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Presentan el primer catálogo de jejenes argentinos: picadores molestos pero esenciales para la naturaleza

Son polinizadores y depredadores pero también vectores de enfermedades. Un reciente estudio realizado por la Universidad Nacional de la Plata y el Conicet permitió identificar 16 nuevas especies en el país. En total hay 356 tipos

Desde su papel como polinizadores y depredadores hasta su impacto en la salud pública como vectores de enfermedades, los pequeños –y a veces muy molestos– jejenes merecen atención y monitoreo. Por eso, un grupo de investigadores de la Universidad Nacional de La Plata y el Conicet presentaron en 2023 el Catálogo de jejenes de Argentina.

El estudio de la colección de los ceratopogonidae del Museo de La Plata, perteneciente a la UNLP, permitió agregar nuevas localizaciones para 102 especies en la Argentina y citar por primera vez en el país a 16 especies. Asimismo, se pudo excluir de la fauna argentina a 2 especies de esta familia.

Gracias a la publicación del catálogo, podemos saber que hasta el 31 de diciembre de 2022 se han detectado en Argentina 356 especies de ceratopogonidos, distribuidas en 35 géneros, siendo los más importantes el género Culicoides, con 51 especies, Forcipomyia con 67 especies, Stilobezzia  con 40 especies y Dasyhelea con 37 especies, entre otros.

La publicación, aparecida en la revista especializada Zootaxa, lleva por título Catalog of the biting midges of Argentina (Diptera: Ceratopogonidae). Sus autores son el entomólogo Gustavo Spinelli, quien es investigador del Instituto de Limnología “Dr. Raúl A. Ringuelet” (Ilpla) y  las investigadoras María Ronderos, Mahia Ayala y Florentina Díaz, del Centro de Estudios Parasitológicos y de Vectores (Cepave), ambos institutos de doble dependencia entre la Universidad Nacional de La Plata y el Conicet.

Según relata Spinelli, quien se desempeñó como profesor de la asignatura «Artrópodos de interés médico y veterinario» en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo entre 1994 y 2022, “la metodología de trabajo contempló el estudio de los ejemplares existentes en la colección del Museo de La Plata, tanto de aquellos cuya presencia en el país ya había sido publicada, como de los numerosos ejemplares que no habían sido mencionados en trabajos precedentes”. Así, las publicaciones en los que las especies fueron citadas quedaron disponible en el catálogo para ser utilizadas por cualquier otro investigador, para llevar a cabo estudios referidos a biogeografía.

Sobre la colección de ceratopogonidae del Museo de la Plata, Spinelli destacó: “Era inexistente cuando comenzamos con su estudio a fines de la década del 70. Como resultado de los numerosos viajes de campaña a todas las eco-regiones de la Argentina llevados por nuestro equipo de trabajo a cabo en los últimos 45 años, se ha formado una muy aceptable colección, que ha sido fundamental para la realización de este catálogo.”

Por su parte la doctora María Marcela Ronderos remarcó: “Cuando comencé mi carrera como becaria, el doctor Spinelli se encontraba formándose en Estados Unidos y desde allí me propuso dirigir mi tesis en ceratopogónidos hematófagos, transmisores de enfermedades que se encontraban en la Región Neotropical”.

“Era necesario considerar las consecuencias que provocan las picadoras de estos insectos, así como el rol que desempeñan en la cadena epidemiológica al comportarse como vectores de agentes patógenos tanto en humanos como en animales. A partir del 2000 la Dra. Díaz, comienza sus estudios en jejenes polinizadores,  en un marco  integrado,  taxonómico y filogenético”, agrega Ronderos. Ambas investigadoras, han asistido a Spinelli en el desarrollo, en la georreferenciación y referencias bibliográficas de las especies citadas en el catálogo.

Mahia Ayala, becaria posdoctoral del Conicet, resalta la relevancia del estudio: “para un investigador es sumamente importante conocer la distribución de las especies en estudio, en especial aquellas que revisten importancia sanitaria o veterinaria. Este tipo de catálogo recauda información general y muy valiosa de cada especie presente en una determinada región, y esto permite que los investigadores estemos actualizados”.

Muchas motivaciones tuvieron los investigadores para la realización de un catálogo exhaustivo de estos insectos.  En primer lugar, el registro proporciona una base de datos fundamental para el monitoreo y conocimiento de la biodiversidad local y la detección de cambios en la distribución de las especies, lo que puede ser un indicador temprano de impactos ambientales. Además, el catálogo es una herramienta invaluable para la investigación científica, “sumamente útil para conocer qué especies están presentes en el país, cuál es su distribución y  comprender sus interacciones con otros organismos y con las condiciones climáticas de los sitios donde se encuentran”, explica Ayala.

Pero además, un registro completo es esencial para la gestión de la salud humana y veterinaria, ya que algunas especies transmiten patógenos que causan enfermedades a los humanos y animales.

Polvorines, jejenes,  chaquistes, manta blanca, mbarigui-mini o purrujas son algunos de los nombres vulgares que reciben las especies de Culicoides  en países de habla hispana, mientras que  en Brasil se los conoce como maruim o mosquito pólvora.

Son un grupo de moscas de tamaño pequeño a mediano, con una longitud de alas que varía de 0.4 a 7.0 mm. Se encuentran en prácticamente todos los rincones biogeográficos del mundo, excluyendo solamente la Antártida. Aunque a menudo pasan desapercibidas, muchas de las hembras adultas de esta familia son hematófagas, es decir, se alimentan de sangre de vertebrados para desarrollar sus huevos, lo que las convierte en picadoras molestas para humanos, ganado y mascotas.

Además, algunas especies tienen la capacidad de transmitir enfermedades, el Virus de la Lengua Azul, que afecta al ganado ovino y a rumiantes silvestres y de cría, o la fiebre del Oropouche, que es la segunda causa de síndrome febril en humanos en las Américas. Transmiten también a las personas una filaria parásita, Dipetalonema ozzardi, cuyos casos en la Argentina están restringidos al noroeste del país.

 

Más que picaduras molestas

A pesar de su reputación de picadores molestos, capaces de causar dermatitis, los ceratopogónidos también desempeñan un papel esencial en la Naturaleza. Por ejemplo, algunas especies son importantes polinizadoras de plantas, como el cacao y los árboles de caucho. Además, sus larvas engullen detritos y son predadoras de otros organismos en hábitats acuáticos y semiacuáticos, contribuyendo al equilibrio ecológico. De hecho, los adultos de ciertos géneros son ectoparásitos y succionan la hemolinfa de otros insectos, lo que puede ser beneficioso para el control de poblaciones de plagas.

 

Cambia, todo cambia

El cambio climático plantea desafíos significativos para la familia Ceratopogonidae. Son altamente sensibles a las condiciones ambientales, como la temperatura y la humedad, que están directamente influenciadas por el cambio climático. A medida que las temperaturas aumentan, es probable que veamos cambios en la distribución geográfica de estas especies, lo que podría tener serias implicaciones tanto en su capacidad para transmitir enfermedades como en la biodiversidad local.

Los patrones de los vientos también  podrían verse afectados, y dada su capacidad de arrastrar los insectos, podrían llevarlos hacia zonas donde no se los encontraba. Por todos estos factores, su estudio y monitoreo son esenciales para detectar y comprender estos complejos efectos ambientales.

 

Catálogo de bichos

Pero el inventario de ceratopogonidos realizado en colaboración entre el ILPLA y el CEPAVE no es solo una lista de todas las especies reportadas en el territorio argentino. Para cada especie, se incluye la siguiente información: sexo y/o etapa de vida descrita en la descripción original, estado y sexo, depósito del material (principalmente de acuerdo con las descripciones originales), distribución de especies, localidades georreferenciadas para y principales referencias.

La creación del catálogo fue uno de los trabajos científicos que se vio afectado por la pandemia del covid-19. “Desde que comencé el estudio de la familia Ceratopogonidae en la región Neotropical a fines de la década del 70,  el catálogo para la Argentina siempre fue una idea en mente. Comenzamos a trabajar en el catálogo en 2017, aunque durante la Pandemia debimos suspender su desarrollo, ya que estábamos impedidos de ingresar al laboratorio.”, relata Spinelli. El grupo de trabajo actualiza constantemente el BiodAr, que es un catálogo digital disponible para todo el público, que cuenta con información sobre las especies, su distribución y referencias. “Los catálogos son utilizados por expertos y no expertos. Este en particular cuenta con fotos que lo hacen más atractivo a la hora de ser usado. Este en particular, ha sido elogiado por colegas del exterior. Por esto, la utilización de catálogos demuestra la importancia de la ciencia básica en la ciencia aplicada”, concluye Ronderos.

 

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