Referentes y militantes del Partido Solidaridad e Igualdad (SI) de las distintas ciudades y comunas de la provincia decidieron apoyar en forma orgánica la postulación de Antonio Bonfatti como candidato a gobernador por el Frente Progresista para las elecciones del año próximo.
Caída la posibilidad de una reforma constitucional que habilite a Miguel Lifschitz a buscar un segundo mandato en 2019, el nombre del ex gobernador Bonfatti –actual titular de la Cámara de Diputados de la provincia y del Partido Socialista– surgió como potencial precandidato a la Casa Gris. Bonfatti aun no confirmó su postulación; se encuentra a la espera de una resolución orgánica de su partido, pero ya recorre la provincia en busca de instalar su precandidatura.
Los militantes y dirigentes del Partido SI ya expresaron su apoyo formal. Fue durante una asamblea realizada en Santa el pasado 9 de noviembre, donde se analizó el escenario electoral del año próximo. En el encuentro estuvo la principal referente de la fuerza, la diputada provincial Alicia Gutiérrez, además del secretario general del partido Gustavo Gamboa y dirigentes de toda la provincia.
A nivel provincial, consideraron que el candidato idóneo “para contener la ofensiva de la derecha y su receta de ajuste y exclusión” es el ex gobernador Bonfatti. “Vamos a participar de un frente que tenga un claro perfil opositor a la aplicación de medidas de corte neoliberal en Santa Fe. La alternativa es continuar y profundizar las políticas que se vienen implementando desde el Frente Progresista con el fin de contrarrestar las consecuencias nefastas de un modelo que beneficia a los sectores más concentrados de la economía”, sostuvieron a través de un comunicado.
En la asamblea también realizaron un análisis crítico sobre la gestión de Cambiemos en el plano nacional. En ese sentido, sostuvieron que la inflación, el déficit y la falta de inversión productiva “parecen llevarnos a un callejón sin salida”.
“La aplicación de un modelo neoliberal en lo económico, que ya fue probado en los 90 y desembocó en el estallido social de 2001, a través de la desregulación del mercado cambiario y de las transacciones externas, ha beneficiado sistemáticamente a los sectores más concentrados del capital. La devaluación abusiva del peso, el levantamiento de las restricciones a la compraventa de dólares y el pago de altas tasas de interés por las letras del tesoro nacional promovieron sin ningún control la timba financiera y la llegada de inversiones especulativas que ganan fortunas en poco tiempo aprovechando las ventajas que ofrece el mercado local”, cuestionaron.
A esa lectura sumaron “las corridas cambiarias que llevaron al dólar a niveles históricos y casi duplicaron las tasas de interés, lo que golpea al sector industrial pyme, resentido por los tarifazos, la caída del consumo interno y la apertura de las importaciones, y provoca un inevitable estancamiento de la economía y el aumento del desempleo”.