Pablo Prigioni, ex jugador de la NBA y parte importante de la Generación Dorada a pesar de no haber estado en el logro de Atenas, actualmente es asistente técnico en Minnesota Timberwolves y estuvo en un streaming por Youtube del programa español Confinados. Además del ineludible tema de actualidad sobre cómo están sobrellevando en Estados Unidos la pandemia de coronavirus, en la charla analizó su etapa en Europa y comparó las diferencias con la mejor liga de básquet del mundo.
“Estamos todos bien. Llevamos ya un par de semanas confinados, desde que se suspendió la NBA. A mí justo me agarró en Houston, en el que era el comienzo de un viaje de cinco o seis partidos por el Oeste. Tratamos de cumplir con lo que sugirieron, quedándonos en casa y estando pendientes de lo que ocurre en España y Argentina, adonde tengo la familia desparramada”, explicó el base cordobés, que agregó: “La NBA estaba monitoreando todo muy de cerca y sentíamos que en el momento en el que llegara cerca iba a pasar lo que pasó, se iba a suspender de inmediato. Es una situación única. No recuerdo haber pasado algo así jamás y por eso la importancia de aportar para que podamos superar esto y volver a la normalidad”.
“Tenemos la suerte de estar en una organización que cuenta con líderes que hacen la diferencia, nos mantienen a todos muy activos y unidos. Tenemos videoconferencias y un equipo muy joven, haciendo cosas que mantengan a los chicos en un proceso de educación. Por ejemplo, viendo defensas o algunos partidos, revisando material. También nos dan charlas motivacionales a todo el staff”, contó.
Pablo Prigioni tuvo una corta experiencia como entrenador de Baskonia de España a poco de retirarse y no fue positiva. Desde su llegada como asistente en la NBA, reconoce una eviolución: “Me veo mucho mejor, obviamente. Todo sirve, incluso el poco tiempo en Vitoria. También me sirvió el tiempo en Brooklyn. Este año tengo un papel más grande. Me veo mejor que cuando empecé y peor de lo que me veré en cuatro años. Me parece que esa es la curva que me he propuesto dar y hay momentos en los que quiero ser mejor y no puedo. Pero es como una planta que crecerá a su ritmo”.
Y explicó que además de su función de asistente, cumple con una tarea de seguimiento individual: “Cada entrenador suele tener dos jugadores con los que trabajan diariamente y de manera individual. Yo tengo a Russell y a Culver y practico mucho con ellos, especialmente antes de los partidos”.
“Me gustó mucho la parte organizativa de la liga, y el hecho de jugar los últimos años de mi carrera acá me abrió mucho la cabeza. La manera en la que se construyen los equipos es en base a qué tipo de básquet quiero jugar. Instalo el sistema y a partir de ahí voy construyendo. Ese sistema tiene un porqué, y ya me voy a preocupar por ir llevando los jugadores adecuados. Eso te habla de que vos podés construir un equipo con más paciencia con respecto a lo que pasa en Europa. Si me das a elegir, me gustó mucho eso y también cómo el staff en una franquicia NBA llega muy profundo, sacando más virtudes y haciendo mejorar a determinados jugadores. Me enamoró mucho la manera en que trabajan. Hay una idea un poco equivocada en Europa de que acá en la NBA no se trabaja y no se entrena. Pero acá se trabaja el doble de lo que se hace en Europa. Ese sistema me enamoró y es una de las razones por las que estoy acá”, analizó en detalle.
El mundo de la NBA le llegó a Prigioni en la parte final de su carrera, y conserva recuerdos claros: “Ni siquiera pensaba que iba a jugar en la NBA. Fue una locura, no sólo que estaban Jason Kidd y Rasheed Wallace en el equipo, sino también Marcus Camby, Kurt Thomas y un montón de veteranos que habían tenido carreras increíbles. Fue tremendo compartir cancha con Jason. Rasheed era alocado, pero cercano y agradable. Disfruté mucho, a pesar de que estuvo poco tiempo con ellas. Fue una temporada muy linda, en la que ganamos muchísimos partidos. Estaba cagado, porque había dos cosas que me preocupaban: que no jugara, aunque les había dejado muy en claro que si no jugaba me volvía a Europa, y que tenía muchas dudas defensivas. Pensaba que se me iba a complicar defender a jugadores más chicos, fuertes, rápidos y jóvenes. Pero las fui manejando y adaptando. Esa es una de las cosas que destaco, de encontrar una manera de traer mi básquet FIBA para volver a aplicar situaciones como el pase. Quería que mis compañeros quisieran jugar conmigo. Y defensivamente intentaba hacerme planes, para que una vez me pasen y la otra no. De cuatro situaciones me tenía que anotar una, por ejemplo”.
Y era inevitable consultarlo por Luis Scola, su compañero de aventuras y de pick and roll, que hace poco lo mencionó en una entrevista: “»Es recíproco. Hemos jugado tanto tiempo juntos que es difícil buscar a otro. La conexión que teníamos y tenemos con él dentro de la cancha es única. Para mí él es un jugador total. La clave de que Argentina haya llegado a la final, sin quitarle el mérito al resto, es Luis en ese nivel. Pero no esperaba que Luis hiciera el torneo que hizo. Esperaba que hiciera un partido bueno o dos, pero estuvo en el quinteto ideal con 40 años. No tengo con qué compararlo, busco y no lo encuentro”.