Los padres de una chica de 14 años de la zona oeste, que presuntamente no sólo consentían su prostitución desde los 12 años sino que le ayudaban a organizar la clientela, quedaron procesados y bajo prisión preventiva, acusados por el delito de facilitamiento de esa actividad en una menor, agravado, además, por su lazos familiares. La pena prevista en el Código Penal oscila entre los diez y los quince años de prisión. La chica era el único sustento de un hogar en condiciones de extrema pobreza. El hecho fue denunciado por un taxista que transportaba a la piba a distintos puntos de la ciudad. La niña le había contado que estaba juntando plata para cuando cumpliera 15 años, pero que no tenía amigas a quienes invitar.
El caso había conmovido a la opinión pública a principios de octubre pasado. El chofer de un auto de alquiler que llevaba y traía a diferentes lugares, en distintos horarios, a una niña de 14 años confirmó sus sospechas hablando con ella entre viaje y viaje: la menor se prostituía. Y la sorpresa del hombre fue mayor cuando se enteró, también por el mismo testimonio de la menor, que sus padres no sólo consentían la actividad sino que hasta se la organizaban.
El taxista en un principio hizo la denuncia en un programa de radio y luego, ante el Centro de Asistencia a la Víctima de Delitos Sexuales y Violencia Familiar (ex comisaría de la Mujer).
Por otra parte, las autoridades policiales que intervinieron en un primer momento indicaron que la propia piba lo tomaba “como algo normal” y advirtieron que la familia vivía en una precaria vivienda en un asentamiento de la zona oeste.
Incluso, voceros tribunalicios comentaron que a poco de ser detenidos los padres, oriundos del Chaco, y la chica derivada a un instituto de menores, el domicilio en el que vivían fue usurpado por otros moradores.
El procesamiento y prisión preventiva dispuesta por la jueza Alejandra Rodenas por la presunta comisión del delito de “facilitamiento de la prostitución de una menor agravado por ascendencia”, en el caso de la madre, se conoció ayer en Tribunales.
Mientras tanto, el hombre, que es en realidad el padrastro de la menor, y que vive con ella desde pequeña, también quedó procesado por el mismo delito agravado además “por ser encargado de la educación y guarda” de la niña.
Según la acusación, madre y padrastro “desplegaron un accionar destinado a promover la prostitución” de la menor como una actividad más destinada a contribuir con el sostén económico del núcleo familiar.
A la vez, la acusación, aunque dice no desconocer “la penosa situación económica de dicho grupo, morador de un asentamiento irregular y en condiciones precarias”, valora que estas cuestiones “resultan apresuradas e impropias para esta etapa procesal, por lo que habrán de ser adecuadamente valoradas, si correspondiere, por el órgano jurisdiccional competente”.
Las acusaciones se basan en el testimonio del taxista y en declaraciones de la propia víctima, por las que se les imputa a los padres proveer medios para el ejercicio de la prostitución, como la entrega a la menor de teléfonos celulares “con el objeto de que reviera aquéllas llamadas eventuales de clientes indeterminados que la llamaran para contratar servicios sexuales que ella les brindaría”.
Además, se mencionan la existencia de “publicaciones gráficas de avisos en los que se especificaba número de teléfono celular y el servicio sexual ofrecido con el objeto de promocionar la actividad”.
También se los acusa de “efectuar y llevar registros escritos con el objeto de mantener organizada la actividad” y “contratar transporte de pasajeros, vehículos, remises” con el objeto de que la menor fuera trasladada a los lugares en donde se había convenido una cita sexual con un cliente.
Según las acusaciones, le facilitaban el dinero para que abonase el viaje o acordaban con los clientes el pago del transporte al arribo al lugar.
De la clientela de la menor se citan direcciones de edificios céntricos y varias obras en construcción en donde la menor habría mantenido relaciones en reiteradas oportunidades y con varias personas del sexo masculino, “recibiendo en cada oportunidad la cantidad de 60 pesos de cada uno de ellos”.
En el procesamiento se puntualiza, además, que la niña brindó un muy pormenorizado relato en relación a la conformación de su núcleo familiar y de la actividad que desarrolló, cómo fueron los inicios y hasta las características actuales de su actividad.
Explica, por ejemplo, que “en un comienzo la reacción fue adversa, luego aceptada hasta, finalmente, protegida pues la misma terminó ocupando un pilar de las economías familiares”.