Parece que, cada tanto, Rosario necesita recordar su triste pasado de “Chicago argentina”, acaso como una posible justificación o antecedente de un presente donde la violencia en todas sus formas está muy lejos de ser un mal recuerdo. Y si hay algo que acercó a las nuevas generaciones aquellas historias de “prostitución y rufianismo” de los años 30, fue la inmanente trilogía teatral Las Polacas, obras escritas por la dramaturga rosarina radicada en Buenos Aires Patricia Suárez, estrenadas originalmente en 2002 por la directora porteña Laura Yusem al frente de un gran equipo, y representadas en distintos escenarios del mundo en estas casi dos décadas, de la que por estos días se filma en rosario una miniserie que hace foco en aquellas historias de trata y violencia cruzadas con otros personajes de esos años.
La dirección general de la serie está en manos del director de teatro local Damián Ciampechini, quien después de un tiempo en España regresó a Rosario con la firme intención de desarrollar este proyecto audiovisual basado en las obras de Suárez que ya había versionado en el teatro en 2007 y que repuso una década después con una serie de funciones, con una de esas obras que se desarrollaba en un recorrido por el Paraná arriba del barco Ciudad de Rosario.
En un contexto donde la trata y los femicidios son problemáticas instaladas en la agenda diaria desde hace mucho tiempo, algo que una y otra vez resignifican las obras de Suárez que se convirtieron en un emblema, “Casamentera”, “Varsovia” y “Desván” serán ahora una miniserie de seis capítulos producida ciento por ciento en Rosario, con actores locales y una gran producción, rodada íntegramente en formato 4K Ultra High Definition, con la participación del periodista Miguel Ángel Tessandori encarnando a un líder de la mafia griega que se enfrenta a la italiana entre otras tantas singularidades.
Los textos revisitan los avatares de una clase muy particular de inmigrantes argentinos: los tratantes de mujeres y la suerte que vivirá una mujer en particular desde su destierro natal en Polonia (“Casamentera”), imaginando futuros en el viaje hacia la nueva vida sobre el barco (“Varsovia”), para terminar aniquilando sus pequeños deseos y los grandes anhelos en un prostíbulo en el barrio de Pichincha de Rosario (“Desván”)
Los acontecimientos que narran las tres piezas encuentran en el presente una enorme caja de resonancia, pero más aún tras el éxito de la telenovela de eltrece Argentina, tierra de amor y venganza (ATAV), que hace algunas semanas involucró a Suárez en una disputa mediática, dado que la trilogía de Las Polacas, escritas a comienzos de este siglo y sobre la misma temática, es muy anterior al proyecto de Adrián Suar.
“En principio son seis capítulos que transitan las tres obras, con muchos actores en escena y una gran despliegue, como fueron en su momento las versiones teatrales, más allá de que no son exactamente las obras, dado que Patricia hizo una reversión muy interesante donde, a nivel de la línea narrativa, va alternando las tres historias en el tiempo, que además se cruzan temporalmente hasta llegar al tercer capítulo donde se unifican en tiempo y espacio. Son seis capítulos de 25 minutos cada uno que al término de los créditos tienen cinco minutos más de documental, con entrevistas y archivo de personajes míticos de la ciudad, donde buscamos mostrar y contar qué cosas del desastre de aquellos años se perciben en el presente”, explicó Ciampechini, quien en 2019 se había radicado por un tiempo en España para desarrollar una maestría en la Universidad Complutense de Madrid.
“Fui por un año a España pero la pandemia me trajo de regreso, así que terminé la maestría de manera online y ahora estoy haciendo el doctorado en artes escénicas en la misma universidad. En uno de los seminarios se trató el tema del streaming y del distanciamiento de estos tiempos, más allá de que el teatro va a regresar presencial cuando pase la pandemia. Pero el espectador tiene ahora otras perspectivas, necesidades y hábitos de consumo, y así surgió esta idea: llevar al terreno audiovisual un material que yo ya había transitado en el teatro; la llamé a Patricia y se sumó de inmediato escribiendo el guión de toda la miniserie”, detalló el director, quien sumó el aporte de capitales privados para la realización de esta miniserie que espera poder estrenar pronto y que ya ofrece a distintas plataformas.
“Con el tráiler en mano fuimos a ofrecerle el producto a productores privados que se sumaron a través de un fideicomiso y que tendrán sus ganancias al momento de la venta de la miniserie; es lo mismo que hacer un edificio pero acá apostamos al arte. Y es algo paradójico porque me resultó mucho más sencillo acercar aportes privados que llenar una carpeta para solicitar un subsidio al Estado. Ahora todos somos parte, somos dueños del proyecto como una gran cooperativa”, destacó el ahora realizador audiovisual.
“El proyecto de hacer una serie con Las Polacas comenzó a tomar forma sin duda porque Damián está enamorado de esas historias, creo que las siente en carne propia, por eso ésta es la tercera vez que acomete estos textos. Fue una posibilidad que se dio en medio de la pandemia y resulta que el inconveniente que tuvimos con (Adrián) Suar y que generó esta controversia, aparece cuando Damián iba a ofrecer a los productores este proyecto basado en Las Polacas y le respondían «pero esto ya lo hizo Suar»; entonces el malestar se generó porque uno trabaja tanto, y estas historias son nuestras. Y si bien nadie robó nada a nadie y las ideas son de todos, muchas veces hay un desconocimiento de todo este trabajo con las obras que es anterior a la novela ATAV”, expresó a su tiempo Patricia Suárez en relación con una polémica mediática que se generó hace algunas semanas y que volvió a poner a Suar frente a la posibilidad de un plagio, algo que luego se desestimó.
Pero este dato disparó un cambio en el proyecto. “En realidad, teníamos que proponer un producto diferente al de las historias de Las Polacas que fue el disparador, y a Damián se le ocurrió incluir parte de la mafia rosarina: Chicho Grande, Chicho Chico, Agata Galiffi; fueron dos fenómenos acontecidos en Rosario que no se chocaron nunca, que como lo cuenta Osvaldo Aguirre, gran escritor y cronista de policiales, la mafia rosarina y el mundo de la prostitución de aquellos años nunca se tocaron. Siguiendo este tópico que marca Aguirre respecto del rechazo, nos vimos obligados a cruzarlos para lograr algo diferente a lo que cuenta ATAV”, evaluó Suárez.
“Esta miniserie es un gran desafío porque comienza en Polonia y va recorriendo diferentes momentos hasta llegar a Rosario; sería imposible hacerla sin los grandes artistas que tiene esta ciudad y que se sumaron al proyecto empujando todos para el mismo lado. Pero con esto de que la historia arranca en Polonia, y allí transcurren los dos primeros capítulos, los actores hablan en polaco; es el momento en el que uno de los personajes, a través de la casamentera, compra a Raquela que termina en un prostíbulo de Pichincha”, contó el director acerca del personaje que tiene su correlato en la realidad en Raquel Liberman, víctima de la trata de personas que ya en Argentina, muchos años después, logró denunciar a la red de trata de personas conocida como Zwi Migdal.
“Son unas quince escenas y para lograr hacerlas en polaco, los actores y actrices entrenaron dos meses el idioma con un profesor; es algo descomunal lo que hacen los actores porque es un idioma desconocido para ellos, porque es un idioma complejo que lleva muy pocas vocales y es complejo hasta para leerlo”, dijo Ciampechini que contó además como dato de color que el relato incluye la presencia de Carlos Gardel que llega para cantar en uno de los prostíbulos.
“Escribo para series, cine y animación hace al menos quince años, y esta es la primera vez que se está rodando algo de lo que escribo, salvo algo breve en el viejo Canal 7 –aportó Suárez que se acercó recientemente en dos momentos al rodaje–. Pero esta es la primera vez que escribo yo, por completo, y estoy muy orgullosa y agradecida, porque como digo siempre, uno se convierte en autor por la confianza que ponen en uno los actores, los directores y toda la gente involucrada en un rodaje; siempre son los demás lo que te convierten en autor a partir de su confianza”.
Y cerró, en coincidencia con el realizador: “Mi expectativa personal es que la gente vea la serie en Rosario y entienda que eso pasó allí. Es, por otro lado, una historia conmovedora y emocionante, que en el teatro no paró de representarse desde su estreno en 2002. Las obras, juntas o por separado, se hicieron en toda la Argentina, en Brasil, Perú, Bolivia, México y Washington DC, en una versión musical. Seguramente tiene que ver con que con este siglo se empezó a generar un nuevo tipo de trata de blancas que es el secuestro, el uso de esas mujeres secuestradas en la prostitución y su asesinato posterior. Siento que en esta especie de espiral donde todo vuelve, como en las tragedias, Las Polacas se volvieron de algún modo una advertencia”.
La ficha técnica
La miniserie Las Polacas, con dirección de Damián Ciampechini y guión de Patricia Suárez, cuenta con las actuaciones de Claudio Aprile, Alejandrina Banchio, Lucía Benítez, Hugo Bruschini, Gabriela Cantatore, Juan Carlos Capello, Pablo Carnicelli, Julio Chianetta, Gustavo Chinellato, Fabián Ciampechini, Armando Durá, Albertina Favario, Víctor Hugo Ferraro, Ixchel Lacroix Noirot, Nadia Lewandowski, Pablo Luscher, Alejandra Molina, Camila Pfeffer, Emilia Rodriguez Griñó, María Eugenia Sosa, Miguel Tessandori, Christian Valci y Sergio Valdano.
Las cámaras, iluminación y edición están a cargo de Gino Bellofatto y Javier Otaño, el sonido es de Guillermo Curutchet, vestuario y maquillaje de Lucas Miró, utilería de Andrés Videla, y la producción corrió por cuenta de Tatiana Ariza, Pablo Gentilcore y Enzo Franciscucci.