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Presentan el libro que cuenta la historia de los Oesterheld

En el marco de la Crack Bang Boom harán este sábado un homenaje con el fin de recuperar la militancia del guionista y autor del Eternauta y sus cuatro hijas. Todos fueron desaparecidos en la última dictadura militar

Este sábado a las 16.15 en el marco de la novena edición de la convención de historietas Crack Bang Boom (en el Centro de Expresiones Contemporáneas) se presenta en Rosario «Los Oesterheld», una investigación realizada por las periodistas Fernanda Nicolini y Alicia Beltrami. El libro busca recuperar las historias de militancias del reconocido guionista Héctor Germán Oesterheld (autor de El Eternauta) y sus cuatro hijas; Estela, Diana, Beatriz y Marina. Todos fueron desaparecidos por la última dictadura cívico militar. Luego de la presentación la agrupación HIJOS convocó a un escrache -del que participarán las escritoras- a Manuel Cunha Ferré por ser uno de los responsables de la muerte de Oesterheld.

Es la primera vez que Nicolini y Beltrami presentan su trabajo en el marco de una convención de historietas como es Crack Bang Boom. «Para los amantes del comic y la historieta también es interesante ver cómo Oesterheld continuó con su obra incluso dentro de la militancia», dijo Nicolini, directora de la revista Brando. Ella y su compañera Beltrami, periodista y productora de VOD Octubre TV, ven una “coherencia y un humanismo” que atraviesa toda la obra del guionista. «Más allá de que participaba de algunas pequeñas operaciones de acción armada, lo que más le interesaba era usar su herramienta como guionista para narrar y explicar la militancia en sí», agregó.

Oesterheld es autor de Sargento Pike y Bull Rocket, entre otras obras, pero la más conocida es El Eternauta, que se publicó en la revista Hora Cero. Sus historias tratan de personas comunes que se ven afectadas por situaciones particulares que las obligan a actuar de manera extraordinaria. Según Nicolini, el autor tenía una idea didáctica de la historieta, le gustaba contar la historia a través de sus páginas. Por eso cuando participó de la organización Montoneros uno de sus fines era convertir sus largos y complejos documentos en historietas para que todos los militantes, los más formados y los de base, pudieran acceder al significado de esos textos. «A los amantes del comic, más allá de que comulguen o no con las ideas de Héctor, apreciar su genialidad hasta el último de sus días puede ser lo que los atraiga a esta presentación», sintetizó.

Hasta la publicación del libro «Los Oesterherld» en 2016, no se había narrado la historia del guionista más allá de su obra. A las autoras les interesó recuperar y darles otro valor a la trayectoria de él y sus cuatro hijas. Comenzaron el trabajo en 2011 y siguieron la investigación durante cinco años. El objetivo fue contar los años de formación política de la familia, exponer los matices de la militancia y pensar a los militantes de los setenta sin idealizarlos ni demonizarlos: «humanizar las historias».

Para hacerlo se valieron, principalmente, de testimonios orales: rearmaron redes de militancia de aquella época que fueron quebradas por la dictadura. La mayoría del entorno de la familia seguía viva, por eso se pusieron en contacto con personas que conocieron a Marina, Diana, Beatriz, Estela y Héctor. También trabajaron con dos nietos de Elsa Oesterheld, que sobrevivieron: Martín y Fernando. Con todas esas piezas construyeron una biografía coral.

Hay una serie de fotos muy conocidas que muestra a las cuatro hijas de Elsa Sánchez y Héctor Oesterheld. Sus rostros parecen «angelicales», dice Nicolini. Por eso buscaron desentrañar esa imagen y se preguntaron cómo entraron a la militancia. ¿Fue por su padre o su padre ingresó a la militancia gracias a ellas? Para las autoras esa relación es dialéctica; él incidió en las decisiones de sus hijas, pero sus hijas incidieron en las de él.

Con Elsa Sánchez, mamá de las cuatro hijas y esposa de Héctor, pudieron tener varias charlas y entrevistas. Es el único testimonio que aparece en el libro en primera persona. Una madre que desde el principio tuvo miedo por el destino de sus hijas y que con tiempo y de a poco pudo reconciliarse con las elecciones de vida que tuvieron. El resto del trabajo consistió en la búsqueda de archivos, documentos, expedientes, revistas y publicaciones de la época, y lectura de las cartas que Elsa y Héctor se mandaron cuando él estuvo de viaje.

Durante la investigación, muchas veces sintieron que tenían preguntas sin respuestas. Las que encontraban son las que les permitían avanzar. La gran pregunta que les quedó sin responder es cómo fue exactamente la desaparición de Oesterheld. Si bien existen algunas ideas, no encontraron información precisa sobre cómo sucedió. Sus cuatro hijas y tres yernos fueron desaparecidos; sólo recuperaron el cuerpo de Beatriz. Dos de sus hijas estaban embarazadas al momento del secuestro y no se tienen datos sobre estos dos nietos.

«El libro nos hizo entender un poco más la condición humana. Poder pensar las pasiones, el miedo y las contradicciones de cada uno. También, la complejidad de la militancia y la época. ¿Cuáles son las razones por las cuales una generación se vuelca a la lucha armada? No eran alocados, las razones fueron profundas y conscientes. ¿Por qué tomaron esas decisiones?», planteó Nicolini. El libro intenta ensayar algunas respuestas, busca entender la complejidad y las contradicciones de una época.

La periodista hace referencia a la gran participación política de jóvenes durante la última década y cree que fue eso lo que permitió que muchas personas se animaran a contar su historia para este libro. Se sintieron reivindicadas, contó: «Los libros tienen sus tiempos y por algo se hacen en determinados momentos, ahora por suerte ya está hecho». En la presentación en Buenos Aires, Estela de Carlotto (presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo) dijo que le parece que es «un libro que se sigue escribiendo».

El Eternauta es una obra fundamental de Oesterheld y de la historieta argentina. Para Nicolini es un clásico y por eso siempre puede leerse en clave actual, por su vigencia. La historia presenta un grupo de amigos se encuentra jugando al truco en su casa cuando una nevada mortal empieza a caer sobre las calles de Buenos Aires.

La historia está situada en escenarios conocidos como la cancha de River o la avenida General Paz. No son héroes con superpoderes, son hombres comunes inmersos en una situación extraordinaria. Sólo podrán salvarse si piensan una solución de forma colectiva. El miedo atraviesa toda la narración y también las formas de sobreponerse a él. “¡Nos moriremos si no sabemos aguantar! ¿Por qué esperarlo todo de afuera? ¿Acaso no podemos socorrernos a nosotros mismos?”, dice uno de sus personajes, Favalli. Juntar fuerzas entre todos, no esperar que venga un “superhombre” a rescatar a nadie sino hacerse valer por sí mismos.

Un «escrachenauta»

A raíz de unas notas acerca del beneficio de prisión domiciliara que recibieron en el último tiempo represores del país y en particular de Rosario, el periodista Juane Basso recibió hace unos meses la información de un lector que le señaló la ausencia de uno en sus trabajos: Manuel Antonio Luis Cunha Ferré. Aparte de escribir en el semanario El Eslabón, Basso pertenece a la agrupación HIJOS (Hijos e hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio), espacio donde decidieron esperar al tradicional evento de historietas, Crack Bang Boom, para poder enmarcar un escrache al genocida y hacer también un homenaje a Oesterheld. Para eso, se pusieron en contacto con organizadores de la convención y también con las escritoras de «Los Oesterheld».

En este sentido, imaginaron al personaje de la tira, el eternauta, como un desaparecido más de la dictadura: por eso llaman a la convocatoria «escrachenauta». En un comunicado invitan a la comunidad a participar del señalamiento de la casa de Cunha Ferré. «Los testimonios escuchados durante el juicio identificaron a Cunha Ferré como quien hacía las preguntas durante las sesiones de tortura a las personas secuestradas y en ocasiones torturaba». El represor está siendo juzgado desde el 13 de noviembre de 2017 «junto a otros cinco represores –tres militares y dos policías–, por los delitos de privación ilegal de la libertad y aplicación de torturas a personas que estuvieron cautivas en el centro clandestino de detención y tormentos denominado ‘Sheraton’ o ‘Embudo’, que funcionó en la Subcomisaría de Villa Insuperable, partido de La Matanza. Manuel Cunha Ferré cuenta con prisión domiciliaria desde 10 días antes del inicio del juicio».

«Sheraton» fue el nombre que usaron los militares por ser un centro clandestino de detención por donde pasaron varios «famosos» como Oesterheld. El final del comunicado de HIJOS dice: «Así como él nos interpeló desde su personaje, un hombre común que se hizo cargo de su historia personal y colectiva, en épocas de negacionismo nosotros nos levantamos para decir queremos justicia. El único lugar para un genocida es la cárcel».

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