René «Brujo» Ungaro, junto a otros tres acusados, fue condenado a la pena máxima por el brutal asesinato de Virginia Ferreyra y su madre, Claudia Deldebbio. Esta sentencia se suma al extenso prontuario de Ungaro, quien obtuvo su primera condena por el crimen de Roberto «Pimpi» Caminos en marzo de 2010, en uno de los primeros juicios orales realizados tras la transición al sistema acusatorio en la provincia.
En 2022, Ungaro ya había recibido una condena por asociación ilícita. En esta oportunidad, la justicia lo condenó por instigar el doble homicidio. Junto a él, Nicolás Martínez también fue condenado como instigador, mientras que Fernando Cortez y su hijo Lautaro recibieron la misma pena como ejecutores materiales de los asesinatos. En el caso hay dos prófugos.
El ataque que conmocionó a la ciudad
El crimen de Claudia y Virginia ocurrió el 23 de julio de 2022. Ambas esperaban el colectivo en la parada de Isola y Maestro Santafesino cuando un Peugeot 308 negro apareció en escena. Según la investigación, Lautaro Cortez descendió del vehículo y abrió fuego indiscriminadamente contra las mujeres, a pesar de que ellas no eran el blanco original del ataque.
En la balacera, los disparos también hirieron a un adolescente de 16 años que se encontraba en una plaza cercana. Claudia Deldebbio murió en el acto, mientras que su hija Virginia, falleció el 24 de septiembre de 2022 tras permanecer internada dos meses en el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez (Heca).
Los fiscales Franco Carbone y Patricio Saldutti no solo llevaron al cuarteto a juicio por este doble crimen, sino que también sumaron cargos por una balacera contra el Centro Municipal Distrito Sur y otro ataque ocurrido días antes del asesinato de las mujeres.
La sentencia
El tribunal integrado por los jueces Alejandro Negroni, Facundo Becerra y Gonzalo López Quintana condenó a los acusados por homicidio doblemente calificado (por precio o promesa remuneratoria y por el concurso premeditado de dos o más personas) y uso de arma de fuego. Tentativa de homicidio calificado (en perjuicio del adolescente) y abuso de armas e intimidación pública agravada.
A Ungaro se le unificó esta pena con su condena previa de 20 años. De igual manera, Fernando Cortez vio unificada su sentencia actual con una condena anterior de dos años y medio de ejecución condicional.
El móvil: sembrar terror en el barrio
Tras conocerse el fallo, los fiscales expresaron su satisfacción por el resultado de una investigación que calificaron como «compleja y exhaustiva». El fiscal Carbone precisó que se logró probar que Ungaro ordenó los ataques desde la cárcel. Y que utilizó a Nicolás Martínez como intermediario para coordinar a los ejecutores.
Carbone resaltó la valentía de los testigos en un barrio dominado por el miedo: “Es un sector signado por la violencia donde el barrio entero se paralizó. Buscaron objetivos inocentes que estaban en el lugar y momento equivocados. Quisieron sembrar terror en la comunidad mediante la selección de blancos al azar”.

La fiscalía reveló un dato clave sobre el móvil de los ataques: los vecinos de una de las torres cercanas se habían organizado para mejorar su calidad de vida, designando un nuevo administrador, instalando cámaras de seguridad y arreglando ascensores. Según los investigadores, la banda atacó a «gente común» para no perder el control territorial.
Finalmente, los fiscales recordaron que aún permanecen prófugas dos personas que habrían estado dentro del automóvil al momento de los disparos.