En agosto de 2008, Fabricio Fregoni, de 17 años, recibió en la espalda un plomo que provenía del arma reglamentaria de un efectivo del Comando Radioeléctrico, que lo dejó parapléjico. A pesar de que el relato del policía y de su compañero indicaba que el disparo había sido efectuado para repeler una agresión previa en medio de una persecución, la Justicia determinó que el acta de procedimiento había sido falseada y que en realidad se trató de un caso de gatillo fácil. Así, el juez Juan Carlos Vienna procesó a uno de los policías por el delito de lesiones gravísimas agravadas y a su compañero por encubrimiento agravado. Además, ambos quedaron formalmente imputados por falsedad ideológica de documento público.
Fabricio Javier Fregoni tiene hoy 19 años y hace casi dos que no puede caminar. La causa de la paraplejia que lo afecta fue un proyectil calibre 9 milímetros que le ingresó en la espalda y le atravesó la médula espinal.
Según se desprende de la causa, el 20 de agosto de 2008 Alejandro Marcos A., hoy de 23 años, y Fernando Manuel V., de 33, circulaban cerca de las 2.30 por la zona de Magallanes y Biedma a bordo de un patrullero cuando vieron a un muchacho que comenzó a correr y se metió por los pasillos del Fonavi allí ubicado.
De acuerdo con el acta elaborada por la Policía ese día, Alejandro A., por “un acto reflejo”, se bajó del móvil y comenzó a perseguirlo, mientras le daba la voz de alto. Según su declaración en sede policial y judicial, el muchacho al que corría se detuvo, le disparó y él repelió la agresión. Dijo que el tiro fue a dar a un cantero y que continuó persiguiendo al sospechoso.
Por un instante lo perdió de vista, pero luego volvió a divisarlo en pasaje 1829 al 6000, donde, de acuerdo con su relato, el muchacho volvió a dispararle. El efectivo efectuó dos disparos más. Uno de los plomos hirió al muchacho, Fabricio Fregoni, en ese entonces de 17 años. De acuerdo con el acta policial, junto al herido había un revólver calibre 38, que es el que el sospechoso habría utilizado para dispararle al policía.
Sin embargo, el juez de Instrucción de la 4ª Nominación, Juan Carlos Vienna, entendió, después de analizar en detalle los testimonios de los vecinos, que los hechos que aparecían descriptos en el acta policial eran falsos. “No surge del contexto de lo investigado que alguien haya escuchado más de tres disparos, es decir, los mismos tres que A. dijo que disparó. Entonces, ¿el disparo de Fabricio? Es sencillo presumir que no existió”, reza el fallo.
Otro hecho contradictorio es el hallazgo del arma que Fabricio supuestamente había utilizado para atacar al policía. Es que según se desprende de la investigación judicial, ninguno de los testigos dijo haber visto el arma. “Ello hace a la presunción de que el arma no existió”, consideró en juez.
Además, el Dermotest –prueba química que busca residuos de pólvora en las manos– practicado a Fabricio “arrojó resultados negativos”.
Así, Vienna procesó a Alejandro A. como “probable autor del delito de lesiones gravísimas agravadas y calificadas por el uso de arma de fuego”.
Por su parte, el otro policía, Fernando V., fue procesado por el delito de “encubrimiento agravado”. Esto, en tanto no contradijo los dichos de su compañero sobre el episodio, a pesar de que en realidad no presenció los hechos porque se había quedado arriba del patrullero cuando Alejandro A. comenzó a correr detrás de Fabricio y sólo volvió a verlo cuando el adolescente ya estaba herido.
Fernando V. quedó procesado, además, por la “privación ilegítima de la libertad” de un muchacho que estaba cerca de Fabricio cuando éste empezó a correr, a pesar de que el chico tenía sus documentos y no estaba cometiendo ningún ilícito.
Por otra parte, el juez Vienna procesó a los dos policías por “falsedad ideológica de instrumento público” ya que, a entender del magistrado, el contenido del acta de procedimiento realizada por los imputados no condice con lo que realmente ocurrió.