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Preocupan reiterados robos a clubes de barrio de diferentes zonas de la ciudad

Desde el inicio de la pandemia distintas instituciones fueron el blanco fe hurtos y actos de vandalismo. Denuncian que en las últimas semanas se incrementaron los hechos. Las entidades no cuentan con los recursos para montar seguridad y señalan que tampoco hubo ayuda del Estado

Un club podría definirse de distintas maneras, por su deportes, por su forma de trabajo, por su comunidad. Para Carlos López, presidente del club Arijón y conocido como «Cilindro», la función de los clubes es esencialmente social: «A pesar de lo que pasa en los barrios, tenemos que seguir adelante y sacar a los pibes de la calle. Para eso estamos».

Desde el inicio de la pandemia en la ciudad, aislamiento social mediante, los clubes de barrio sufrieron reiterados robos y actos de vandalismo. En las últimas semanas se registraron varios de estos hechos.

El sábado pasado robaron de Club Arijón tres pelotas de fútbol oficiales más cuatro nuevas y la bomba de agua. «Solo nos quedó una pelota viejita que la tenemos que hacer arreglar», cuenta López en diálogo con El Ciudadano.

Según Jeremias Salvo, referente de la Red de Clubes de Rosario, en la última semana robaron en las instalaciones de Cuba Libre, Arijón, Club Valencia, Lux,  Godoy.  En LT8 declaró que se han llevado desde el cableado, reflectores, portones hasta computadora, garrafas. Reponerlos es difícil, sobre todo después de un año económico tan difícil.

No es la primera vez que roban a Club Arijón. En otra ocasión, durante la actual crisis sanitaria, también les robaron los inodoros y las piletas del baño. Estas situaciones se suceden de manera recurrente, cuenta, y muchas veces saben que incluso pueden ser algunos de los mismos vecinos del barrio.

«Te da tristeza y pena porque después te enterás que los chicos están en la marginalidad, tirados en la droga y son chicos que necesitan otra clase de ayuda y lamentablemente están abandonados. También abandonados a su suerte seguramente. Te da bronca, hay muchos chicos con adicciones, la droga está haciendo mucho daño en todos los barrios de Rosario, más en zona sur. Te da pena porque son chicos que conocés y el Estado tendría que estar ayudándolos, recuperándolos», explica.

En el club de barrio Saladillo se practica fútbol masculino y femenino. Además participa de la Liga Rosarina. Son cerca de 460 chicas y chicos que asisten semanalmente.

El presidente del club plantea: «Hay un montón de esos chicos que quizás nos robaron y sus vecinos vienen al club y es gracias al club que hoy están bien. Hay algunos que no pueden pagar la cuota mínima del club y están igual, porque la verdadera inclusión es esa. Más allá de las exigencias que tenemos en muchas cosas, quiero recalcar que los clubes son los verdaderos motores de ayuda para los chicos».

López insiste en que los clubes de barrio sufrieron mucho durante la pandemia y que desde el Estado parece que «no se les cae una idea». Estas instituciones no cuentan con servicios de seguridad ni sistemas de alarma. Los recursos escasean y cuando la situación social se complica, allí están también para ofrecer ayuda alimentaria.

Club Arijón ofreció una copa de leche durante los meses más duros de la pandemia gracias a la ayuda del Banco de Alimentos que les ofrecía un bolsón de comida. Ahora esperan retomar esta función durante marzo. Club El Torito, en zona norte, sufrió hace unos meses un robo en su comedor: se llevaron todo tipo de utensilios, ollas, amasadoras y alimentos.

Su presidente Germán Ángel cuenta que todos los viernes reparten 800 porciones de comida. El viernes 20 de marzo, el primero del confinamiento, salieron a ofrecer esta colaboración a los vecinos. Durante el confinamiento los números promediaban 1200 porciones y el pico fue en mayo con la entrega de 2500. Esto también lo pudieron hacer gracias a la ayuda de toda la comunidad barrial.

El club cumple 53 años este 2021, Ángel tiene 42 y asiste a El Torito desde los 6. Desde hace dos años es el presidente: «Es un sentimiento muy grande poder posicionar al club bien, sacarlo adelante con lo poco que teníamos. Hoy se volvió la familia club y volvieron los chicos de zona norte. Asisten 300 chicos todas las semanas y tenemos 140 en espera. Por la falta de terreno a veces no podemos avanzar, se desbordó el club».

Franco Scala, presidente del Club Social Lux, relata que sufrieron un robo el jueves pasado. Se llevaron cables de iluminación de las torres de la cancha y balastos, que son los generadores de electricidad hacia los focos. El mayor daño tiene que ver con esto último porque son muy caros para reponer.

A Social Lux, el popular Mercadito de barrio Ludueña, semanalmente asisten cerca de 800 chicas y chicos que juegan al fútbol, futsal, hockey sobre césped y patín.

Sobre el último robo decidieron no hacer la denuncia esta vez, porque en otras oportunidades no vieron muchos resultados. «Los clubes en general están muy expuestos a la madrugada, están un poco a la deriva. Poner algún tipo de seguridad sería muy costoso aunque desde la comisión estamos tratando de buscarle la vuelta. Ante los robos los vecinos siempre colaboraon con nosotros. Nos pasa lo mismo que a otros barrios, ninguno está exento».

Social Lux, otro club blanco de sustracciones y depredación.
Pedido a la Provincia y Municipio de «protección urgente» para el Club Valencia

Por otro lado, esta semana el concejal de Juntos por el Cambio Carlos Cardozo pidió que «de manera urgente e inmediata se dispongan los mecanismos de prevención y sanciones por parte del Gobierno de Santa Fe y la Municipalidad de Rosario, ante los reiterados hechos de vandalismo que sufre el Club de fútbol infantil Valencia en su nuevo predio de Seguí y Solís, en cuyas canchas se derrumban noche a noche los alambrados perimetrales y las placas de cemento que dirigentes y padres levantan con gran esfuerzo, por parte de organizaciones mafiosas que en ese lugar lucraban anteriormente con torneos informales».

El Club contiene a 300 niñas, niños y jóvenes de la ciudad. El concejal planteó que «tras una larga lucha desde que debieron dejar su predio en Perón y Pedro Lino Funes consiguieron la cesión de un terreno del Arzobispado de Rosario mediante un convenio firmado por la Municipalidad, pero ahora se encuentran con la acción vandálica de personas sin escrúpulos que cada día destruyen las obras que se levantan en este nuevo lugar».

Cardozo manifestó que los dirigentes y familias de la institución reclaman ayuda y que se haga visible «un indudable accionar de tinte mafioso, ya que en esa parte del predio propiedad del Arzobispado se organizaban torneos informales de fútbol que generaban un negocio para sus promotores, y “enojados” por esta nueva organización rompen todo lo que va levantando la gente del Valencia».

 

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