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Primer documento del Papa: «El sistema económico actual mata»

Francisco criticó duramente la exclusión y desigualdad del sistema y rogó a dirigentes políticos del mundo que implementen una reforma financiera con “determinación y visión de futuro”.

El papa Francisco criticó duramente al actual sistema económico, al señalar que la exclusión y la desigualdad «mata», y rogó a los dirigentes políticos del mundo que implementen con «determinación y visión de futuro» una reforma financiera que «no ignore la ética».

Así lo afirmó en la exhortación apostólica «Evangelii Gaudium» (La alegría del Evangelio) publicada hoy por el Vaticano, un documento de 142 páginas, que constituye el primer texto de su pontificado escrito íntegramente por el Papa argentino Jorge Bergoglio.

«Así como el mandamiento de ‘no matar’ pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir ‘no a una economía de la exclusión y la inequidad’. Esa economía mata», dice el texto en un párrafo que dedica a los desafíos del mundo actual.

El Papa se dirige a los dirigentes políticos para pedir «una reforma financiera que no ignore la ética» y les pide que afronten «este reto con determinación y visión de futuro».

Francisco se rebela ante el hecho de que «no sea noticia que muera de frío un anciano en la calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa» y añade: «Eso es exclusión», parte de la «cultura actual del descarte».

En ese marco, critica a quienes «todavía defienden las teorías que suponen que todo crecimiento económico, favorecido por la libertad de mercado, logra provocar por sí mismo mayor equidad e inclusión social en el mundo».

Según Francisco, «vivimos en la idolatría del dinero» y a todo ello se añade «una corrupción ramificada y una evasión fiscal egoísta, que han asumido dimensiones mundiales».

En otro orden, el papa Francisco afirma que «no debe esperarse que la Iglesia cambie su postura» sobre la cuestión del aborto, ya que «no está sujeto a supuestas reformas o modernizaciones» y afirma que «no es progresista pretender resolver los problemas eliminando una vida humana».

No obstante, reconoce que «hemos hecho poco para acompañar a las mujeres que se encuentran en situaciones muy duras, donde el aborto se les presenta como una rápida solución para sus profundas angustias, particularmente cuando la vida que crece en ellas ha surgido como producto de una violación o en un contexto de extrema pobreza».

Reitera su llamado a que la Iglesia haga una opción por los pobres, pero aclara que se trata de «una categoría teológica, antes que sociológica».

«Por eso quiero una Iglesia pobre para los pobres. Ellos tienen mucho que enseñarnos», dice y asevera que «mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres….no se resolverán los problemas del mundo».

Por último, invita a cuidar a los más débiles, entre los que menciona a «los sin techo, los tóxico dependientes, los refugiados, los pueblos indígenas, los ancianos cada vez más solos y abandonados» y los emigrantes, para los que demanda a los países «a una generosa apertura».

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