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Prostitución: qué declararon los regenteadores del privado

El fiscal Matías Ocariz atribuyó a un hombre y dos mujeres facilitamiento y promoción de la prostitución de al menos cuatro mujeres, por más de un año y medio, en un prostíbulo de barrio Matheu. Los acusados se acusaron entre ellos.

Cuatro mujeres fueron encontradas el miércoles pasado en un privado de Saavedra al 1300. El seguimiento sobre el lugar llegó luego de una denuncia del Programa Nacional de Rescate y acompañamiento de víctimas del delito de trata de personas, que depende del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación. Dos mujeres y un hombre fueron detenidos bajo sospecha de facilitar y promover la prostitución de mujeres desde enero de 2016. Para el fiscal Matías Ocariz, eran socios y les cobraban a las trabajadoras sexuales el 50 por ciento de lo que ganaban. Dos de ellos eran pareja y subalquilaban a la otra mujer. Todos lucraban con el trabajo de las mujeres, dijo el fiscal. Durante la audiencia todos hablaron y echaron culpas en el otro. Ambas mujeres dijeron que eran trabajadoras sexuales, una de ellas retirada. El hombre lloró. Se avergonzó de lo que hacía pero dijo que no tenía otra forma de ganarse la vida por problemas de salud. El juez Luis María Caterina dictó la prisión preventiva para el trío por el plazo de ley.

El miércoles pasado Rodolfo Ariel A. y Sabrina E. fueron detenidos, el primero en el privado de zona sur y la segunda en la casa de ambos en Villa Gobernador Gálvez, mientras que María Beatríz B. fue arrestada en la localidad de Fighiera. La imputación para los tres fue similar. Según Fiscalía, acordaban servicios con los clientes, lo que en promedio tenía un valor de 400 pesos la media hora, y les suministraban elementos para el servicio como profilácticos, geles íntimos, mobiliario, folletería y se ocupaban de la refacción del lugar; también pagaban el alquiler. Según explicó Ocariz, el trío además sancionaba a las chicas con suspensiones cuando llegaban tarde o faltaban sin aviso y se encargaban de tomar entrevistas a futuras trabajadoras, a quienes pedían fotos en ropa interior, según la Fiscalía

Rodolfo A., alias Negro, además amenazaba a trabajadoras, dijo Ocariz. En una de las transcripciones de escuchas telefónicas la voz de un hombre achacada al Negro le dice a una de las chicas que si no le devolvía la plata que le debía le iba a contar a su familia que se prostituía. En cuanto a María Beatriz B., le agregó el pago del servicio de electricidad del privado que venía a su nombre.

Para el fiscal, el trío promovió y facilitó la prostitución de mujeres mayores de edad –en una escucha el hombre refiere que todas las chicas tienen 19 años, explicó el fiscal–, agravada por amenazas, abuso de autoridad, abuso de la vulnerabilidad de las trabajadoras y explotación económica. Al hombre le sumó amenazas coactivas con ánimo de lucro.

La denuncia

El fiscal dijo que la denuncia provino de Programa Nacional de Rescate y Acompañamiento de Víctimas del Delito de Trata de Personas, que depende del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación. En la provincia la investigación se canalizó a través de la Agencia de Investigación de Trata de Personas y Violencia de Género, delegación sur. Escuchas telefónicas e innumerables informes sobre el movimiento en el lugar fueron la columna vertebral de la investigación.

Lo que dijo Sabrina

Los tres imputados declararon. Con un notorio quiebre en la relación entre la pareja –asistida por el defensor oficial Mariano Bufarini– y la restante mujer, defendida por una abogado particular, cada uno responsabilizó al otro por la explotación. La primera en declarar fue Sabrina E. La mujer contó que trabajaba en una empresa de heladeras hasta que la echaron. Su pareja por más de 20 años es Rodolfo A., quien dijo haber trabajado en la construcción con su padre hasta que un problema de salud lo sacó del mercado laboral.

Como ambos estaban sin ingresos Sabrina, según dijo, le mintió: hace unos tres años le contó que había conseguido trabajo para limpiar en un privado, pero comenzó a ejercer la prostitución. Dijo que María, la otra imputada, era la dueña, que tenía otros dos privados en los que también trabajó.

Dijo que uno de esos privados –en Cerrito y Presidente Roca– fue allanado en 2014 cuando ella estaba de servicio y al otro día volvió a trabajar sin problemas. Pero luego se incendió y volvió al de calle Saavedra, en barrio Matheu, uno de los tres domicilios allanados esta semana.

Explicó que el precio del servicio lo ponían las chicas, pero dependía de lo que le cobraba María, a quien por semana le pagaban mil pesos cada una. Como María tuvo problemas con la dueña de la propiedad, le pidió que firmara el contrato de locación de calle Saavedra por ella. Agregó que algunas veces las chicas le daban la plata y ella se la alcanzaba porque María no quería mostrarse en el lugar.

En cuanto a su pareja, dijo que tienen dos hijos y se enteró de que se prostituía cuando la demoraron en el allanamiento de calle Cerrito. Hace un año y medio o dos María buscaba una persona para que refaccionara y pintara el lugar; entonces Sabrina le recomendó al Negro, quien hizo la changa. Agregó que el custodio del lugar se fue: Sabrina creía que era un policía retirado, porque tenía un arma, pero ya no lo querían porque habían sufrido varios robos y fueron golpeadas. Entonces a propuesta de María el Negro se quedó a cargo de la seguridad, para abrir y cerrar la puerta y recibir a los clientes, explicó. En cuanto a la folletería que se encontró, contó que todas ponían dinero para su impresión y sacaban avisos clasificados para incrementar el trabajo.

La versión del hombre

Rodolfo A. no paró de llorar. Corroboró los dichos de su mujer. Dijo que su salud está muy deteriorada, que se encuentra a un paso de la cirrosis y no puede trabajar. Dijo que le da vergüenza, pero agarró el trabajo porque no tenía nada. “¿Qué podía hacer?”, se preguntó.

“Mi mujer siguió trabajando, las chicas se cambian siempre. Vienen unas y se van otras”, afirmó. Y dijo que María le pedía que le alcanzara la plata que las chicas le dejaban arriba del televisor. Todos los viernes o miércoles le daba la plata. Explicó que los clientes llamaban a su celular porque estaba en la puerta y le pedían el número para no tener problemas con sus mujeres. “Me da vergüenza decirlo pero soy un inútil y ahora no puedo hacer nada. Qué voy a decir si ella traía la comida a la mesa” cerró entre llantos.

María Beatriz también declaró

María Beatriz B. se desligó de responsabilidades. Dijo que alquiló la propiedad de calle Saavedra para usarla como privado y luego la subalquiló a Sabrina y su pareja. Tras el allanamiento a calle Cerrito no quiso saber más nada con la prostitución y sospecha que fueron ellos –por los coimputados– quienes prendieron fuego el lugar. Afirmó que el Negro la amenazaba. Dijo que no tenía vínculos con las trabajadoras y que le pagaban 4 mil pesos de alquiler.

Finalmente el juez Luis María Caterina dictó la prisión preventiva para los tres, sin plazo: significa que estarán detenidos mientras dure la investigación, medida que podrá revisarse recién en 60 días.

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