacen lo que pueden utilizando las redes sociales”.
“En el medio quedarán los impuestos a pagar y la incertidumbre de no poder informar cuándo abriremos las puertas del club porque entiendo por lo que escucho de profesionales que lo peor aún no llegó, va para largo y quién nos va a ayudar. Nosotros a los empleados no los podemos desamparar”, completa el ex jugador y ahora presidente del Verde, quien le suma a esas dudas la deportiva, a la espera de qué sucederá con la Copa Santa Fe de básquet.
En la vereda de enfrente de la pasión del barrio, pero con idénticas preocupaciones está Sol Nieto, la presidenta de Atalaya.
“Por ahora no tenemos noticias de una ayuda para los clubes y vemos que la situación es muy, muy difícil. Desde mi punto de vista, será arrancar de cero porque los ingresos se van acabando”, explica la referente del Azul, quien agradece a la gente del club que trata de cumplir: “Los socios pagan y eso nos mantiene…pero a medida que pase el tiempo, van a dar prioridad a otras cosas. Por el momento han respondido muy bien, solidarios, cumpliendo con la cuota, alentando, acompañando. Desde la comisión intentamos incentivarlos con sorteos. Por ejemplo, este domingo sorteamos un huevo de pascuas entre los que tienen la cuota de marzo paga, es al menos una forma de agradecimiento”.
Los clubes piden en redes que quien pueda pague de manera bancaria la cuota, así como también negociaron con los planteles deportivos pagos algunas reducciones en sus salarios, que en su mayoría son comprendidas. El primero en anunciarlo públicamente fue Unión y Progreso hace algunos días, pero varios tomaron una medida similar.
En el caso de Saladillo, en la zona sur de la ciudad, los viáticos de los jugadores no son un problema en esta ocasión, pero sí la situación en general. Así lo cuenta su presidente, Ignacio Mestre: “La realidad creo que es similar en todos los clubes, difícil. Son épocas duras porque nosotros vivimos de la cuota social y de la cuota deportiva. Por ahora tratamos de subsistir con los que nos apoyan, pero cada vez nos parece más difícil porque la cuarentena se va a estirar. Este año decidimos no tener un equipo de básquet pago y eso de alguna manera nos ayudó, porque sino estaríamos mucho más complicados. Por suerte los técnicos de las disciplinas son gente de la casa que comprenden la situación, acompañan, entienden y esperan”.
“Pero esperamos como todos los clubes la ayuda de la municipalidad, la provincia y la Nación”, se ilusionó.
La realidad de las instituciones es similar e incluso más complicada en algunos clubes de la periferia, que además cumplen una función social determinante en contención y que ya están golpeados sin pandemia mediante. Obviamente saben que no están primeros en la fila, pero esperan un guiño para tratar de organizar el desmadre económico y ponerle algo de certeza al futuro.